CARLOS JAVIER SALGADO FUENTES / Foctor en Ciencias Políticas y de la Administración por la Usal
Los Carnavales han llegado a su fin y, esta vez, han venido envueltos en una polémica que ha girado en torno a un espectáculo de titiriteros celebrado en Madrid. La polémica, que en principio sólo afectaba al municipio madrileño, se ha extendido exponencialmente hasta convertirse en el centro de todas las críticas de la prensa nacional durante varios días.
En cuanto al propio espectáculo de la polémica, era llevado a cabo por la Compañía de títeres Desde Abajo, dos de cuyos miembros acabaron varios días en prisión provisional sin fianza, acusados de enaltecimiento del terrorismo. La cuestión que ha desembocado en ello es que en la actuación de las marionetas se simulaba (por parte del títere que representaba a un policía) una manipulación de pruebas en que a la bruja acusada se le colocaba un cartel con el rótulo "Gora Alka-Eta" (en un juego de palabras entre dos organizaciones terroristas: Al-Qaeda y ETA), haciéndole el títere-policía una fotografía con dicho cartel como prueba del delito de la títere-bruja. En este sentido, la compañía de titiriteros ha apuntado que es su manera de expresar su convencimiento de que existen los montajes policiales y las manipulaciones de pruebas, algo que, personalmente, me parece que es mear fuera del tiesto, pues si estuviesen tan extendidas dichas prácticas en nuestro país los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado no habrían descubierto los casos de corrupción que se están poniendo sobre la mesa a día de hoy.
Por otro lado, aunque el espectáculo se puede llegar a considerar de mal gusto, me pregunto por qué la polémica salta a la luz ahora, pues estos titiriteros (ligados al sindicato anarquista CNT) ya actuaron en otras ciudades en el último año, caso de Salamanca, Jaén, Valencia o Granada, ciudad esta última donde se representó la misma función, con los mismos personajes y con el polémico cartel, como han llegado a señalar algunos medios, si bien sin tener ninguna consecuencia polémica en ese caso. Para la CNT "La realidad es que se critica el control y la represión a la población bajo el pretexto de una supuesta lucha contra el terrorismo". En este sentido, algunos supuestos de la conocida como 'Ley mordaza' podrían acomodarse a lo referido por la CNT, pero no deja de ser cierto también que los ciudadanos eligen periódicamente en las elecciones a quienes les gobiernan y, si no están de acuerdo con las leyes aprobadas (que deben respetar en todo caso lo recogido en la Constitución), basta con que no voten a los mismos, de cara a que esas leyes puedan ser derogadas por un nuevo gobierno.
En todo caso, creo que estos titiriteros, acusados de enaltecimiento de terrorismo, no han de ser los únicos que carguen por dicha acusación (que deberá ser sometida al examen de la justicia) o, cuanto menos, de la de incitación a la violencia. Hace menos de un mes, el polémico locutor Federico Jiménez Losantos, afirmaba en directo en su programa de radio que no disparaba a los líderes de Podemos por no tener una escopeta a mano, espetando un "aunque no sean inocentes". Toda una justificación de la violencia política, que tanto daño ha hecho a este país y a sus paisanos, y todo un alegato contra el artículo 15 de la Constitución (que reconoce el derecho a la vida y a la integridad física y moral). Por otro lado, recientemente han salido a la luz también unas imágenes del que fue hasta mayo presidente de la Diputación de Valencia y alcalde de Játiva, Alfonso Rus (actualmente investigado por corrupción), que en un mitin del PP llegó a sostener que "Saldrán todos los comunistas, que son los que me han denunciado, por los aires". Lo cierto es que ni uno ni otro han sido investigados por esas palabras por enaltecimiento del terrorismo o incitación a la violencia, como tampoco fue investigado el ex-portavoz del gobierno de Aznar, Miguel Ángel Rodríguez, al declarar hace unos meses que "Artur Mas necesita un fusilamiento". Todo ello hace preguntarse si hay una doble vara de medir y si, en función de quien seas, puedes "pasarte tres pueblos", pues parece que sigue habiendo "intocables" y que la justicia no es igual para todos.
Por otra parte, las salidas de tono intentando relacionar a Podemos con ETA se han hecho especialmente frecuentes en el discurso del PP, mensaje que están intentando que cale entre la sociedad a base de una insistente repetición. La última polémica en este sentido ha sido la creada por el ministro del interior, Jorge Fernández Díaz, que ha afirmado el martes que ETA espera "como agua de mayo" un gobierno que integre a PSOE y Podemos. Es una muestra más de la estrategia del miedo en que se está escudando el PP, que parece estar ya en plena campaña electoral, intentando ganar el voto recurriendo al miedo a la izquierda, cuando lo que deberían hacer (o es lo que al menos yo espero de cualquier gobierno y partido político serio) es salir a dar la cara y exponer con argumentos su proyecto, al contrario de su actual estrategia de esconder el programa y señalar con el dedo inquisitorial a qué bruja hay que quemar en la hoguera.
En todo caso, creo que la polémica de los titiriteros ha servido como una perfecta cortina de humo de cara a tapar las vergüenzas de Rita Barberá, que apuntan a que ésta podría estar directamente relacionada con la trama corrupta de la operación Taula. De esta manera, mientras en el país nos hemos estado pegando verbalmente sobre los titiriteros y las responsabilidades de ello, la no investigación de Barberá por estar aforada y su 'blindamiento' por el PP al integrarla en la Comisión permanente del Senado (para que siga gozando del aforamiento aún en el caso de que se disolviesen las cámaras), ha quedado en un segundo plano, minimizando así el desgaste que este caso pueda conllevar al partido del gobierno. Jugada maestra por parte de los responsables de comunicación del PP respecto a intentar ocultar el caso Barberá, aunque no por ello recuperaremos los españoles el dinero público que ha robado la trama valenciana de este partido.
Y es que la realidad se puede disfrazar o tapar, pero no por ello cambia, y aunque el caso particular de Barberá haya pasado sin mucho revuelo ante la opinión pública, la entrada el jueves de la Guardia Civil en las oficinas del PP (buscando pruebas respecto a la operación Púnica) ponen de nuevo a este partido y la corrupción en el centro de la actualidad. Para que luego digan los famosos titiriteros que hay manipulación de pruebas por parte policial, ahí está la Guardia Civil dando una lección de profesionalidad, sin casarse con ningunas siglas.