Suavemente, de forma casi mágica, el globo abandona el suelo e inicia un camino marcado por la brisa porque durante una hora todos serán pasajeros del viento
El vuelo en globo comienza a primera hora de la mañana, cerca del amanecer. La actividad completa tiene una duración aproximada de tres horas de las que una hora corresponde al vuelo. Volar en globo es extraordinariamente seguro. Siempre en las nubes incluye además una celebración con cava y un almuerzo campestre en el lugar de aterrizaje y una entrega de diplomas de vuelo. Todos los pasajeros recibirán un vídeo de su aventura y el reportaje fotográfico de la experiencia.
Con las primeras luces del amanecer los pasajeros van llegando a la zona de despegue. Tanto el piloto como el equipo de tierra trabajan concienzudos en el montaje del globo y van recibiendo a sus invitados del viento. Los globos comienzan a llenarse de aire iluminados por los rayos del sol naciente. Los pasajeros que lo deseen pueden colaborar en el montaje del globo. Se respira ambiente de aventura. Todo un espectáculo que no es más que el principio de una experiencia inolvidable.
Los primeros fogonazos del quemador bastan para que el globo, que parecía un enorme cetáceo multicolor varado en la playa, se desperece y se levante, ya con ganas de volar. Su enorme corpachón, que hasta un momento antes sólo era un gran trozo de tela, se muestra ahora magnífico, como un gigante erguido en medio del campo. Los pasajeros, emocionados, suben a la barquilla. Antes de despegar el piloto les ofrece un breafing con medidas de seguridad, durante el cual responde a las preguntas más habituales. Todo está listo para el despegue.
Suavemente, de forma casi mágica, el globo abandona el suelo e inicia un camino marcado por la brisa porque durante una hora todos serán pasajeros del viento. Una hora para asomarse al mundo de siempre desde un privilegiado balcón entre las nubes.
El piloto lleva al globo a diferentes alturas buscando las corrientes de aire más favorables de forma que el vuelo sea entretenido y variado.
El tiempo se pasa, nunca mejor dicho, volando. Es frecuente observar todo tipo de fauna durante el vuelo. No hay movimientos bruscos, ni desagradables. La barquilla es extraordinariamente estable y se diría que es el mundo el que se mueve bajo nosotros, para ofrecernos sus rincones secretos. Las vistas y las sensaciones son inolvidables.