El escritor salmantino, además de saberlo todo de la novela negra, sabe de muchas otras cosas y las cuenta con la naturalidad del sabio que se esconde bajo esa cara de niño que aún conserva
Hay veces que las entrevistas son un placer y esta ya les digo desde ahora que lo es?Quizá nunca había entrevistado-y mira que lleva una entrevistas a sus espaldas- a alguien con quien compartiera tantas cosas, tantas opiniones y tantos gustos en materia literaria?Y es que Javier Sánchez Zapatero además de saberlo todo de la novela negra, sabe de muchas otras cosas y las cuenta con la naturalidad del sabio que se esconde bajo esa cara de niño que aún conserva, con la inocencia y la certidumbre de que está en lo cierto, de que el camino que ha elegido es el correcto y de transita por él con absoluta libertad y con la mente dispuesta siempre a descubrir nuevos territorios. Un placer, ya les digo. Gracias Javier
.- Llevaba mucho tiempo queriendo habar con usted de novela negra sobre todo, co-dirige desde 2005 el Congreso de Novela y Cine Negro, hablamos de la salud de un género que parece en estos momentos abarcarlo casi todo
Sí, de un tiempo a esta parte el género parece haberse convertido en tendencia y referente en la literatura. Ahora bien, no hace demasiado tiempo las cosas eran bien diferentes: cuando Àlex Martín Escribà y yo comenzamos con el Congreso, apenas había colecciones y premios especializados, casi ninguno de los festivales que ahora pueblan la geografía española habían comenzado a celebrarse ?con la excepción de la histórica Semana Negra de Gijón-, y las novelas negras de autores extranjeros entraban en España casi a cuentagotas. En poco más de una década, las cosas han cambiado mucho, algo que, evidentemente, ha venido muy bien para el desarrollo y la pervivencia de nuestro Congreso.
.- No deja de ser curioso o a mí me lo parece que su otra vertiente investigadora se centre en la literatura del exilio, se doctoró con una tesis sobre la literatura del exilio y los campos de concentración por la que recibió el Premio Extraordinario de Doctorado.
Efectivamente, he dedicado y dedico parte de mi actividad investigadora a la literatura del exilio y los campos de concentración a través del estudio de la obra de diversos autores del siglo XX que han sufrido estas experiencias. Me interesa cómo en contextos dominados por la violencia y la exclusión como estos la literatura puede adquirir un valor que, trascendiendo lo meramente estético, pueda funcionar como contradiscurso frente al poder imperante o como forma de dar a las víctimas y a quienes, en general, se intenta silenciar.
.-Que comparten ambas cosas además de la "negritud" aunque no sea la misma negrura
Por un lado, ambas son representaciones de la violencia en el mundo contemporáneo. Por otro, creo que comparten ese valor pragmático al que antes me refería: también la novela negra muestra aquello que a veces se quiere ocultar, las fallas del sistema, y ayuda al lector a mirar de forma crítica y cuestionadora el mundo en el que viene.
.-Si me lo permite vamos a centrarnos en la novela negra propiamente dicha a qué atribuye usted experto en esto, ese boom que lleva ya muchos años y que no parece que disminuya?
No hay una única razón, pero creo que hay varios factores que permitan explicarlo: el "efecto arrastre" que supuso el inmenso éxito de la trilogía de Stieg Larsson, la progresiva superación de los prejuicios elitistas que antiguamente lastraban la recepción del género, la camaleónica capacidad de la novela negra para fundirse con otros géneros como la novela histórica, el costumbrismo o la novela social?
.-Tengo la sensación de que ese boom empieza a dar síntomas de cierto declive.
Desde luego, estoy completamente de acuerdo. Después de unos años en los que el número de autores, de títulos y de traducciones crecía de forma exponencial, se está produciendo un cierto declive, tanto en términos cuantitativos como cuantitativos. Supongo que es algo inevitable, puesto que, si se observa la historia literaria, a todo ciclo de eclosión siempre le sigue otro de decadencia.
.-Se ha convertido en un lugar común decir que la literatura negra tiene éxito porque cuenta realmente lo que pasa en el mundo actual, ¿lo cree así?
Uno de los valores del género reside en su capacidad para relatar los claroscuros del mundo contemporáneo. No es casual que una de sus novelas fundacionales, Cosecha Roja (1929) de Dashiell Hammett, tuviese como punto de partida la decisión de un cacique local de acabar violentamente con una huelga de mineros. La intención de mostrar la violencia que subyace a muchas de las relaciones que se establecen en la sociedad, de denunciar la corrupción imperante en muchas estructuras de poder, de exponer las desigualdades del mundo? están en la base del género, y desde luego, ayudan a comprender y a cuestionar el mundo en el que vivimos.
