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Éxito del grupo Lazarillo con su actuación 130 de ‘Teresa, la jardinera de la luz’
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Casino de Salamanca

Éxito del grupo Lazarillo con su actuación 130 de ‘Teresa, la jardinera de la luz’

Actualizado 05/09/2016

Se completó el aforo y se multiplicaron las felicitaciones, con la presencia del autor de la obra, Denis Rafter

Una casa para todos. Y en esta ocasión no lleva su nombre. Hemos hablado tanto de ella, que parece una obviedad decir que nos estamos refiriendo a Teresa de Jesús. Hace ya un año largo que el grupo de teatro Lazarillo de Tormes representó su más que conocido montaje, "Teresa, la jardinera de la luz", en el patio de la Casa de santa Teresa, sita en nuestra ciudad de Salamanca, y donde la misma aludida fundó uno de sus conventos. Importantes episodios de su vida, aquí tuvieron lugar, cosa que también se nos recuerda en la obra. Sin embargo para Lazarillo de Tormes supuso subirse por primera vez, con este trabajo, a un escenario para el que en un principio no había sido concebido, esto es, el patio de un edificio. Conocemos, por tantas veces repetido, en especial por su propio productor, Javier de Prado, el magnífico y apropiado escenario que han sido los altares de las iglesias para "Teresa, la jardinera de la luz", por lo rápidamente que implican al público presente, pues la carga de energía humana, enseguida crea la sinergia necesaria en cada y única representación.

Después de numerosísimas actuaciones, en las que tan sólo en dos ocasiones, y por imperativos de fuerza mayor, nuestra afamada obra tuvo que subirse a las tablas de un teatro, en la tarde del domingo 4 de septiembre, y como prólogo de excepción de las Ferias y Fiestas salmantinas, el Casino de Salamanca la recibe en otro patio, el marco del suyo, de estilo neorrenacentista, ubicado en el Palacio de Figueroa, donde tiene su sede. Y en esta fecha, Lazarillo de Tormes, nos ofreció su original y profesional puesta en escena a la que nos tiene acostumbrados, llegando así a otra cifra redonda, la número 130. Y es que a pesar de la aparente sencillez del guión elaborado por Denis Rafter, este grupo ha conseguido hacernos olvidar su condición de actores aficionados, para arrastrarnos irremisiblemente hasta la figura de la carmelita del XVI. El texto es breve, conciso, y recoge lo fundamental de la vida de Teresa; pero además ya sabemos también de la belleza estética de sus cuadros escénicos, a los que nos tiene acostumbrados Rafter, si se ha tenido la oportunidad de conocer alguno de sus otros trabajos.

No cabe duda que este patio del Palacio de Figueroa, que con tanto acierto ha brindado el Casino de Salamanca a tan singular puesta en escena, no desmerece en belleza y adecuación espacio-temporal a cada uno de los altares a los que ha sido llevada. Es más, cuando este trabajo empezaba su singladura, se hizo mención también a la posibilidad de llevarlo a cabo en claustros, cosa que hasta el momento no se había conseguido. Así pues son muchos los motivos de orgullo y emoción para los salmantinos al poder disfrutar de un proyecto teatral que nació con toda la ilusión y carga de entrega y trabajo por parte de sus responsables. Lazarillo de Tormes es fundamentalmente salmantino, y podemos constatar que Denis Rafter no carece de un importante vínculo afectivo con estas tierras charras, y en especial con la ciudad que alberga la Feria internacional de teatro de Castilla y León, Ciudad Rodrigo, que tan brillantemente acaba de clausurar la semana pasada su decimonovena edición. Como en tantas ocasiones, le hemos visto pasear por sus calles y tomar parte activa en sus espectáculos, ya como interesado espectador, o como responsable de algunas de las ofertas allí hechas, como ha sido en esta edición, el área dedicada al teatro infantil. Aprovechamos también estas líneas para felicitarle por el premio que la Asociación de Amigos del Teatro de Ciudad Rodrigo, le otorgó en la mencionada Feria mirobrigense por su excepcional trabajo de dirección del "Edipo", con el que nos deleitó, no sólo en Ciudad Rodrigo, sino también en nuestras noches del Fonseca, o en el Festival de Teatro Clásico de Mérida.

Contemplar pues entre tanta belleza arquitectónica, como la que nos ofrece el escenario elegido en esta ocasión, la puesta en escena de "Teresa, la jardinera de la luz", hizo más fácil que nos remontáramos al siglo XVI, época también de Teresa de Jesús. Y es que un contemporáneo suyo, don Juan Rodríguez de Figueroa tuvo a bien la construcción de este maravilloso palacio situado en pleno centro de la ciudad. Actualmente alberga las instalaciones de nuestro Casino. Fue sin duda don Juan, un prócer de su época. Hombre que ostentó muchos y relevantes cargos, como el de catedrático de la universidad de Salamanca, juez y regidor de la misma, o doctoral de Coria, así como representante político en los reinos de Nápoles y Milán. No se le puede negar, pues, el buen criterio demostrado en la inversión de sus, sin duda, abundantes rentas, en la construcción de tan maravilloso edificio. Al tener entrada por dos calles, las actuales Zamora y Concejo, es poseedor de dos magníficas fachadas renacentistas, posiblemente nacidas de la escuela del afamado Gil de Hontañón, y a pesar de reformas posteriores, guarda en su interior el escenario, gracias al que hemos vuelto a disfrutar de Teresa de Jesús, en una obra de teatro, que sin duda no ha hecho más que acrecentar nuestro deleite por la simbiosis perfecta entre marco y escenografía; texto y contexto espacial; interpretación y complicidad del público.

