Lo confieso. Nunca he probado los ¡huevos rotos! Los que sí lo han hecho, dicen que es una delicia gastronómica. Tampoco me van esos platos de cocina tan sofisticados que pululan tanto últimamente y que también, los que lo hacen, cuentan que les gusta y reconforta; como, por ejemplo: "Presa marinada asada con berenjenas de Almagro y mostaza". "Sopa zanahorias y cítricos, manzanas yogur y aceite de oliva". "Pechuga de pato, lombarda, remolacha y manzana verde". "Ensalada de patatas confitadas, rellenas de buey de mar y berros". "Pularda asada con panceta, butifarra y brócoli". "Royal de lentejas, setas, foie-gras, naranja y avellanas"?
A mí, me van? los platos de puchero, menos elaborados, pero contundentes y siempre recuerdo con gusto (y saboreo siempre que puedo) aquellos inefables "gallos de corral" que teníamos la enorme satisfacción de poder comer, una vez al año, en fiestas locales y celebraciones especiales. "Gallos de corral", que habían sido cuidados con esmero. De carnes prietas y que una vez bien guisados adquirían tonalidades oscuras, con olor extraordinario y que irremediablemente tenías que chuparte los dedos, pegajosos y llenos de sabor.
Así que, ¿Qué queréis, que os diga?... Me parece estupendo lo de los platos sofisticados; pero co? yo echo de menos aquellos gallos puros de corral. Tal vez, algunos estáis pensando que vivo de recuerdos y podéis tener razón; entre otras connotaciones al respecto, porque estoy convencido que será difícil recuperar todo lo que hemos perdido estos últimos años? entre ello, los gallos de corral.
Pero; para plato contundente el que preparó Mariana a su esposo Ramón, que junto a sus amigos se iba de excursión por Las Arribes del Duero. A eso del mediodía, hicieron un alto en el camino, en parajes de extraordinaria belleza y a la vera de un arroyo de agua cristalina. De sus mochilas cada uno sacó, lo que su parienta había preparado, guisados exquisitos, hechos con amor. Y todos se afanaron en intercambiar viandas, por eso de que fueran probados todos los excelentes condumios.
Ramón, mostró un guisado de setas, que al destaparlo mostró efluvios que se esparcieron por el entorno, tenían una pinta extraordinaria que invitaban a su pronta degustación. Pero? asombrosamente de todos los integrantes del grupo, que eran catorce, sólo comió Ramón; los demás alegaron para no probarlas excusas inverosímiles.
Por la tarde hicieron otro alto, junto al ribazo de un verde prado e hicieron la misma parafernalia de sacar las viandas y comer de todas ellas? y para asombro de la concurrencia, esta vez Joaquín, integrante de la marcha, se puso "morao" a comer las setas guisadas de Ramón.
Reanudada la marcha, en un aparte, todos preguntaron a Joaquín? ¿Esta mañana, hacías ascos a las setas? Y esta tarde no has dejado ni una.
Y Joaquín; filosófico y cachazudo respondió? ¡SÍ en todo el día, Ramón no se ha muerto!... tampoco me voy a morir yo ahora, ¡Y las setas estaban buenísimas!
-----Como mis "gallos de corral"? Y ahí lo dejo.
Anselmo SANTOS
Contador de historias humanas.
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