Ha sido la mayor noticia de este día (3.10.16), la más trágica y difícil, la más lógica? Ni la derrota de Sánchez en España (con la posible desintegración de PSOE), ni las "ocurrencias" de Trump en USA pueden compararse con ella: Una mayoría no muy grande, pero muy significativa, ha votado en contra de esta paz en Colombia (es decir, de paz propuesta por el gobierno y la guerrilla).
Las víctimas votaron por la paz... (como muestra una tabla del final de esta postal)... Los que sufren de verdad votaron que "sí" al proceso de pacificación.
Muchos prepotentes han votado que "no"... Dicen que no quieren "esta paz", sino una paz más justa, la que sería de ellos. En el fondo quieren seguir imponiendo su dictadura sobre el pueblo.
Pasé por Colombia hace exactamente quince días (el 18.9.16). Tuve una tarde de aeropuerto para (el Dorado), para leer y descansar, antes de tomar el vuelo para Madrid. En principio no quería más que dormitar un poco y ver algunas máscaras sagradas de las culturas precolumbinas. Pero quiso la casualidad que se sentara a mi lado una profesora jubilada de música, ella de paso para USA, yo para Madrid.
Hablamos evidentemente de la próxima paz en Colombia. Al poco rato entramos (entro ella) en los secretos, en la sombras y las luces, de la trama. Como si nos conociéramos hace más de veinte años, así pasamos más de tres horas, en torno a su guitarra de profesora, en torno a su inmensa melancolía, por su mayor sabiduría. Algo de esto es lo que me dije de la imposible paz en Colombia: ¡Votaremos en contra de esta paz, me dijo, recuérdelo en su día, y será un día malo para Colombia... habrá que empezar de nuevo!
Yo recordé mis estudios de Biblia, mi libro sobre la Historia de Jesús, donde afirmaba que muchos dicen paz paz, pero en el fondo quieren la guerra. Así he recordado a lo largo del día de hoy sus palabras.... No, no era posible esa paz.
Por eso me resulta en el fondo positivo el resultado del referéndum de Colombia, no por lo que ha dicho, sino porque exige que hagamos una más honda reflexión. Quizá había que decir que "no" a este tipo de paz, habrá que buscar otra.
Lo que publico a continuación no es sin más el resultado de mi estudio sobre el campo, ni antes ni después del referendum, aunque algo conozco sobre el tema. Es, más bien, el resultado y resumen de esa larga conversación en el Aeropuerto de El Dorado. Tuve la impresión de que algo faltaba en el análisis de mi compañero de aeropuerto, que había estudiado abogacía y era música profesional... ¡Faltaba el aspecto religioso...! Por eso he añadido al final unas reflexiones en esa perspectiva, tomadas de mi página de FB. Evidentemente, la imagen que sigue me parece "mentirosa", fruto de algunos que han querido impedir, desde su poder, el proceso de paz.
Un paz imposible, cinco razones
1. Lo primero que me dijo es que habría que curar muchas heridas, buscar formas de mediación, nuevos modelos de diálogo, para entender los temas en otro nivel, para dejar que se fueran curando con el tiempo los grandes dolores del pueblo. Hoy por hoy, me decía, paz es imposible. Podemos desearla, pero no podremos conseguirla.
2. Lo segundo, me dijo, es que los más ricos militares no quieren la paz? Ahora controlan el 52% del dinero de la nación. Son un Estado dentro del Estado, son el poder real? Eso se lo deben a la guerra. No pueden querer la paz. Han dicho al pueblo que la paz sólo se consigue ganando ellos la guerra. Muchas las están creyendo, muchos les van a creen. Por eso, muchos van a votar a favor de la guerra. Necesitan guerra para sentirse seguros y vivir. Ahí tienes, me dijo, más de un 20% de los votos.
3. Lo tercero, me dijo, es que muchos militantes del ejército guerrillero tampoco quieren la paz. Ciertamente, están cansados, sin dudas muchos quieren buscan un tipo de desarme, volver a la vida civil? Pero no saben hacer otra cosa que la guerra, y así la desean. Mucha gente del campo y de las ciudades se siente más segura con ellos enfrentados con el ejercito? También ellos controlan dinero, manejan al pueblo? Así, por lo menos, un quince por ciento del pueblo que está cerca de los guerrilleros votará en contra de la pz.
