En la Navidad son fechas muy oportunas para regodearse con la literatura del balón. Buscando en el baúl de los recuerdos, aparecieron estas páginas entrañables firmadas por Eduardo Alonso, Revista Leer, julio-agosto 2000: "Hubo un tiempo en el que la pasión por el fútbol restaba neuronas intelectuales; en que si te gustaba sentarse los sábados frente al televisor para cantar los goles de tu equipo ya podías considerarte incapacitado para leer a Cervantes o cualquier otro autor que requiera un mínimo esfuerzo, no digamos ya a Joyce o a Bernanos; en que si querías acudir al estadio debías proveerte del correspondiente disfraz. Un tiempo en que hablar de fútbol y leer periódicos deportivos era sinónimo de indigencia cultural?"
A la vista de ciertos acontecimientos actuales, vemos que Paco Jémez no criticaba a sus jugadores por desempeño torpe y, sin embargo, se amparó en el árbitro cuando éste no tuvo más remedio que decidir aspectos que perjudicaron al Rayo Vallecano, según Jémez. O que los jugadores del Real Madrid deberían haberse esforzado menos en marcarles diez goles. Eduardo Alonso escribía: "De la juglaría radiofónica de Matías Prats se pasó a Valdano, que es una especie de Nebrija del fútbol. "Ya no hay juglaría heroica,/ni extremos "incisivos",/ni poetas que canten el balón./Es la hora del carrilero y del prosista". Pero ya el fútbol se hacía proletario, divertía a los obreros de alpargata y ya no se jugaba en un "campus", sino en campas de arrabal. La rebelión de las masas orteguianas acabó con el exquisito "fair play" y dejó paso a la furia racial: "¡A mí, Sabino, que los arrollo!". El futbolista era un miliciano embarrado que seguía en la cancha incluso con el menisco hecho puré. Surgió el club de fútbol y forofo tuvo una patria? Y el fútbol se hizo espectáculo".
Del mismo modo podíamos leer: "Desde que el mundo es una pelota de fútbol, cualquier bribón ha querido hacerse con ella, dice con sorna Elías Canetti. Sin embargo, dominar el balón, lo redondo, lo esférico, puede ser un bello simulacro de la felicidad. Lo dijo en verso Gerardo Diego: "Tener un balón, Dios mío./Qué planeta de fortuna". Pero ¿quién domina un balón? Algunos poetas juguetones han hecho malabares metafóricos con él. Para Ramón de Basterra la pelota es "clara poma, blanco glóbulo mensajero", y para Luis Hernández nada menos que un "aerolito, esmalte del infinito". ¡Líricas vaselinas! ¿No es una delicia esto del fútbol de versos y patadas?? Si les gustó esta pequeña transcripción, lean el artículo completo en http://www.eduardoalonso.net/articulos/LITERATURA_DEL_BALON.pdf . Mientras tanto, otras noticias aseguran que la FIFA aparta ocho años a Blatter y Platini de "toda actividad vinculada al fútbol".
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