En la estética, lo sublime es la calidad de la grandeza, ya sea física, moral, intelectual, metafísica, espiritual o artística.
a Fray Martín de Santiago, arquitecto y dominico
Con la luz del atardecer se escuchan las melodías
y revolotean sus sones en los pináculos,
éxtasis y razón de un sentimiento,
arquitectura, fe, oración y sueño.
Se hace la música pétalo ardiente de la estrella,
lágrima hacia Dios
que es líquida alabanza que surca el firmamento.
Tu sueño es un regalo en la ciudad que siempre estarás
en el genio de tu omnipotente arquitectura
inmensa y levantada en hermosa alabanza
sobre el perfil de la ciudad de las memorias.
Cuando camino por ella
y escucho el sonido de los pájaros agitados
al comenzar el nuevo día
mi sentimiento se funde en los espacios en que vivo.
Y me gusta pensar que las torres son el poema oculto
de la arquitectura
el edificio que contiene el poema de vida de sus moradores,
sus sueños y desvelos.
Constructivamente fruto de la tierra
arquitectura ejecutada piedra sobre piedra, hacia lo alto
fruto del sudor del sueño proyectado
de sus inmensos pilares de piedras arrancadas a la tierra
para trabarlas formando sierras de vientos
Pináculos de luz o senderos de grandeza y esperanza
abrazado a la luz de las estancias, a las ventanas abiertas
por donde el día asoma en su grandeza.
Me sumerjo en la memoria íntima del sueño
incardinado en las piedras elevadas a la altura
de las torres sagradas de la historia.
Alzado de la tierra a la infinitud del cielo
a la memoria y gloria del Creador,
vestido de humildad y de luz
y de un perenne sentimiento
que perpetua en el cosmos infinito su proyección hacia lo alto
Los pináculos, peines de viento en el azul del cielo,
llamarada de luz hacia poniente
de la humildad de ser piedra angular
y sueño , de estimado blasón de aconteceres,
cuando la tarde luminosa, en la ciudad, se eleva altiva
en el atardecer sagrado abrazado a la belleza que atesora
Vestigio de luz mecido por el viento
que mira hacia poniente, abierto de hermosura
piedras labradas a la quietud del día
acaso sueño de una historia íntima.
Sublime grandeza de la intensa súplica
de la oración del hombre en alabanza,
Arte de poseer el bien hermoso de un don en celestial destino,
que glorifica la presencia de Dios aquí en la tierra.
Sus ojos acercados a la distancia
anhelantes de nuevas patrias
compusieron en silbido alegre
el compás de su aflicción.
La morada paciente.
El sendero iluminado.
Sus ojos
absorbiendo el espíritu de la distancia
abrigados por el presente, recargado de deseos,
construyeron para la vida,
la posibilidad del germen, refugio del silencio.
quietud que sosiega?
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