Poetas de León, Barcelona, Gijón, Ávila y Salamanca ofrecen sus versos convocados por Luis Carnicero. Miguel Elías aporta una pintura.
Bajo el exquisito cuidado del poeta Luis Carnicero, y dentro de la colección 'El cordel y las violetas', acaba de aparecer el poemario 'Sagrario invierno II", donde se han incorporado poemas de Elena Santiago, Eugenio Marcos Oteruelo, Alfredo Pérez Alencart, Luis Carnicero, José Mª Muñoz Quirós, Eloísa Otero, Julia Conejo y Marta Muñiz. Una obra inédita del pintor Miguel Elías, profesor de la Universidad de Salamanca, acompaña los versos de los ocho poetas.
Su coordinador, el leonés Luis Carnicero, explica que la primera edición "nació en diciembre del 2012, y renace ahora, en 2015, con un trasfondo de poética común: lo 'sagrado' de este tiempo, con versos y pintura, con el referente de los 'Jardinillos de Navidad y Año Nuevo' que hiciera Juan Ramón Jiménez, y con el entusiasmo por la Navidad de tantos poetas, vivido en aquellos años veinte y prolongado hasta los años cincuenta, entre los que destacó la figura esencial de Gerardo Diego. Con una misteriosa unidad, dentro de los registros propios de cada autor, gozosamente, ya desde las iniciales, en el SÍ del Sagrado Invierno, se respira una atmósfera rebosante de símbolos, profunda en su sinceridad poética y en la trascendente desnudez de lo sagrado, nueva -desde amplias y hermosas visiones- en cuanto al acercamiento al Invierno y a la Navidad". Carnicero concluye diciendo: "Gracias a todos. Es para todos". Pérez Alencart aporta sus versos desde Salamanca. Y entre los poemas, aquí una selección de los primeros versos de los otros autores. Elena Santiago: "Derrama el invierno fríos invisibles,/ fugaz tiempo, memoria aparecida./ Cuelgan vientos conversando día y noche/ sin equivocar caminos?". Eugenio Marcos Oteruelo: "Todo sucede en la mirada del tiempo,/ en aquel ya lejano recinto de la infancia,/ donde los inviernos ejercían, implacables,/ la función de hostigadores/ sobre la pureza de mis pies descalzos?". José María Muñoz Quirós: "?Y tengo que nacer. Mi vida espera/ una luz más allá de mi mirada,/ un esqueje de nieve, una palabra/ escrita entre la oscura incertidumbre/ de los días. No tengo otro deseo,/ otra anhelada espera, otro destino/ que esa noche que alberga mi inocencia?". Eloísa Otero: "Tanto como en esta casa vacía, tiempo de cáscaras en esta penumbra donde el ojo zozobra, pero tú me dices: alma mía, tú quieres vivir todo lo posible mientras mi cuerpo se rompe, alma mía?". Julia Conejo: "Diciembre es un país/ donde nunca hace frío.// A veces se me olvida/ cuando me encierro dentro de un abrigo/ y me acerco las manos a la cara/ para sentir alivio en el aliento/ que desprenden los labios?". Marta Muñiz: "Como una melodía perpetua y obstinada,/ se viste de alba pura el campo inmenso./ Copo a copo se desmaya la pureza/ en todos los caminos, se hace tierra/ desnuda como el vientre de una virgen?".
CADA INVIERNO QUE HABITAS
(Poema de Luis Carnicero)
Te llegan el bien y la paz del cobijo
y el desamparado temblar
de las alas de un ángel
que expande su grito en el viento
como en un primer vuelo
y la petición de clemencia del llanto
de la escarcha o la nieve
con ecos de mar
y una bellísima música escrita
por rostros borrosos
con diapasones de niebla
y el ardoroso latir de cristales de fuego
de espejo irisado en la luz de los astros
y el enigmático asombro
la paz de unos ojos cerrados
que quieren plasmar en la noche
la mansedumbre primera
el primigenio silencio
el verbo gozoso.
Al borde del frío detrás del invierno
hay siempre una vida indefensa que late
que llama al brotar jubiloso a toda semilla
que en sombra o en luz
mora el agua o el aire
la tierra o el cielo.
NAVIDAD
(Poema de A. P. Alencart)
Naces de nuevo, y ya sufres, Niño
que nunca te olvidas de los niños
y de los que tienen sus labios secos,
sin panes ni peces que olisquear,
sin zapatos mientras van hacia ti
porque nada les rompe la esperanza.
Nieve o brille el sol por el planeta,
haz que algunos ofrezcan sus perlas
y aparquen sus conductas de piedra,
sus rituales de impostura cenicienta
bajo este cielo cargado de lágrimas
y con jíbaros señoreando las urbes.
Naces de nuevo, Niño perseguido,
y ya te topas con otros refugiados
que no pueden cruzar las fronteras,
llorando ellos porque sus niños lloran
y enferman o se los traga el océano
ante la inercia de los de tardía pena.
Llueva o truene, danos tu humildad
ahora y siempre, y aléjanos del odio
y del canceroso simulacro, de humos
que ocultan impiedades y patrañas.
Te recreas y naces en mi corazón,
Niño que sobrevives a los relojes
mientras sufres, como cada Navidad.