El reconocido poeta ofrece un poema inédito dedicado a Marcos Ana, escrito en 2007, y una fotografía también inédita, tomada en Salamanca en 1991.
Anoche, jueves 24, gracias a un correo enviado desde Madrid por mi paisana Sylvia Miranda Lévano, supe que Marcos Ana había fallecido. Jacqueline recordó de inmediato la hermosa tarde-noche que pasó con Marcos y Sylvia en la Plaza de Toros de Salamanca, escuchando a Juan Luis Guerra y a sus 440. Luego yo los acompañé en el Savor. Fue un 24 de julio de 1991. No escribo necrológicas ni me pliego al sonsonete tanático que impera por doquier e impone sus rituales. Pero recordé nuestro paso por su piso madrileño, próximo al Retiro, donde insistió que lo visitáramos. Y recordé otra visita suya a Salamanca, cuando estuvimos por el centro, tomando un café en El Alcaraván. Y recordé esa foto que Jacqueline nos tomara en la hermosa Calle Compañía: En ella está Marcos Ana, la poeta peruana Sylvia Miranda, el narrador mexicano Ignacio Padilla (fallecido el pasado mes de agosto, en un accidente de tráfico) y este escriba, entonces solo peruano y ahora también español (salmantino, diría mejor). Y recordé que fue una mañana de octubre?
No escribo cuando un amigo muere. Me niego a ello. Pero buscando entre mis papeles, encontré un breve texto que escribí tras leer sus memorias de la prisión y la vida, allá por 2007.
Su ejemplo bien merece que, en su Salamanca, yo deje conocer texto y foto inédita.
MARCOS
Sin seguir a Cristo, perdonas
hasta lo indecible.
Sin seguir a Cristo, la humildad
genuina no esconde
su eco original contigo.
Sin seguir a Cristo, te fatiga
la escasa bondad de
los congéneres.
Desbrozas el camino,
ofreces el corazón bajo un árbol?
Y aunque mañana finjas morir,
viniste para inspirar la vida
y para intentar que no se
rompa la tregua.