4. Lo cuarto es la droga? Colombia es un país, me dijo, en el que una parte considerable de la economía depende de la droga, que ha creado en muchas partes un Estado paralelo, pues el Estado oficial de la nación no llega o no tienes medios para implantar la paz, una sociedad igualitaria. Por eso, los que están en el entorno de la droga, votarán en contra de una paz que iría en contra de su monopolio de violencia y de dinero. Así, por lo menos, otro quince por ciento.
5. Y, finalmente, están otros que no creen en nada o casi nada? Les en engañado por decenios, lo mismo el Estado que la Guerrilla, que forma casi parte del Estado. Están acostumbrados a lo que hay, a esta especie de pacto de clanes, cada uno con su poder feudal? Y mientras la droga corra hay dinero que viene de USA o de Europa Occidental, los países que dicen rechazar la droga pero que la compran y la necesitan. Con estos, me dicho, una mayoría de la población de Colombia dirá que no a este plan de paz.
Una votación en el Aeropuerto del Dorado, Bógota
Mientras la profesora de música me hablaba, con la gran guitarra en el suelo, yo miraba a mi reloj, procurando que no se ma pasara la hora de embarcarme. Le presenté mi reservas, me contestó con cariño, diciendo que las cosas no eran como yo pensaba.
Le dije que la votación a favor de la paz sería arrasadora? Me dijo ¡ójala!, pero las cosas no son claras. Y por lo que le he dicho tengo el presentimiento de que va a ganar el no a la paz, el sí a la guerra?
Le dije que eso era imposible, que la gente quiere la paz? Y me contexto encendida de triste pasión:
‒ ¡Eso no es cierto, me dijo! No es cierto en Colombia, pero ni tampoco en USA y en la próspera Europa. La gente no quiere la paz, sino un tipo de seguridad, y el triunfo de sus imposiciones. Por lo que veo, Usted es un hombre religioso, y debería saber esto: La paz es imposible sin justicia, y aquí no hay justicia; la paz es imposible sin un tipo de igualdad básica, y aquí no hay igualdad?
Todos hablamos de paz, los del ejército y los guerrilleros, pero todos preparan su guerra y quieren su propia victoria, la suya, no la de todos, al servicio de sus intereses. Sólo nos gusta la paz de nuestra imposición, una paz edificada sobre la destrucción de los distintos, de aquellos que consideramos culpables, enemigos?
Empezaron a anunciar mi vuelo a Madrid. Ella iba en dirección USA? Voy al "infierno", me dijo. Nosotros, los colombianos tenemos la mayor parte de la culpa? Pero también Ustedes tienen la culpa, en especial los Yanquis, que no quieren la paz, sino el triunfo de sus intereses.
Quince días más tarde. Era verdad lo que me decir E.A.
Así se llamaba la mujer, profesora de música, que tomaría el próximo avión para USA. Mientras yo me embarcaba para Madrid, ella quedó como ensimismada, entre su maleta y su guitarra. Había sido una conversación fascinante, pero poco después, sentado en el avión lleno hasta los topes, me olvidé casi de ellas.
Pero han pasado sólo quince días, he leído las noticias del referéndum sobre la paz en Colombia y veo que E. A. había tenido razón. Ha perdido la opción por la paz, como era lógico.
En un pueblo como Colombia la paz sin más no puede triunfar? , a no ser que triunfe y se rehaga la misma Colombia Lo que triunfa por un lado y por otro es la opción por la violencia, sea del ejército, sea de la guerrilla. Triunfa la opción que deja más abierto el "negocio" de los traficantes.
En guerra vivimos mejor, he pensado, no sólo en Colombia, sino también en España, con motivo de la auto-destrucción del PSOE, con motivo de las elecciones? Así lo he recordado retomando el motivo de mi HISTORIA DE JESÚS, en el capítulo dedicado a las Bienaventuranzas.
