Desde niño, las cerezas me han parecido tesoros. Igual que perlas rojas. O pendientes, que nos poníamos en las orejas cuando cogíamos varias de ellas enlazadas. Es una fruta de la memoria. Con ellas viene siempre el tiempo de plenitud, el que nos aguard
Desde niño, las cerezas me han parecido tesoros. Igual que perlas rojas. O pendientes, que nos poníamos en las orejas cuando cogíamos varias de ellas enlazadas. Es una fruta de la memoria. Con ellas viene siempre el tiempo de plenitud, el que nos aguarda cuando llegue San Juan. Perlas intensas rojas, cuando llega el estío. Amigas de los labios. Las hermosas cerezas.
José Luis Puerto (Texto) / Rosa Gómez (Fotografías)