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Cáritas, toros y reválidas
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Cáritas, toros y reválidas

Actualizado 21/11/2016
Ferenando Segovia

Empiezo por el final: estoy a favor de Cáritas, a favor de los toros y de la Tauromaquia y a favor también de las Reválidas.

No entiendo la falsa polémica generada en Salamanca en torno a Cáritas. Bueno, y más allá, pues he oído cómo D. Carlos Herrera, en la COPE, se ha columpiado al aplicar el simpático "desfibrilador de tontos" a Cáritas Salamanca y a sus responsables. Se ha columpiado porque yo que, como cristiano y como párroco colaboro y me implico y me responsabilizo en Cáritas diocesana de Salamanca ?"¡Yo también soy Cáritas!"-, no soy tonto, ni tengo diagnosticada aún ninguna de las múltiples formas de demencia senil o Alzheimer, y por lo tanto sería inútil aplicarme el desfibrilador; no sería inútil, sin embargo, poner en marcha en la COPE y en algunas redes sociales, el "desmontador de columpios", de mi invención y cuya patente cedo gratuitamente al Sr. Carlos Herrera y a los responsables de haber convertido las redes sociales en vertederos de insultos y opiniones fundamentadas en el conocimiento cavernario platónico, o sea, en el desconocimiento de la realidad.

Mi aprecio por los toros y su mundo tuvo comienzos difíciles, pues siendo muy pequeño me invitó mi tío Gregorio a una corrida en La Glorieta y, sería por el sol, por la emoción y el miedo o vaya Vd. a saber por qué, salí de la corrida con fiebre. Y estuvo a punto de pasarme con los toros lo que con las madalenas de coco, que me sentaron mal la primera vez que las probé y quedé "vacunado" contra ellas de por vida. Siendo ya adolescente tuve otra aproximación, esta positiva, al mundo de los toros, pero fue un acercamiento manipulado, pues por aquella época lo progre era ser taurófilo y yo, como todo joven demócrata (¡En tiempos de Franco!) y progresista que se preciara, me convencí del profundo significado artístico y cultural de la Tauromaquia.

Cuando entré en uso de razón racional y profesional, se me pasaron esas ínfulas taurófilas progresistas (¡Cómo han cambiado los tiempos y qué perversa es la "memoria histórica"!) y dejó de interesarme o, simplemente, tenía otros asuntos más inmediatos e importantes en los que preocuparme y ocuparme. Volví a acercarme al mundo del toro desde otra perspectiva, digamos "desde abajo": como director de una Escuela Hogar del Ministerio de Educación, luego transferida a la Junta, empecé a tener un contacto frecuente y cordial con las familias de muchos niños, cuyos padres eran mayorales, vaqueros, pastores, caballistas, tractoristas, trabajadores de las fincas de toros bravos del Campo Charro. El conocer a mis alumnos en su ambiente me hizo replantear muchas cosas y ver el mundo taurino desde una perspectiva, creo, más realista y auténtica. Para más inri, desde hace tres años soy párroco de muchos feligreses relacionados con el mundo del toro y, lo que a ellos les interese, a mí también. De modo natural.

Dicho lo cual, confío en que se entienda un poco más mi postura: estoy a favor de Cáritas porque como ciudadano, como cristiano y como sacerdote me sale de dentro estar cerca de los pobres, de corazón y con cabeza. Lo que hace Caritas me parece una bendición, no solo para los pobres, sino para toda la Iglesia y para la sociedad salmantina. No se me escapa la importancia del mundo del toro en nuestra provincia y me parece un bien cultural, artístico, ecológico, económico y social para los salmantinos.

No me voy a apear de ver lo bueno de Cáritas y lo bueno del mundo del toro. No veo ninguna razón ni ninguna urgencia en elegir uno frente o contra el otro. Y, ya que hablamos de cosas del campo, no entiendo por qué es necesario cruzar mansos con bravos, confundir merinas con churras y aventar a los cuatro vientos reticulados socialmente que "¡Para mí, Cáritas ha dejado de existir! ¡Que no esperen que vuelva a marcar la cruz!", por no hablar de insultos impuros y duros. Si persisten en estas actitudes, estarán usando de su libertad, malamente a mi entender, y sólo se me ocurre un dicho popular: ¡Que Santa Lucía os conserve la vista!...para encontrar luz, seguir los consejos de Platón y, con esfuerzo y humildad, salir de la caverna del error.

¡Ah! Y de las Reválidas hablaremos otro día, que esto se alarga mucho y anécdotas tengo unas cuantas.

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