Todos decimos que queremos la paz? Pero la paz es imposible (según Mt 5) a no ser que optemos por la verdad, por la vida compartida, por la justicia y transparencia para todos strong>la paz es imposible sin un tipo de sacrificio personal, sin una opción de apertura a los otros, en justicia, en igualdad, en transparencia, por encima del negocio del ejército (con el 52% de los gastos públicos), por encima de un tipo de economía hecha para dominar a los distintos.
La paz es imposible sin verdad, sin igualdad, sin reconocimiento de los demás, sin misericordia. Tal como se planteaba en Colombia la paz era imposible a no ser que cambiemos todos. Tal como se plantea en España, la paz es también imposible, porque quiere fundarse en la injusticia de unos y en la sumisión de otros. A muchos de nosotros nos importa el negocio de la guerra, la paz resulta secundaria o imposible. Queremos el triunfo de nuestros intereses, una paz de violencia o de droga, no la verdad. Seguiremos en Guerra, el Colombia y en España
Con un tema religioso de fondo (J. González)
En las reflexiones anteriores no he querido introducir el tema religioso, que estuvo en el fondo de toda nuestra reflexión... Pero lo ha introducido en lector de mi FB, y se lo agradezco mucho. Así me atrevo a presentarlo:
Bastante ambiguo el texto y notablemente desinformado. "Sí por las FARC, No por Colombia", cuando uno se toma el tiempo de revisar los acuerdos que se pactaron en la Habana nota justamente que hay un notable interés por integrar en el país a las minorías que históricamente han estado desamparadas; lo que dio en su momento origen a los grupos revolucionarios, y que nos ha tenido en guerra por más de 50 años.
Sumado a eso, la guerra en Colombia no ha sido sólo producto de las guerrillas sino además del narcotrafico, el paramilitarismo y el mismo gobierno colombiano que ha sido complice del derramamiento de sangre inocente. El voto decisivo del día de ayer para nosotros, era un voto que no sólo reflejaba la esperanza de un nuevo comienzo y finalización de una guerra absurda, sino además la posibilidad del perdón.
Los sectores más afectados por la violencia votaron masivamente por el SÍ, los que no, votaron por el NO. Voto, que informo de paso, fue alimentado por los grupos extremistas religiosos, que desinformaron notablemente a la ciudadanía desde sus pulpitos, y teniendo en cuenta que representan la segunda mayoría religiosa luego del catolicismo, tuvieron notable influencia en la población religiosa, mucha de la cual voto NO, sólo porque era lo "cristianamente" correcto.
Aunque tanto el catolicismo como el protestantismo histórico estuvieron trabajando por años para llegar hasta este punto, siendo el protestantismo minoría en Colombia. Por otro lado, la extrema derecha, que finalmente demostró el día de hoy que sólo querían entorpecer el proceso, porque no quisieron nunca sentarse con el gobierno de turno a presentar sus propuestas, y que al día de hoy, al ser invitados, se negaron, y la única propiesta que presentaron fue bastante floja e ingenua.
Los Colombianos más afectados votaron Sí al perdón y la reonciliación. El NO se remitió basicamente a asuntos religiosos y de conveniencia política, salvo algunas excepciones. Pero igual, ganó, con una baja diferencia el "NO, por Colombia, por ti, por mi, por nuestro futuro", al fin y al cabo, los pobres son los que entregan vidas y los que le ponen el pecho a la guerra.
Las regiones que sufrieron la guerra votaron por la paz (o la no-guerra más exactamente) y viceversa. En fin... no es que el "si" sería la solución ni mucho menos sino una importante mejora...
Esta Colombia inexplicable que me llena de tristeza
http://www.lupaprotestante.com/blog/esta-colombia-inexplicable-me-llena-tristeza/
Harold Segura
6.431.376 colombianos y colombianas dijeron NO al plebiscito que preguntaba por el apoyo al acuerdo final para la terminación del conflicto y la construcción de la paz en mi país. El NO ganó por una diferencia de 53.894 votos (habiéndose escrutado el 99.98% de mesas): 50.21% a favor del NO, contra 49.78% a favor del SI.