.- Y esta avalancha de novela negra de cualquier parte del mundo a que se debe, es una moda, es algo que estaba ahí y ahora descubrimos..
Creo que habría que diferenciar aquellas novelas que realmente tienen una vocación de mostrar las problemáticas de esas sociedades del mundo de aquellas que utilizan simplemente el decorado físico y social como un elemento ornamental y costumbrista. Con estas últimas a veces se tiene la sensación de estar ante una especie de "National Geographic del crimen" que utiliza los elementos del crimen y la investigación como meras excusas para describir una sociedad, una cultura y una forma de vivir determinadas.
.- Que diferencia la novela negra de los italianos y griegos por poner un ejemplo de la de los nórdicos que están tan de moda y llevan años arrasando
En general, la novela negra nórdica es más violenta y dura, incluso sórdida en ocasiones, y destila un pesimismo que no suele verse en la novela mediterránea, que tiene cierto toque hedonista. Personajes como Jaritos o Montalbano, a pesar de tener que enfrentarse a investigaciones complicadas y que demuestran y la violencia imperante en el sistema, no dejan nunca de disfrutar de la vida a través de la gastronomía, la buena conversación, etc. Quizá la influencia de Vázquez Montalbán en los autores mediterráneos pueda explicar este rasgo, que también puede verse en autores de otras geografías y culturas, como el cubano Leonardo Padura. Ahora bien, más allá de esas diferencias, autores nórdicos como Mankell se diferencian poco en lo fundamental de Markaris o Camilleri, pues en todos ellos late esa capacidad del género negro de intranquilizar al lector y mostrarle la violencia reinante en la sociedad.
.- Y dentro de ese maremágnum de novela negra se han colado muchas sin duda, mediocres o que no deberían estar, y que por cosas de la vida o del marketing a veces tienen mucho éxito
Desde luego? Creo que una de las labores de la crítica y los estudios literarios de los próximos años ha de ser precisamente esa: filtrar y seleccionar qué merece la pena de todo lo que se ha publicado.
.- Novela negra, novela policiaca, novela de suspense, a veces el lector inexperto se hace un tremendo lío
La diferencia fundamental estaría entre el policiaco y el negro. El género policiaco está representado por autores como Conan Doyle o Agatha Christie, y sería aquel que a veces se conoce también como "novela enigma": se trata de narraciones en las que se desarrolla la investigación de un misterio y que concluyen con su resolución, transmitiendo la idea de que el statu quo ha sido repuesto. Son novelas, por tanto, que basan casi todo su interés en la interacción con el lector (que intenta resolver el crimen antes que el investigador de turno, como si fuera una especie de juego de agilidad mental) y en la resolución del misterio. De hecho, no siempre admiten bien una relectura, pues, si ya sabemos quién es el culpable y cómo se ha cometido el delito, pocos otros puntos de interés suele haber. En cambio, la novela negra complementa el esquema básico del policiaco de crimen e investigación con una mirada sobre el mundo circundante. Es decir, el crimen no se considera una anomalía cuya resolución devolverá la estabilidad al mundo, sino una consecuencia de una realidad caótica e imprevisible. En la novela negra los cadáveres no aparecen como excusa para iniciar una investigación, sino como reflejo de la realidad. Como decía Raymond Chandler, "la novela negra devolvió el asesinato a la gente que lo comete por algún motivo, no simplemente para proporcionar un cadáver, y que usan los medios que tienen a mano, no pistolas de duelo cinceladas, curare o peces tropicales". Por eso en la novela negra las casos no siempre se resuelven, y por eso interesa más lo que subyace a la investigación que la investigación en sí.
.- Qué tiene que tener necesariamente una novela negra
Una buena trama de misterio, un personaje investigador bien construido y una mirada sobre la realidad contextual que trascienda lo convencional y permita al lector cuestionar el mundo en el que vive.
.- Y como distingue el profano que está ante una novela buena y una que no pasa del puro entretenimiento, y no me diga que es obvio, vamos a acordarnos del lector que se inicia, del que no sabe muy bien a qué atenerse
El entretenimiento no es malo, aunque a veces se quiera condenar, y de hecho las grandes novelas suelen ser entretenidas. El asunto de la buena y la mala literatura es espinoso, pero, en mi opinión, una buena novela ?negra o no- es aquella que "mancha al lector", que no le deja indiferente, que le hace cerrar la última página del libro y seguir pensando, que le obliga a replantearse su visión del mundo, que le muestra la realidad desde un punto de vista insólito o poco transitado; y, al mismo tiempo, aquella que nos atrapa -no solo por lo que cuenta, pues eso se olvida rápido, sino por cómo nos los cuenta-, que nos lleva a tener una sensación de orfandad al terminar el libro y que mientras la leemos nos hace sorprendernos en algún momento del día en qué les irá a ocurrir a esos personajes. En definitiva, estoy con Italo Calvino cuando decía aquello de que una buena novela es aquella que no deja nunca de hablar y que trasciende el espacio y el tiempo. No solo trasciende el suyo, sino también el nuestro: leer un buen libro implica no olvidarlo jamás.
