Cuando se escribe poesía al igual que cuando se crea arte surge como necesidad hacer una indagación que abarca todo nuestro ser, no sólo nuestra parte racional o intelectiva sino también la sensibilidad y la percepción más sutiles. Una incitación a la reflexión a partir del mundo sensible: tanto de los fenómenos de la naturaleza como de las creaciones del hombre. La reflexión parte pues lo que tenemos más a mano, de lo tangible, perceptible con nuestros sentidos. El sentido se convierte en un sensor que capta la realidad en su absoluta profundidad, aquello que la realidad nos dice a cada instante. Hay que afinar nuestros sentidos y llevarlos al fondo de nuestra mente.
Así la ciudad puede aparecer con caracteres humanos y hacerse en nuestro interior un perfil de mujer con un singular enamoramiento:
Y vienes de la sombra de mi dolor de ahora,
con sabor a la tarde, compartida en tus labios
y deshago la historia, completa, y en tus brazos
duermo la noche como un sueño encantado.
Desde el punto de vista del proceso de indagación, quizás también hay que aprender a mirar la realidad como símbolo de una realidad menos evidente a primera vista, como un símbolo que nos libere de los conceptos y nos permita captar lo más inefable y misterioso. Como un símbolo que apunte a lo que solo se puede hacer palpable en la metáfora. Esta reflexión sobre las cosas como símbolo de una realidad absoluta nos llevaría más que a la contemplación, a la interpretación de la Realidad.
Como un hecho subjetivo, tal como es esa personalidad que nos hemos forjado es como interpretamos la realidad. La poesía nos sitúa en un ámbito de no permeabilidad a la Realidad, nos hace indagar más allá de la percepción y no hace partícipes de nuestras sensaciones. En la contemplación la sensación funciona sin la interferencia de nuestros patrones e interpretaciones mentales, está generada por nuestros pensamientos a partir del deseo, de los recuerdos y de las vivencias. La interpretación a través de nuestras propias interferencias, es algo absolutamente nuevo, dependiente de las limitaciones en que la enmarcamos.
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