No estoy dentro de los votantes que dijeron NO. Yo creí que el acuerdo logrado entre el gobierno colombiano y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia FARC, aunque imperfecto, contenía los arreglos necesarios para que terminara el conflicto armado y soñáramos desde ya con la posibilidad de terminar esta guerra que nos ha carcomido por 52 años; una guerra que ha dejado a su paso una estela de 7.620.114 víctimas (según el Registro único de Víctimas), 6.414.700 personas desplazadas de su lugar de origen por la violencia, más de 218.000 víctimas fatales y 21.000 personas secuestradas.
Leí las 297 páginas del acuerdo. Viajé varias veces a Colombia para participar en redes eclesiales e interreligiosas a favor de la paz, también en algunas reuniones con personas del gobierno y actividades del Ministerio del Interior. Mi última visita fue en la semana en la que se firmó el acuerdo. Estuve el lunes 26 de septiembre en la Plaza de Bolívar, aplaudiendo y celebrando lo que había esperado por muchos años. Hablé con muchos de los contradictores del acuerdo para comprender la lógica de sus argumentos. Mi respaldo al SI nunca fue un respaldo partidista al presidente Juan Manuel Santos (no soy de su partido, ni voté por él), sino una apuesta esperanzada en que el acuerdo nos ayudaría a reconstruir el país y soñar con la reconciliación.
Leí, estudié, escuché y debatí por más de un año. Traté de incidir para la victoria del SI, pero los resultados de la votación me mostraron que eso no fue suficiente. Los motivos del NO pudieron más que las esperanzas del SI.
¿Cómo explicarles a mis amigos y amigas en el extranjero los resultados del plebiscito? Cómo explicarles que en Colombia escogimos responder NO a la pregunta del plebiscito: ¨¿Apoya el acuerdo final para la terminación del conflicto y la construcción de una paz estable?¨ Las razones son muchas y hay que escucharlas: Los votantes del NO estaban en desacuerdo, entre otros varios asuntos, con que las FARC tuvieran derecho a ocupar cargos públicos a través de elecciones populares, a contar con un presupuesto para crear un partido político, a que tuvieran un tratamiento especial y no pagaran sus condenas en cárcel (siempre dijeron que el acuerdo era una forma de impunidad) y a que los guerrilleros que regresaran a la vida civil recibieran cada mes un porcentaje del salario mínimo, además de subsidios para proyectos productivos. Estos, entre otros alegatos jurídicos, económicos y militares. Para los del NO, los acuerdos con las FARC eran nada más que 297 páginas de sandeces, como se atrevió a calificarlo el senador uribista José Obdulio Gaviria.
Por su parte, muchas iglesias evangélicas (con cierta vergüenza lo digo) y jerarcas católicos, se dedicaron a crear entre su feligresía el temor de que el acuerdo contenía claras y peligrosas muestras de la "ideología de género" (cuando de lo que habla el acuerdo es de "equidad de género") y que por ella el país quedaría expuesto a la "dictadura de los homosexuales" (así lo expresó el llamado "concejal evangélico de la familia", en Bogotá). Alegaban que la tal ideología era un plan gestado desde la ONU para desestabilizar el modelo de familia que se establece en la santa Palabra de Dios. También decían mis colegas pastores evangélicos, que los movimientos LGBTI (lesbianas, gays, bisexuales, personas transgénero e intersexuales) habían participado en las mesas de negociación en La Habana, mientras que a los líderes de las iglesias no se les dio esa misma oportunidad. Es decir, que el acuerdo había sido desigual a la hora de repartir las invitaciones a Cuba. Ah, y un argumento más: que con el acuerdo, estábamos corriendo el diabólico riesgo de que el castrochavismo se tomara el poder y "la próspera" Colombia se convertiría en "la paupérrima" Venezuela. ¿De dónde sacaron estas flacas argumentaciones? Aún espero la respuesta. La desinformación fue grande dentro de amplios sectores religiosos.
Para un gran sector del cristianismo evangélico, pudieron más estas ambigüedades retóricas que los valores cristianos de la reconciliación, el perdón y la paz. Hoy, muchos de ellos celebran alborozados el triunfo del NO como si fuera un triunfo de la fe y de la sana doctrina. El expresidente Álvaro Uribe Vélez, principal promotor del NO, acaba de agradecer en su discurso "a los pastores de buena moral" (yo no estoy en esa lista) por su exitosa participación en el plebiscito. Sí, les debe mucho.
