Sin duda es problema de educación. Lo vemos en las tertulias de la televisión: se pisan la palabra unos a otros, se interrumpen, y con frecuencia no hay un moderador que ponga orden y dirija el debate. Y no digamos en las reuniones de vecinos, o en los congresos de los partidos. ¡La batalla, al menos dialéctica, o algo más, que se ha montado en el Comité federal de la Ejecutiva del PSOE para decapitar al líder Es cuestión de educación. Educación con mayúscula. Porque esto empezó hace muchos años en las escuelas, institutos y universidades, cuando los maestros y profesores comenzaron a llamarse "trabajadores de la enseñanza", y los políticos hicieron aquellas leyes de Educación, una cada cuatro años más o menos, que igualaban a todos hacia abajo, aplastándolos con una apisonadora; todos iguales, profesores y alumnos. Todos los mismos derechos, sólo derechos. Cuando en el claustro de profesores, que era también de alumnos, se presentaba un reglamento, que habían hecho los "más progres" con alumnos y padres de alumnos, algún profesor preguntaba ¿dónde están las obligaciones y deberes de los alumnos? porque ahí habéis puesto solo los derechos. Pero el reglamento se aprobaba por mayoría de profesores, padres y alumnos, que eran en general los que se dedicaban a eso y no a estudiar. Eso abajo sobre el terreno, y arriba estaba la ley, que daba pie a eso y mucho más: a los planes de estudio que eliminaron las Humanidades. ¿El latín para qué? Quita, hombre, eso es cosa de los romanos que vinieron a conquistarnos. Aquí lo que vale es lo que nos da de comer y nos hace pasarlo bien en las clases y fuera. Viva la libertad. Que cada uno haga lo que le venga en gana. "Pa cuatro días que vivimos". Y aquellos niños y jóvenes son la sociedad de hoy, y nuestros políticos, nuestros representantes, a los que les pagamos para que gobiernen. Esos que andan a la greña.
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