La prensa destaca la violencia de los truenos y el ensañamiento de los rayos, los relámpagos no cesaban y no dejaba un momento de caer agua, por lo que fueron muchas las inundaciones, para una Salamanca de desagües raquíticos y canalizaciones estrechas e
Los periódicos de ese año cuentan que el 1 de agosto de 1905 en Salamanca, ya desde por la mañana, las nubes negras empiezan a verse sobre la ciudad. Los salmantinos mirando al cielo pensaban "la que iba a caer". No se equivocaron pues a eso de las dos de la tarde estalla una de las peores tormentas que se recuerdan.
La prensa destaca la violencia de los truenos y el ensañamiento de los rayos. Se habla de una chispa en unas eras cercanas al barrio de los Milagros y es el propio aguacero el que colabora con los vecinos para poder apagar el incendio. Los relámpagos no cesaban y no dejaba un momento de caer agua, fueron muchas las inundaciones, para una Salamanca de desagües raquíticos y canalizaciones estrechas e insuficientes.
El pánico se apoderó de las gentes que se encontraban alrededor de la fuente del Campo de San Francisco en busca de agua y tienen que correr para refugiarse. La calle San Pablo, por espacio de una hora se transforma en un río caudaloso. Por la calle Bordadores baja una corriente turbulenta que llega a los dos metros de altura arrastrando muebles y viéndose los vecinos obligados a refugiarse en los tejados.
El Ayuntamiento aloja en posadas a las familias cuyas casas han sido arrasadas; se pide ayuda al gobierno y se inicia una suscripción popular en la ciudad para ayudar a los más desfavorecidos.
Cuando las aguas por fin se retiran, el aspecto de Salamanca es desolador. No hay daños personales, pero los daños materiales son cuantiosos. Familias enteras se han arruinado quedándose sin hogar, sin animales ni material para trabajar... Todo se lo ha llevado el agua.
FOTOGRAFÍAS
Esperanza Vicente Macías