En este momento, en medio de esta tristeza que me abruma, escucho las palabras de Rodrigo Londoño Echeverri (Timochenko), comandante en jefe de las FARC-EP quien acaba de expresar: "Las FARC-EP mantienen su voluntad de paz y reiteran su disposición de usar solamente la palabra como arma de construcción hacia el futuro. Al pueblo colombiano que sueña con la paz, que cuente con nosotros. La paz triunfará". Estas palabras son una gota de aliento en medio de este desierto de frustraciones. Las FARC-EP mantendrán su voluntad de paz. Y esperan que la paz triunfe.
Entre tantos reveses debe renacer la esperanza. Si las FARC mantienen su compromiso con el cese del conflicto (como lo han dicho hoy) y el gobierno conserva su disposición al diálogo (como lo ha expresado el presidente Santos), le corresponde ahora a los promotores del NO (en entre ellos la extrema derecha uribista) plantear los cambios al acuerdo y confirmar que sí tienen interés en la paz. Es el momento de que pasen del "así NO" al "así SÍ". La prueba de la paz es ahora para los adversarios del acuerdo.
"Felices los que trabajan en favor de la paz, porque Dios los llamará hijos suyos" (Mateo 5:7 BLP)
Las víctimas votaron por el Sí
Un vistazo a las regiones más afectadas por el conflicto permite ver una de las grandes paradojas de Colombia: quienes más muertos pusieron en la guerra apoyaron más el Acuerdo.
Plebiscito por la paz: víctimas del conflicto votaron por el Sí Las víctimas votaron por el Sí Foto: Jesús Abad Colardo / archivo SEMANA
Mientras el país termina de asimilar los resultados del plebiscito de este domingo, las cifras empiezan a permitir algunas conclusiones sobre cómo votaron los colombianos en las diferentes regiones de Colombia.
Y un dato que seguramente dará de qué hablar acaba de surgir: justo en los lugares del país más golpeados por la violencia, el Sí ganó con contundencia.
Esto lo muestran las cifras de votaciones en municipios históricamente asediados por el conflicto en Cauca, Guaviare, Nariño, Caquetá, Antioquia, Vaupés, Putumayo, Meta y Chocó.
Los números que más saltan a la vista son los de Bojayá, la población del Chocó que vivió uno de los momentos más traumáticos de la guerra y que recientemente participó de un acto de perdón con los miembros del Secretariado de las FARC. En mayo del 2002 un enfrentamiento entre guerrilleros y paramilitares mató a 79 personas en una iglesia de ese municipio. Justo allá, este domingo 96 % de la población votó por el Sí, y solo 4 por ciento restante por el No.
En Miraflores, Guaviare, donde en 1997 las autodefensas asesinaron a 12 personas y desplazaron a más de 300, el Sí ganó con 85 % de los votos.
Este es el listado completo de cómo votaron las víctimas. Para ver los horrores de la violencia que golpearon a cada lugar, haga clic en el vínculo.
Bojaya, Chocó: Sí: 96%, No: 4%
Caloto, Cauca: Sí: 72,9%, No: 27%
Cajibio, Cauca: Sí: 71,1%, No: 28%
Miraflores, Guaviare: Si: 85%, No: 14%
Silvia, Cauca: Sí: 73%, No: 23%
Barbacoas, Nariño: Sí: 73%, No: 26%
Tumaco, Nariño: Sí: 71%, No: 28,8%
San Vicente del Caguán, Caquetá: Sí: 62%, No: 37%
Apartadó, Antioquia: Sí: 52%, No: 47%
Mitú, Vaupés: Sí: 77%, No: 22%
Valle del Guamuez, Putumayo: Sí: 86%, No: 13%
La Macarena, Meta: Sí: 73%, No: 39%
Puerto Asís, Putumayo: Sí: 57%, No: 42%
Turbo, Antioquia: Sí: 56%, No: 43%
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