La segunda serie de razias de guardias y milicianos fascistas se centraron contra pueblos que se habían señalado por sus manifestaciones hostiles al Movimiento
[Croniquilla dedicada a todas las personas que el sábado asistieron a la presentación de La represión franquista en el sudoeste de Salamanca (1936-1948): alcaldes, concejales y responsables políticos de la Ciudad y su Comarca, compañeros del Centro de Estudios Mirobrigenses y su secretaria Socorro Uribe Malmierca, familiares y vecinos de víctimas, suscriptores y otras personas interesadas por la memoria histórica, algunas llegadas de lejos. De un modo u otro, con su presencia, contribuyeron a un inesperado y estimulante éxito de público, que es complementario de la extensa implicación de mirobrigenses y foráneos en la publicación del libro, cuyos ejemplares, por otro lado, están casi todos vendidos. Dedicatoria agradecida para la prensa digital local y las páginas web del CEM y de Farinatos por la Memoria, que difunden nuestras croniquillas y necrologios].
La segunda serie de razias de guardias y milicianos fascistas se centraron en los últimos días de julio contra pueblos que, a imagen de la Ciudad, se habían señalado por sus manifestaciones hostiles al Movimiento: Retortillo, El Bodón, Villar de Ciervo, Robleda y de nuevo Ciudad Rodrigo. Una de las primeras operaciones de los comandos represivos (aludidos el pasado día 21) tuvo lugar en Retortillo. El alcalde republicano Isaías Montero Egido y los concejales se habían negado a entregar el mando municipal a unos individuos fascistas llegados de Vitigudino el día 22. Esto sucedió en el contexto de una huelga que los socios de la Casa del Pueblo (STT) y la agrupación de Socorros Mutuos habían proclamado el día 20 para defender la República. Por ello el día 25 de julio de 1936 (fiesta señera de Santiago, de descanso obligado durante la faenas de la siega) José Vidriales Varas, tres números de la Guardia Civil y cuatro falangistas se presentaron en esta localidad. La Comandancia de Salamanca les había encomendado la misión de efectuar un recorrido con registros, recogida de banderas y detenciones en Muñoz, Martín de Yeltes, Boada y La Fuente de San Esteban. En Retortillo detuvieron a cinco personas que serían sumariados por el procedimiento "de urgencia" en Salamanca, tres hombres y dos mujeres (C.747/36).
A consecuencia de la documentación incautada, estos y otros numerosos vecinos, cargos municipales, sindicalistas y huelguistas fueron procesados entre 1936 y 1937, empezando por el alcalde Isaías Montero, zapatero de profesión, condenado a reclusión perpetua y una sanción de 10.000 pts. (este importe equivalía a la fortuna que por entonces se les calculaba a los labradores "ricos"), juzgado con otros diez (C.878/36). La misma suerte corrieron el concejal Facundo Calderón García y otros seis (C.748/37), así como otros 23 vecinos (C.380/37). Los peor parados fueron tres vecinos que habían huido en la redada del 25 de julio, porque habían oído que a los socios de la Casa del Pueblo los sacaban de la localidad y eran "fusilados por las fuerzas militares y milicias armadas": Celso Moro, Cristino Bartolomé Martínez y Máximo Muriel. Estuvieron huidos hasta el día 12 de agosto, cuando cayeron en una trampa análoga a los falsos "bandos de perdón" (Espinosa 2006a: 146). Fiándose de la buena disposición, al parecer no fingida, del alcalde militarista, un sargento de Ingenieros retirado, se presentaron en el pueblo, donde fueron detenidos. Los tres fueron procesados, junto con Juan Inés Moro, acusada de haber ocultado entre el estiércol una pistola de su hermano Celso (C.462/36). La joven fue absuelta y los tres varones condenados a muerte en el consejo de guerra (28/09/36) y ejecutados (23/10/36).
En total se ha identificado a más de medio centenar de vecinos represaliados:
Las autoridades locales hasta ahora no han dejado constancia de reconocimiento alguno de estas víctimas, ni siquiera de las que fueron asesinadas. Esta es la identificación nominal y socio-profesional del Necrologio republicano de Retortillo:
Victorino García Calzada, de 38 años, natural de Boada, hijo de Juan y de Francisca, casado con María del Rosario Sánchez Moro, jornalero; sacado de su domicilio (09/08/36) para Castillejo de Huebra, término de Muñoz, donde fue enterrado fuera del cementerio, en una fosa común, según testimonio de su nieto Victorino García Calderón (ASMJ, inscripción de la defunción fuera de fecha, 26/03/80).
Heliodoro Sánchez Moro, de 25 años, hijo de Julián y de Rosalía, vaquero, vocal de comité de huelga (20/07/36), detenido y preso en Ciudad Rodrigo, aunque no figura en el listado de la cárcel del partido judicial (Desaparecidos 1936). Como su cuñado Victorino García fue de los primeros eliminados clandestinamente (09/08/36), en la misma saca, lugar y demás circunstancias, según testimonio del citado Victorino García, su sobrino nieto (ASMJ).
Cristino Bartolomé Martínez Muriel, de 27 años, hijo de Hermógenes y de Paula, soltero, jornalero, secretario de la Sociedad de Trabajadores de la Tierra (STT), concejal. Huyó a la finca de Pito y Sierro cuando la Guardia Civil y la Falange lo buscaban para llevarlo a Salamanca (25/07/36), fue detenido en Retortillo por los "guardias cívicos", preso en Vitigudino (12/08/36) y en Salamanca (20/08/36). Un consejo lo condenó a muerte por "adhesión a la rebelión" (28/09/36) y fue ejecutado en el campo de El Marín (23/10/36), siendo enterrado en el cementerio de Salamanca (23/10/36), según la C.462/36.
Celso Moro Hernández, de 31, nacido en Cerralbo, hijo de Nicolás y de Margarita, soltero, jornalero, teniente de alcalde, presidente de la STT, huido, apresado, procesado, condenado a muerte, ejecutado y enterrado en las mismas circunstancias que Cristino Bartolomé Martínez.
Máximo Muriel Blanco, de 26 años, hijo de Aniano y de Rosario, soltero, jornalero, vocal de la Sociedad de Trabajadores de la Tierra (STT), huido, apresado, procesado, condenado a muerte, ejecutado y enterrado en las mismas circunstancias que Cristino Bartolomé Martínez.