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Navidad rota
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Navidad rota

Actualizado 26/12/2015
Fructuoso Mangas

No hay más remedio que repasar datos de ACNUR porque con estas cosas de las elecciones, los golpes terroristas, los advientos y las compras y algunas cosas más hemos olvidado la dura realidad de millones de personas ahí mismo, al lado, a dos tiros de piedra: los datos, aunque sea sabidos y fríos, sitúan los hechos y denuncian las contradicciones.

[Img #506883]Más de tres millones de sirios se han convertido en refugiados en los últimos tres años, a los que habría que sumar 6,5 millones de desplazados internos en un país cruzado de parte a parte por una guerra de cuatro ejércitos enfrentados. Añadiendo los mirages tirando bombas por un patriotismo tan grosero y tan francés (¡qué ironía!). La mayoría de los que han logrado escapar han huido a los países vecinos, principalmente a Líbano, Irak, Jordania, Egipto y Turquía. En Líbano, con algo más de cuatro millones de habitantes, se han refugiado ya más de millón y medio de sirios. Sólo en el campo de refugiados de Al Zataari, en Jordania, sobreviven desde hace tres años 90.000 refugiados sirios y otros 550.000 repartidos en más de veinte campos de refugiados en manos de ACNUR. En Turquía permanecen refugiados ya casi dos millones y Egipto acoge con muchas dificultades a 150.000 refugiados sirios. Luego viene el ignorante de turno que se pasea como un necio por facebook y dice que los países árabes no admiten refugiados sirios.

Los 27 países de la Unión Europea concedieron algún tipo de protección legal a unos ¡183.000! solicitantes de asilo durante 2014; Alemania muy por delante con unos 47.000.500. Cruzando estas cifras se puede situar y valorar el papel de la Unión Europea en estos últimos años, mientras más de 300.000 personas han intentado llegar a suelo europeo en los últimos seis meses. Y en su mayor parte esperan inútilmente en ese largo y horroroso camino que va desde Turquía, primera etapa siempre de paso, hasta Alemania o hasta el Paso de Calais.

En medio de esta frialdad europea, no es de extrañar que se abra la Puerta de la Misericordia en Salamanca y no haya ni una alusión misericordiosa a tantos que necesitan hoy acogida, abrazo y misericordia.

Por otra parte las últimas gestiones de Bruselas van encaminadas a desplazar el problema lejos de las fronteras de la Unión tanto como sea posible. Es "la globalización de la indiferencia" que denunciaba el papa Francisco. Y de hecho parece que ya nadie, ni del pueblo ni de los gobiernos, ni de la Iglesia ni de las diócesis, se siente conmovido y cuestionado por los cientos de miles de refugiados tirados en los caminos de la vieja y amurallada Europa.

Y además de todos los pasos de acogida y de todos los caminos de llegada que países y ciudadanos tenemos que organizar, deberíamos ver, a poco que nos fijemos en las causas de todos estos hechos, que la actuación directa en los países de origen promueve soluciones definitivas. En estos días no dejo de pensar en el trabajo de desarrollo integral de organizaciones como Manos Unidas o en la presencia de las Obras Misionales en los países en miseria o en guerra de los que huyen los refugiados. Es un intento lento, pero poderoso, de ir globalizando la solidaridad. Estamos invitados y hasta obligados a sumarnos a él en el modo y medida que cada uno elija.

Por todo esto, con muchos más datos y razones que cualquier ciudadano de a pie de calle puede, y debe, buscar, aprender, asumir y sufrir, el título de esta reflexión es Navidad rota. Y no quiero ser aguafiestas sino más bien, con permiso, recomponefiestas, porque la Navidad, sea cual se ale nivel en el que se mire o celebre, tiene tal carga de memoria que debe llevarnos a recomponer su sentido y su actualidad en los espacios de hoy. En el corazón de cada uno, en nuestra casa, en nuestra ciudad, en nuestro mundo incluso. Y en eso no hay negociación posible. Hay que quedarse con el paquete entero.

Por eso no bastan villancicos ni cenas, no son suficientes misas o vigilias, no se trata de cestas de caridad, ni de juguetes, ni de belenes o de donativos casuales. Hay bastante más. O debe haberlo.

Y dadas las circunstancias que sufre nuestro mundo y la placidez de nuestras jornadas de ocio, de elecciones, de retiro o de trabajo, la Navidad de este año debiera despertarnos y servir de fuente de lucidez ciudadana y de conciencia humana y cristiana. No es fácil, pero empujando todos quizás podamos sacar adelante esta Historia Santa que muchos celebramos.

Y si así no fuera, sólo nos queda repetir la Navidad Rota el año que viene por estas fechas.

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