Miguel Elías, José Luis Puerto, Pablo Unamuno y Francisco Blanco Prieto pusieron de relieve la importancia de los itinerarios serranos que siguió el intelectual en sus viajes, además de presentar la publicación en la que se recogen las visitas del escri
"Unos días en la cumbre silenciosa en el Santuario de Nuestra Señora de la Peña de Francia, teniendo a un lado, al norte, la llanada de Salamanca, como un mar de cálidos matices sembrado de islas de verdura, los manchones de los encinares y de otro lado, al sur, las abruptas sierras de las Hurdes y detrás, la sabana de Extremadura. Y al pie, los pueblecillos de la Sierra de Francia, agazapados entre castañares, enviando al cielo limpio el humo de sus hogares, viviendo su vida recogida. Y allí arriba, en la soledad de la cumbre, entre los enhiestos y duros peñascos, un silencio divino, un silencio recreador. Silencio sobre todo".
Así describía Miguel de Unamuno su paso por la Peña de Francia, descripción literaria que con el paso del tiempo, y el engrandecimiento de la figura del gran literato, se ha convertido en santo y seña, nunca mejor dicho, de este sagrado lugar próximo a La Alberca.
El Unamuno viajero, apasionado por las gentes de los pueblos, enamorado de la Sierra de Francia y, sobre todo, de La Alberca, fue recordado este sábado en este municipio que le ha tributado un merecido homenaje.
Visita a La Alberca en 1913
Esta vocación viajera de Unamuno (1864-1936), vinculada a escenarios de gran fuerza telúrica y resonancia histórica, se detuvo especialmente en La Alberca y la cercana comarca cacereña de Las Hurdes, a donde viajó en 1913 junto al hispanista Maurice Legendre, Severino Aznar, Jacques Chevalier y, como guía, un mozo de mulas apodado "Tío Ignacio".
Miguel de Unamuno escribió sus vivencias en un cuaderno de viaje, que quedaron reflejadas especialmente en "Andanzas y visiones españolas" (1922), como ahora recuerdan los autores de "Itinerarios serranos de Unamuno", una iniciativa presentada este sábado en La Alberca alrededor del retrato mural, obra de Florencio Maíllo, como recogen las imágenes de Miguel Elías y el propio pintor.
El mural, de dos metros de alto y más de un metro de ancho, ha sido colocado junto a la Plaza Mayor de La Alberca para recordar la entrada del grupo a este municipio, declarado Conjunto Histórico Artístico en 1940, procedentes de Las Hurdes.
El alcalde de La Alberca, Miguel Ángel Luengo, agradeció que escritores y pensadores salmantinos hayan querido ahora recordar la pasión de Unamuno por esta zona del sur de la provincia y subrayó el interés del Ayuntamiento por recuperar la presencia del escritor en las calles albercanas a través del retrato de Maíllo.
El homenaje al intelectual más universal vinculado a Salamanca, que ha contado con el decidido apoyo institucional del Ayuntamiento albercano y la Diputación Provincial (estuve presente el diputado de zona, Javier Hgarcía Hidalgo), se complementó con una mesa redonda y la presentación de la obra "Itinerarios serranos de Unamuno", escrita por José Luis Puerto, Miguel Elías, Francisco Blanco Prieto y por su propio nieto, Pablo Unamuno.
En este sentido, José Luis Puerto, poeta y natural de La Alberca, describe algunas visitas del escritor por algunos enclaves de la Sierra de Francia a principios del siglo XX, donde destaca su presencia en el monasterio dominico de la Peña de Francia, la Casa Baja de El Maíllo o el convento de El Zarzoso. Recordó Puerto que la Sierra de Francia permitió a Unamuno "tener dos experiencias no sólo físicas, sino también metafísicas: la de la sima y la de la cima".
Pablo Unamuno, su nieto, en su capítulo "Miguel de Unamuno y Gredos", recuerda a su abuelo a través de una semblanza escrita tras su visita a París: "Contemplo la torre Eiffel. Y me acuerdo de Gredos. Y siento la morriña de la eternidad". Recuerda los viajes por la provincia, la Sierra de Gredos y reproduce algunas de sus poesías.
El historiador, escritor y presidente de la Asociación Amigos de Unamuno, Paco Blanco Prieto, recordó cómo fueron los viajes que el intelectual de la Generación del 98 hizo por los deprimidos pueblos de Las Hurdes (Cáceres).
Miguel Elías, por su parte, en su capítulo "Cuadernos de viaje de Unamuno", realiza una serie de reflexiones de fondo existencial sobre la obra y pensamientos del gran rector salmantino.