.- La novela negra española está a la altura
Sí, hay autores muy recomendables y tendencias muy diversas, desde esa novela más costumbrista de la que antes hemos hablado hasta la procedimental ?basada en la descripción de las rutinas de trabajo de las fuerzas policiales-, la criminal ?más centrada en el delito, y en las razones sociales que llevan a su comisión, que en la investigación en sí-, etc. Por citar algunos nombres, recomendaría a Lorenzo Silva, Domingo Villar, Eugenio Fuentes, Alexis Ravelo o Carlos Zanón.
.- Si tuviera que elegir a quién destacaría de los nórdicos (puede hacer diferencias entre los nórdicos, todos no son iguales?) y a quién de los digamos latinos y qué de los norteamericanos
De los nórdicos yo me sigo quedando con Henning Mankell. De hecho, me parece, el gran autor de novela negra europea de su generación. Creo que sus novelas protagonizadas por Kurt Wallander describen magistralmente los peligros y contradicciones a los que están sometidas las sociedades del bienestar contemporáneas, y creo además que hay pocas series que mantienen tan bien el nivel como la suya. Habitualmente, a partir de la quinta o sexta novela, las series narrativas empiezan a repetirse y a flojear, pero la suya es extraordinaria de principio a fin. De Latinoamérica recomendaría a Padura: sus novelas protagonizadas por Mario Conde me parecen extraordinarias, con una gran construcción de personaje, ambientes y tramas criminales, y con un mensaje subyacente de desencanto que aporta una muy interesante mirada sobre la situación de Cuba. Y de los norteamericanos actuales, citaría a James Ellroy.
.- A qué autores hay que leer necesariamente si queremos saber de qué va esto de la novela negra en serio
Creo que lo mejor sería acudir a los clásicos: Dashiell Hammett, Raymond Chandler, Ross MacDonald, James M. Cain, Jim Thompson, Chester Himes?
.- No sé si va a contestarme de cuáles podemos prescindir
No diré nombres, porque no me gusta la crítica normativa ni censora, pero sí diré que, personalmente, no me gusta ni me aporta nada la novela negra que se limita a utilizar una serie de elementos formales y temáticos codificados, pero que prescinde de esa visión comprometida con la realidad que considero esencial en el género.
.- Volvemos por un momento a su otra faceta, la literatura de la memoria, la escritura autobiográfica? Y un nombre que se repite Max Aub
Abordando cuestiones de memoria, de exilio y de campos de concentración, era casi inevitable no terminar estudiando a Max Aub. No solo es uno de los autores españoles que de forma más recurrente evocó su experiencia por los campos de concentración ?el otro sería Semprún, aunque este lo hizo en francés- y alguien intrínsecamente unido al exilio ?pues sufrió dos en vida, el que le hizo salir de Francia en los albores de la I Guerra Mundial y el que le hizo recalar en México tras la Guerra Civil-, sino que además se trata de un escritor muy consciente de las implicaciones de la literatura y de la posibilidad que tenía de otorgar a través de la palabra voz y memoria a todos aquellos que, como él, sufrieron la violencia. A diferencia de otros compañeros de generación, Aub, además, jamás fue maniqueo: sus reproches al franquismo y su reivindicación de los ideales republicanos y de quienes lucharon por ellos jamás estuvieron exentos de autocrítica. Aunque a veces se le encasille y se le ponga solo como ejemplo de autor que recreó la guerra, los campos y el exilio, Max Aub fue un autor poliédrico, con una obra inmensa, riquísima y muy variada, que incluye obras de todos los géneros y de muy diversas características. No puedo ser objetivo hablando de él, puesto que he dedicado varios años de mi vida al estudio de su obra ?sobre él he publicado los libros Max Aub y la escritura de la memoria y Max Aub: Epistolario español-, pero a mí me parece un referente y uno de los autores imprescindibles del siglo XX español.