Decía el sabio, que "casa con dos puertas, mala es de guardar", y sin embargo podemos afirmar que en esta ocasión, el Palacio de Figueroa de nuestra ciudad tiene el privilegio de permitir el acceso a su interior por dos de las más importantes y céntricas calles de nuestra ciudad. Quizá la sabiduría en este caso, no está en salvaguardar su interior de gentes y miradas indiscretas, sino en permitir que todos podamos acrecentar su belleza y riqueza disfrutando de este espacio. Esta inteligente visión tuvo allá por 1858, la primitiva sociedad de recreo, de la que partiría el actual Casino, al adquirir este edificio como sede de sus instalaciones de ocio. Se cumplen ahora, pues,158 años de su fundación, en un día, el 4 de octubre, en el que también recordamos el fallecimiento de Teresa de Jesús. Nos remontamos al siglo XIX, en el que este espacio de ocio, permitía reunirse a hombres y mujeres de la ciudad, que a cambio de una cuota, tenían la libertad de entrar y salir para encontrarse en tertulias, lectura de prensa, juegos varios, o incluso bailes de sociedad, sin estar sometidos a ningún protocolo de comportamiento que las reuniones en casas privadas obligaba. Nacidos en Italia, los Casinos, llegaron a nuestro país, y en nuestra ciudad en concreto, ha ido evolucionando para ofrecer a socios y extraños, todo tipo de actividades de índole intelectual, cultural, social y de recreo. Y en estas Ferias del 2016, por primera vez, los salmantinos, gracias a este buen hacer e interés por todo lo que nuestra universitaria y renombrada ciudad puede aportar, los socios de nuestro Casino han sido, por primera vez en sus instalaciones, anfitriones de una exitosa obra de teatro, que ha sabido acercar con otra mirada la historia de una gran mujer, Teresa de Jesús, tan vinculada a Salamanca por tantos motivos.

Con la encomiable defensa que sus hermanas carmelitas hacen de ella ante un dominico enviado de la Inquisición, encargado de demostrar el sospechoso comportamiento de nuestra monja, se nos descubre otro perfil de esta mujer, inteligente, de preclara intuición teológica y literaria, viajera incansable fundando conventos de su tan criticada reforma, y por encima de todo, mujer de un tiempo, en el que este simple dato se convertía en el mayor de los impedimentos para ser una persona integral. Sí lo eran los varones de su tiempo. De hecho un hombre como don Juan Rodríguez de Figueroa, promotor del escenario en que en esta tarde de septiembre volvemos a descubrir a Teresa en Salamanca, reunía en sí todos los títulos que a ella le hubieran sido negados, y formaba parte de estamentos de la sociedad que tanto la atacaron: el ámbito intelectual, religioso, judicial y político, a pesar de lo cual, no le impidieron moverse con soltura y valentía, plantando cara a todo aquél que se pusiera en su camino. Tan sólo un motor movía su vida, el Amor, en mayúsculas, como siempre debiera ser escrito y vivido.

Entre las hermosas y elegantes columnas renacentistas que sustentan la galería superior, a la que se accede por una no menos bella escalinata, muchas novias han paseado la felicidad del día de su compromiso matrimonial. En esta ocasión unos sobrios y auténticos hábitos de estameña de lana de oveja recubren a unas monjas que los visten orgullosas, pues son el símbolo de su entrega a un amor infinito que les desveló su madre Teresa y les enseñó a ser libres en la elección de sus caminos. Y mientras escuchan la música renacentista del órgano del maestro Salinas que las acompaña, se sienten fuertes ante un púlpito, que a modo de altar condenatorio, representa todo aquello que la oscura y asustada mirada de los poderosos de la tierra imponen a los que no consideran que estén a su altura. A través de "Teresa, la jardinera de la luz", recorremos un camino lleno de humanidad, obediencia, humildad, pero también inteligencia y valentía, que viene de la paciencia de un espíritu que gracias a la razón y el amor, llega a lo más alto de la existencia. Descubrimos la libertad dentro de los muros de un convento, la autenticidad de lo cotidiano, lejos del ruido y los fastos de la hipocresía y el poder, la entrega de las capacidades en ayuda de los que pueden menos, y la luz de la alegría de sentirse fuertes ante el compromiso. Quizá porque cuando se está ante esta obra de teatro se nos implica en todos los ámbitos de nuestra vida, esta luz ha sido el mejor de los fuegos de artificio que preceden a todas las Fiestas de una sociedad. La salmantina empieza las suyas con este pequeño regalo para todos. Gracias a los que así lo han procurado y ¡Felices Fiestas, Salamanca!

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