Agosto sangra en las ingles de los toreros. Los kilómetros se comen el agotamiento, el cansancio mental y las carreteras de España reparten arte, valor, sudores y miedo a mansalva. En este contexto de tanta luz se va un buen torero salmantino. Sebastián Martín "Chanito". Martín de Yeltes le dio su primera respiración y luego ya todo fue respirar toros, afición, ambiente. Dicen los libros, que por cierto no se aclaran en la fecha de su nacimiento, en el 40 o en el 44, que "Chanito" tenía la impronta de la valentía y el pundonor y que dejó escritas férreas páginas de buen toreo, sobre todo en un coso principal: el de las Ventas. El 17 de agosto del 69 debió borrarse del calendario, pero sucedió. Sebastián hizo el paseo en Las Ventas y un toro de Pío Halcón le corneó dramáticamente en el cuello dejándole la vida en un hilo. Le cortó las orejas. Solo toreó una tarde en San Isidro. Fue el 17 de mayo de 1970. Aquello fue también otro drama. Una dura corrida de Celestino Cuadri hirió a sus dos compañeros, Pedro Benjumea y José Falcón (que moriría en Barcelona en los cuernos de "Cuchareto") y "Chanito" echó para adelante la corrida él solito con un arrojo indómito y envidiable.
Y volvemos a los libros. El 25 de abril de 1971 le corta otra vez las orejas a un buen ejemplar de Moreno Yagüe. Aquel año toreó solo diez corridas de toros. Las estratagemas empresariales no daban sitio y justicia a los éxitos conseguidos en el ruedo. Y, después de cortar en Madrid siete orejas en diez corridas de toros y salir a hombros por la puerta grande en tres ocasiones, Sebastián se va desengañado, triste y con los demonios de la injusticia arañándole el corazón.
Esta es su historia, la de un luchador sincero y valiente que no encontró la recompensa debida. Pero hay otro triunfo que si hizo suyo: el del reconocimiento de quienes le vieron, le trataron y se emocionaron con sus gestas. Sebastián gozó de la admiración de la afición sería y conocedora de las dificultades de este arte, de los caminos de minas.
Cuando aquel ya lejano 20 de julio de 1969, Andrés Hernando le concedía a Sebastián Martín en Las Ventas la borla del doctorado en presencia de Pedro Benjumea, entraba en la historia de la tauromaquia salmantina un buen torero que, sin ser figura, ha cincelado ya su propia e indeleble leyenda.