El fin de año es un tiempo de homenaje en Salamanca, la ciudad y muchos de sus ciudadanos tienen una cita con don Miguel y la ofrenda floral que ofrece el Ayuntamiento, independientemente de su signo político. La ciudad rinde homenaje a un personaje que ha marcado una época dentro de la cultura de la localidad y que hizo que ésta fuera más allá de su letargo y, atravesara fronteras a través de sus obras. Algo parecido podemos decir de Béjar, cada primero de año debería debería de tener lugar una cita y un homenaje a Don Nicomedes Martín Mateos, que como don Miguel ha marcado una época en la ciudad industrial, siendo uno de sus personajes más influyentes y proyectarse más allá de las montañas nevadas. Don Nicomedes fallece en Béjar, un 7 de enero del año 1890, no se fue sin un gran homenaje de sus paisanos, su último adiós fue como el de don Miguel, una muerte sentida dentro la ciudad y una auténtica manifestación de duelo.
Martín Mateos fue no sólo un gran pensador, ha sido uno de los hombres claves en la Béjar del siglo XIX, dónde a la vez que defendía su ideal progresista como forma de transformación social en un país enquistado en el absolutismo, quería transformar su ciudad y fomentar su progreso. Este año se celebra el doscientos diez aniversario de su nacimiento, un 15 de septiembre de 1806. Fue bautizado al día siguiente en la parroquia de San Juan Bautista por el párroco y rector de la misma por don Gabriel Sánchez, siendo su padrino su tío don Cayetano, casado con la hermana de su madre doña Isabel Pozo Yagüe. Don Nicomedes es hijo de Manuel Martín Mateos y de Petra Pozo Yagúe, modestos tejedores de Béjar y con pocos recursos económicos. Sus antepasados los Yagües, eran tejedores de los Países Bajos asentados en la ciudad textil y, los abuelos paternos; y. los Martín Mateos, procedían de Cáceres, eran maestros de obras que vienen a trabajar al palacio del Duque.
Muchos de sus paisanos han intentado mantener viva su memoria, como en 1912. En ese año, la revista Cultura y Tolerancia, le dedica un cariñoso homenaje dirigido por J. M. Blázquez de Pedro y en el que participan don Miguel de Unamuno y Dorado Montero entre otros. Dorado Montero había sido alumno de don Nicomedes en la Escuela Secundaria de Béjar, como reconoce en su artículo "Aquí, aquí.." . Después vinieron otros homenajes y artículos en los periódicos locales como Béjar en Madrid, El Adelanto, La Gaceta, Tribuna, etc. En la actualidad mantiene vivo el espíritu de don Nicomedes el profesor don José María Hernández Díaz, auténtico biógrafo y artífice del último homenaje este mes de julio de 2015. Tiene ya varios libros y artículos sobre el Martín Mateos, su última obra de recientemente Nicomedes Martín Mateos (1806 ? 1890). Filósofo, educador e icono ciudadano de Béjar. Desde estas páginas de SALAMANCArtv al DÍA, quisiéramos contribuir humildemente a resaltar su figura y su pensamiento.
Partiremos de las palabras de don Miguel de Unamuno, tomadas del citado homenaje de 1912?no conozco más que el nombre, absolutamente nada más. Y la idea de un filósofo, es decir, de un hombre preocupado de los problemas permanentes, en esa ciudad de Béjar donde tantas veces se encrespan los problemas pasajeros. He preferido a conocer la labor de ese bejarano ilustre, imaginarme lo que será urdir, tejer, batanar y tundir la tela del pensamiento trascendente, en ese taller de telas para cubrir la desnudez humana y a la vista del monte vestido de verdes castaños, junto a la obra de la naturaleza y junto a la obra de la industria humana? Y qué más? Cualquier cosa más sobraría.
Quisiéramos comentar en dos entradas del Blog las dos ideas principales que nos trasmite don Miguel sobre don Nicomedes Martín Mateos, la de un hombre que vive para su ciudad y la de un pensador transcendente.
En primer lugar fue, un hombre preocupado por Béjar, donde vivirá de y para la ciudad y sus ciudadanos. En Béjar participará en los principales asuntos de la ciudad en el discurrir de su historia y viviendo los acontecimientos de primera mano. Acabada su carrera universitaria y con el título de abogado debajo del brazo llega a ejercer a Béjar en 1833, año de la muerte de Fernando VII, allí participará en esos primeros momentos del conflicto carlista y de la transición larga y costosa del absolutismo al liberalismo. Contemplará el crecimiento industrial de Béjar, con todos sus logros y todas sus deficiencias y necesidades, será un protagonista activo desde su militancia en el partido progresista en determinados momentos, sin radicalizaciones y apostando por la tolerancia política y una base religiosa en su pensamiento como elemento vertebrador de una realidad nacional que se resiste a los cambios necesarios.
Este protagonismo en actividad de Béjar, al servicio de los ciudadanos, supondrá que sea uno de los hombres más influyentes de Béjar en el siglo XIX, estando presente en las instituciones políticas, culturales, educativas y de beneficencia más importantes de la ciudad. Desde su profesión de abogado recién licenciado, ya participa en los primeros momentos del liberalismo bejarano contra los envites carlistas como teniente de la Milicia Nacional de Béjar. Poco después, en 1836 juez de primera instancia en varias localidades, Peñaranda, Piedrahita, Sedano que no llegará a tomar posesión, Cieza, Andújar y de nuevo Piedrahita, donde termina su carrera como juez como consecuencia del pronunciamiento de Narváez en 1843. En todos sus destinos destaca por su labor en la jurisprudencia, así como por su lucha a favor del liberalismo, llegando incluso a ser jefe de la Milicia Nacional de Piedrahita.
Cuando vuelve a Béjar de nuevo en 1844, vuelve a su despacho de abogado, ocupando cargos importantes en el Ayuntamiento, como comisionado en la construcción de escuelas, concejal, regidor síndico, Alcalde durante un año, encargado de defender los intereses del Ayuntamiento frente al Duque de Béjar, participa en la comisión para la Beneficencia de la ciudad, profesor de la Escuela Industrial, presidente de la Junta de Gobierno de Béjar en el Bienio Progresista, Juez de Paz, profesor del Instituto de Segunda Enseñanza, Registrador de la Propiedad, fabricante de paños y un defensor de los intereses bejaranos como nos decía don Miguel. Su influencia sobre la ciudad se dejará sentir en los acontecimientos previos a la Revolución Gloriosa en Béjar, así como en muchas ocasiones en la vida y quehacer diario, participando y creando instituciones culturales como el Casino Obrero. Todo ello, sin descuidar su estudio y creatividad en el pensamiento filosófico, histórico y pedagógico, armonizando en él la razón y fe. No es extrañar que la ciudad lo nombrara hijo predilecto, constándole su sepultura en el cementerio de San Miguel. Aunque para muchos de sus hijos más brillantes, todo eso es poco, quedando como una figura más en la historia y no del todo viva en sus ciudadanos e instituciones. Nunca es tarde.....
(Continuará?)
Sabemos que en las casas de la Roma republicana las imagenes y los tituli de los antepasados más destacados por sus gestas, ocupan un lugar de privilegio. Don Nicomedes bien merecido lo tiene en la historia de la filosofía y de la educación de la España contemporánea, pero de forma muy especial en el corazón del pueblo y ciudad de Béjar.
Hernández Díaz, J. M., Don Nicomedes Martín Mateos. Antología de textos breves., p. 38
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