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Hielos, besos, decibelios: ¡Nochevieja!
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FUERA DE MANO

Hielos, besos, decibelios: ¡Nochevieja!

Actualizado 03/01/2016
Antonio Vicente

ANTONIO VICENTE / Juez Internacional Canino

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[Img #521193]Algunos, a pesar de la cantidad de nocheviejas celebradas, nos resistimos a quedarnos en casa en tan especial noche tras ingerir las uvas, sintiendo la amenaza de esos programas de televisión, propios de esta noche, tan repetitivos y grabados, probablemente, a la vuelta de las vacaciones de verano de sus protagonistas.

Alguna ventaja tenía que tener vivir en un pueblo en el que no es necesario usar el coche para salir a disfrutar de la Nochevieja, la más loca y divertida de las noches del año, donde nunca falta el reencuentro con amigos y viejos conocidos con los que cruzamos besos y abrazos mientras expresamos nuestros mejores deseos para afrontar el nuevo año. También cruzamos los mismos deseos con otros, menos amigos, solo conocidos, pero con las mismas intenciones; será la mezcla de dos materias iguales, servidos en distintos formatos, uvas y cava la que ablanda nuestros corazones y remueve nuestras conciencias.

Como actualmente, y desde hace años ya, el cava ha caído en desuso, los 'refrescos' cobran especial protagonismo, aderezados con hielos, que ahora son del tamaño de una pelota de tenis o poco menos, y un sinfín de productos aromatizantes tales como bolitas de enebro, pepinos, pimienta e incluso hojitas de laurel, todo ello para estar a la última en materia de coctelería.

Una vez besados todos con todos y con el 'refresco' elegido en la mano, lo normal es hablar con los amigos, y en algunos casos con sus hijos, a veces también presentes, que estos días han regresado a casa procedentes de la 'movilidad exterior' en la que viven el resto del año. Pero hablar en esta noche se hace muy difícil, los decibelios de la música 'pinchada' invaden el espacio y si dificultan el habla hacen imposible el entendimiento. Hay que hablar pegado al oído y escuchar pegado a la boca de tu interlocutor, a grito pelado y aún así se corre el riego de no entender bien lo que se habla con los riesgos que esto conlleva.

Como quiera que entre los gritos y el frio de los hielos las cuerdas vocales acusan pronto la agresión que sufren, no tardamos en darnos cuenta que lo mejor es mover el esqueleto y suspender la charla. En esta noche tan loca suelen sonar canciones de otras épocas en versión original o versionadas por otros grupos y me sorprende enormemente que los más jóvenes conozcan la letra de esos temas, que cantan con entusiasmo, y que estuvieron de moda cuando sus padres ni tan siguiera eran novios. Debe ser un éxito que a día de hoy se sigue apuntando la inolvidable música de los 70; donde suene Formula V o Los Diablos que calle Lady Gaga.

Nochevieja es también una noche de pasarela, donde la juventud exhibe sus mejores galas, a veces desafiantes al frio donde no faltan los tacones altísimos en ellas y los trajes con pajarita en ellos, estos últimos quizás, siguiendo la tendencia de lo que se ha visto las últimas semanas en un programa de televisión de esos llamados basura y que nadie confiesa haber visto alguna vez.

De madrugada, muy de madrugada, algunos damos por despedido el año y regresamos a casa pensando en la necesidad de visitar la farmacia horas después para comprar unos caramelos milagrosos que alivien nuestra garganta tras su feroz lucha contra los decibelios musicales de esas canciones que nos hicieron vivir con alegría una Nochevieja más. Hasta la próxima, que no falte nadie.

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