.-Me pregunto cómo le da tiempo a tanto? experto también en las relaciones filmoliterarias. Eterno debate cine y literatura, alguna vez nos pondremos de acuerdo
Experto no, no soy ni me considero experto en nada. He trabajado sobre cine y literatura fundamentalmente por dos razones. Por un lado, porque el estudio de la novela negra lleva casi de forma inmediata al cine negro, ya que se trata de un género que prácticamente se configuró al mismo tiempo en los libros y en la pantalla, y por los mismos creadores, puesto que muchos de los autores de novela negra fueron guionistas de Hollywood y, en muchos casos, de cintas de cine negro. De ahí que ambos géneros compartan un imaginario que, a diferencia de lo que ocurre en otro casos, no parte de la literatura y se adapta al cine, sino que se forja casi a la vez. Y, por otro, en la Universidad de Salamanca ha tenido la suerte de trabajar al lado de José Antonio Pérez Bowie, una de las personas que más sabe de las relaciones entre literatura y cine, director de varios de cuyos proyectos de investigación sobre el tema de los que he formado parte.
.- Fue el responsable de la edición del testimonio del brigadista británico Keith Scott Watson Rumbo hacia una España en guerra (2014). Una colección de libros de Amarú que debería moverse mucho más, y que visto el libro y su introducción, le dedicó mucho tiempo y muchas ganas ¿De dónde le viene ese interés?
A ese libro le tengo un cariño especial. Cuando el director de la colección, Antonio R. Celada, me propuso colaborar con ellos, no lo dudé. Me gustaba la colección, dedicada a publicar en español testimonios poco conocidos de brigadistas, periodistas y viajeros de habla inglesa que habían estado en la Guerra Civil, y el tema estaba relacionado con mis intereses de la representación de la violencia, la literatura de la memoria, etc. La edición del libro fue casi como un trabajo detectivesco: cuando me dieron el manuscrito, no conocía nada de su autor, y poco a poco, a través de lecturas y visitas a archivos, fui investigando sobre su vida y reconstruyendo su paso por España. El suyo fue un caso peculiar: vino a España como voluntario para luchar contra el fascismo, pero pronto se dio cuenta de que no estaba hecho ni para la batalla ni para la disciplina que exigía una guerra, así que desertó y permaneció durante el otoño de 1936 en el Madrid sitiado trabajando como periodista. Más allá de por valor histórico, ya que reconstruye cómo se vivía en la ciudad durante la guerra y las dramáticas y penosas circunstancias en los que había que sobrevivir, su testimonio interesa por la ruptura de expectativas que implica: cuando uno lee un libro bélico espera encontrarse con un visión épica, pero lo que hay en Rumbo hacia una España en guerra es, básicamente, la peripecia de un pícaro que mientras caen las bombas a su alrededor piensa en cómo conseguir una botella de whisky o en cómo seducir a una mujer.
¿Cómo compagina todo esto, con sus clases, sus críticas, sus lecturas?
Aunque la situación actual de la Universidad no es especialmente boyante y las circunstancia de trabajo no son las mejores, me considero un privilegiado. He conseguido vivir de mi afición: me pagan por leer libros y hablar y escribir sobre ellos. Teniendo eso claro, compaginarlo todo se hace más fácil.
.- Vamos a terminar con novela negra claro, díganos un autor al que no hay que perderle la pista en este momento
Antonio Manzini. Sus novelas protagonizadas por Rocco Schiavone, un policía romano destinado a una inhóspita zona alpina, me parecen la gran revelación del género en los últimos años. Por citar también a un español, se acaba de publicar la primera novela de Carlos Ortega Vilas, El santo al cielo, un autor que dará que hablar y que, además, está muy relacionado con Salamanca.
JAVIER SÁNCHEZ ZAPATERO
(Salamanca, 1979) es licenciado en Periodismo (2001) y Filología Hispánica (2004), y en el año 2009 se doctoró con una tesis sobre la literatura del exilio y los campos de concentración por la que recibió el Premio Extraordinario de Doctorado. Actualmente, es profesor de Teoría de la Literatura y Literatura Comparada de la Universidad de Salamanca, institución en la que co-dirige el Congreso de Novela y Cine Negro. Parte de su actividad investigadora versa sobre la literatura de la memoria, especialmente la vinculada a las experiencias de exilio y campos de concentración, tema de muchos de sus artículos y de sus libros Escribir el horror. Literatura y campos de concentración (2010), Max Aub y la escritura de la memoria (2014) y Max Aub: Epistolario español (2016), así como de la edición del testimonio del brigadista británico Keith Scott Watson Rumbo hacia una España en guerra (2014) y de la antología de cuentos Los restos del naufragio. Relatos del exilio republicano español (2016) ?en colaboración con Fernando Larraz. Además, ha sido co-editor de diversos volúmenes de ensayo y de varias colecciones de cuentos, y es crítico literario del diario La Gaceta de Salamanca. Otras de sus líneas de investigación giran en torno a la narrativa policiaca, los procesos de adaptación cinematográfica y los géneros biográficos.