Esta semana nuestra antigua Universidad rinde un merecido homenaje a una de las figuras más representativas del Derecho iberoamericano actual. El Prof.Dr. D. Jairo Parra Quijano recibirá de manos del Rector Magnífico el nombramiento como Doctor Honoris Causa.
Este profesor colombiano es uno de los más destacados representantes del procesalismo científico que se ha desarrollado en el último tercio del siglo XX y principios del XXI a lo largo y ancho de las Repúblicas iberoamericanas, como fruto de una encomiable labor investigadora y docente. Es discípulo de dos clásicos ilustres del Derecho Procesal colombiano: Hernando Devis Echandía y Hernando Morales Molina.
Pese a ser uno de los más acreditados juristas de América, investigador fructífero e ilustre miembro de elevadas instancias académicas, profesionales y científicas, tanto públicas como privadas, conserva la ilusión y la modestia del que acaba de empezar su carrera. Dispuesto a ayudar a quien pueda necesitarlo y a poner en discusión leal sus ideas y sus elaboraciones teóricas.
Su dedicación a la investigación ha dado importantes frutos en especial en el campo central del Derecho probatorio; no en vano Bentham afirmaba ya que "el arte del proceso no es esencialmente otra cosa que el arte de administrar las pruebas". Pero la contribución esencial en la construcción del conocimiento en el ámbito del Derecho Procesal no ensombrece en absoluto al Jairo Parra Quijano formador de juristas, con dedicación generosa, que inculca a los estudiantes el sentido de tolerancia, el esfuerzo por alcanzar al calidad y el ideal de justicia social.
A diferencia de lo que ocurre demasiadas veces en el ámbito universitario, el Prof. Parra Quijano no se cansa en reiterar a los colegas y a los estudiantes la importancia esencial del sentido de tolerancia. Es consciente de la relevancia que tiene la opinión discrepante llevada por caminos racionales para el perfeccionamiento de la convivencia.
Su preocupación social, por otro lado, es otro aspecto que define su personalidad. De manera más directa podemos hablar de su persistente desazón por la necesidad de justicia social. Desde este punto de vista el Derecho no debe ser un conjunto de saberes meramente formales, sino que se aplica en una realidad social, económica y política determinada, que forma un contexto ineludible para el jurista.
De este modo repite con pesar que su país, Colombia, es uno de los de mayor desigualdad social en el mundo, sin olvidar el problema extremo del hambre, del que acierta a describir sus tres dimensiones: "a) La falta de alimentos; b) El hambre oculta, es decir, la deficiencia de micronutrientes ?vitaminas y minerales necesarios para crecer, madurar el cerebro y mantener el sistema inmune?, que lleva a tantos niños a morir de una simple gripa por falta de defensas; y c) Hambre de afecto y de estímulos, que nutre la inequidad desde la primera infancia".
Y ahí reside el punto de apoyo para su vocación pedagógica. La fructífera labor del Prof. Parra Quijano está ligada a una constante atención personal por la ética y por la educación de los futuros juristas en una sociedad compleja y profundamente desigual, a sabiendas de que la sólida formación es una de las llaves para la construcción de una comunidad mejor.
El área de Derecho Procesal de la Universidad de Salamanca en reiteradas ocasiones ha tenido el privilegio de recibir la visita desinteresada del Prof. Parra Quijano, con el fin de participar en eventos científicos internacionales, de impartir conferencias, y en especial, de animar a los grupos que cada año se preparan para representar a nuestra Universidad cada mes de septiembre en el Concurso de Semilleros de Investigación, cuyo responsable último es el propio Prof. Parra. Es justo resaltar la influencia directa de este maestro en nuestra consideración de los estudiantes como elemento central de la actividad universitaria. No sólo como sujetos de la actividad docente, en lo cual las reformas de los últimos años han hecho ya gran hincapié, sino también como sujetos pensantes a los que simplemente hay que ofrecer algún ligero estímulo intelectual para que ellos mismos pongan en marcha su enriquecedora y contagiosa capacidad creativa y nos den sorprendentes muestras maduras de calidad científica y humana.
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