Raúl Vacas e Isabel Castaño garantizan que la risa, el baile, la flojera, el juego, la audacia y el descubrimiento están garantizados
Hacer el tonto de verdad, a lo grande, con mucho arte y creatividad. Hacer un taller con Madam Darina es un verdadero lujo. Pero si además lleva por título 'El placer de hacer el tonto', la risa, el baile, la flojera, el juego, la audacia y el descubrimiento están garantizados. Este taller será una de las joyas de
Los escritores Raúl Vacas e Isabel Castaño, ideólogos de este espectáculo, apuntan que "sería bueno que la gente viniera con ropa para ponerse que le quedara muy grande o muy chica; ropa que nunca se pondrían las personas porque ser incómoda, ridícula o inadecuada. Ropa pasada de moda o actual, pero sin disfrazar". "Que vengan solo o en familia, con niños o con agüelas, con amigos o sin ellos porque, sin duda, aquí los harás. Ven con todo el estrés que hayas acumulado en este año, porque nos lo vamos a comer con patatas. Ven dispuesto a hacer el tonto. Y ven con los brazos abiertos, porque te vas a hinchar a dar y a recibir abrazos".
"La Querida", casa de Vacas y Castaño
La Querida es una preciosa casa de pueblo dedicada a talleres, recitales, encuentros con autor y toda clase de actividades culturales. Programamos en ella sólo una actividad al mes y, al acabar cada una de ellas, compartimos mesa, cocido e impresiones con la gente que ha acudido. Siempre suele ser un cocido la comida que se sirve en la mesa, cocinado con mimo y puchero por nuestra Querida Carmen, pero si eres vegetariano no dudes en decírnoslo con un poco de antelación y tendrás una comida a tu gusto.
Para poder realizar una actividad cualquiera se necesita un mínimo 10 asistentes. Generalmente comenzamos a las 11 de la mañana, pero solemos quedar con la gente una media hora antes para hacer las presentaciones mientras nos tomamos un café. La actividad se desarrolla de 11 a 14 h., al acabar solemos hacer un pequeño paseo por el campo y después compartimos comida y charla relajada.
Parte del pago que se hace al autor que imparte la actividad se hace en metálico (100 euros para cubrir sus gastos de desplazamiento) y parte en especie con el uso y disfrute de La Querida los días que desee, y procuramos que, tras su estancia en ella, quiera volver una y otra vez. Y volverá porque, una vez que llega, La Querida es su casa, y porque no hay lugar mejor para el estudio o el descanso. Su huerto es fresco en verano y cuajado de tomates jugosos, su chimenea siempre arde en invierno, tiene una buena biblioteca y un tocadiscos para recordar sonidos antiguos, el silencio y los sonidos del campo mantienen un equilibrio constante y, si la noche aparece sin nubes, su cielo es tan estrellado que a veces da vértigo.
La Querida está en el caserío de Rodasviejas, que habitamos veintidós habitantes. Un lugar en el que sólo hay casas, graneros, pajarones, vacas, caballos, gallinas, cuadras, establos y un cielo, como ya os he dicho, lleno de estrellas. Un lugar donde, en cinco kilómetros a la redonda, no hay tiendas, ni bares, ni curas, ni alcaldes, pero ni falta que nos hacen, porque hemos aprendido a valorar el tiempo que aquí se remansa, y sabemos que no tiene precio.