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'Teresa, la jardinera de la luz', cien funciones para divulgar la vida y obra de la santa
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grupo de teatro Lazarillo de Tormes

'Teresa, la jardinera de la luz', cien funciones para divulgar la vida y obra de la santa

Actualizado 23/12/2015
Redacción

En la iglesia del convento de las Dueñas se alcanzaba el centenario de esta representación que sigue interesando y con fuerza creciente, a pesar de la clausura del año teresiano, por su sencillez expositiva y su claridad argumental (GALERÍA DE FOTOS)

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No se trata de ninguna lotería o de algo que el azar haya puesto en su camino. El grupo de teatro Lazarillo de Tormes ha culminado en este 22 de diciembre de 2015, una ilusión cumplida a base de trabajo y compromiso con un montaje teatral por el que apostaron con convicción desde el primer momento. Su obra, "Teresa, la jardinera de la luz", llega su representación número 100. No estamos hablando solamente en términos cuantitativos, aunque la cifra bien merezca un brindis. Hay otra traducción de este hecho que va más allá de una acumulación de días, representaciones, localidades visitadas, público asistente o felicitaciones por el éxito obtenido. Detrás de todo esto este grupo teatral ha visto recompensado su esfuerzo y trabajo bien hecho con la calidad que haciendo camino con la obra como Teresa lo hizo con su vida, han conseguido otorgar a su proyecto. Y lo han visto avalado por la calidez humana de cada espectador que a ellos se ha acercado para expresarles que ha significado esta obra sobre Teresa de Jesús en sus vidas. Y al parecer ha sido mucho, dada la proyección que ha tenido a lo largo de todo este año, y en todos los ámbitos que por ella se han interesado.

Cuando Javier de Prado comunicó a los actores de esta agrupación la idea que había concebido para configurar lo que sería este montaje, sabía con intuición clarividente que se encontraba ante un producto de calidad. Y calidad también se buscó por tanto, a la hora de elegir a la persona adecuada para dar forma al guión y puesta en escena de la futura obra. Y esta persona elegida fue Denis Rafter. El prestigioso dramaturgo irlandés, afincado en nuestro país desde hace tantos años, y buen conocedor de nuestra cultura, enseguida se puso manos a la obra en la tarea investigadora acerca de la figura de Teresa, tarea en la que sin dudarlo implicó a todo el elenco de actores. Y así después de muchos días de reuniones, lecturas sobre el personaje y su contexto histórico, se empezó a perfilar un texto y una escenografía que ha sido capaz de descubrirnos a una mujer en toda su dimensión humana y divina, en un recorrido que poco a poco y de forma segura, la han hecho crecer a lo largo de estas cien representaciones.

En un primer momento se trataba de una meta simbólica por ilusionante. Sin embargo según se avanzaba en el camino que llevaba a "Teresa, la jardinera de la luz" a cada pueblo, ciudad, a sus iglesias llenas de gente, se tomaba conciencia de que lo que se transmitía con ella iba más allá del marco establecido para un centenario. Y es que al ser este 2015, el V del nacimiento de nuestra carmelita, nos situaba ante una presentación casi compulsiva de todo tipo de actos en torno a su figura; actos éstos, que en mayor o menor medida, han cumplido con las metas programadas o aquellas que el público asistente ha ido demandando con posterioridad. Hemos visto exposiciones asistido a conferencias, leído todo tipo de libros, visto películas, reportajes o series de televisión, y por supuesto toda clase de montajes teatrales. Los enfoques han sido variados y dispares, y cada uno de ellos ha aportado su granito de arena al centenario y su protagonista, pero en el caso de la obra que nos ocupa, su indudable éxito la ha situado en otros parámetros. Sigue viva y con fuerza creciente a pesar de la clausura del año teresiano, y sigue interesando no sólo a los que de ella han oído hablar y quieren verla por primera vez, sino a muchos espectadores que han asistido a más de una representación y siguen acudiendo.

¿Qué hay pues en "Teresa, la jardinera de la luz", para que este fenómeno se haya producido? Es indudable la calidad del texto. La extensión de la obra es adecuada para dar a conocer lo más esencial de esta mujer luchadora que transformó la vida de todos los que la rodeaban y sobre todo de las mujeres de una época en la que parecían invisibles a la mirada de los hombres que las consideraban inferiores para todo aquello que no fueran las tareas cotidianas. Teresa de Jesús fue para el siglo XVI, en el que le tocó vivir una auténtica revolucionaria, que aparece ante nuestros modernos ojos como el culmen de la seguridad que le confiere el hecho de luchar en el mundo por un amor divino que puede parecer rancio por las connotaciones religiosas que se le pueden atribuir, pero que se nos descubre como el paradigma de autenticidad que se podría aplicar a cualquier amor en letras grandes. Movió el corazón de hombres y mujeres en pos de la felicidad que sólo se encuentra en el interior de todo ser humano y que se convierte en el motor capaz de realizar las más grandes y bellas hazañas. Denis Rafter sólo ha necesitado de una hora para poner en palabras lo que esta monja nos dejó en hechos y escritos para una posteridad en la que no caduca.

Por el pasillo de cualquier iglesia hemos visto avanzar a unas monjas carmelitas que entonando un Kyrie Eleyson se dirigen a cualquier hermoso altar para enfrentarse a un inquisidor subido a un púlpito que se enfrenta a ellas para arrancarles una falsa verdad sobre su madre, que por no ceñirse a comportamientos estereotipados para la época, se convierte para esa sociedad en sospechosa de hereje. En bellas escenas cómplices de bellas palabras se va desgranando toda una vida admirable que deja a todo el que la contempla sorprendido ante el descubrimiento de una personalidad que siempre ha estado ahí y que se ha enmascarado en moldes comunes entre el polvo de las páginas de unos libros que no se han entendido en su auténtica dimensión.

"Teresa, la jardinera de la luz" ha sido por su sencillez expositiva y su claridad argumental una catequesis para cualquiera que a ella se ha acercado, creyente, ateo o agnóstico. Sin que importara la formación intelectual ha llegado de forma intuitiva a este mundo nuestro donde los valores se confunden en pro de falsedades que nos hipnotizan y nos confunden en nuestros planteamientos de vida. Quizá por eso al volver al origen de lo esencial y sencillo, se entiende en clave de oración ver en un escenario cómo se nos habla de cosas obvias. En la tarde de este día de invierno salmantino, la iglesia del convento de Las Dueñas fue la anfitriona que acogió esta puesta en escena, como regalo del cumplimiento de los 800 años de la fundación de su orden de hermanas dominicas, con la alegría de la complicidad que para ellas suponía ver como unas actrices en los hábitos de carmelitas del tiempo de Teresa de Jesús contaban para ellas y todos los que al convento se acercaron, una historia que aunque de todos conocida, no deja indiferente a nadie que la ha visto en las claves que el grupo Lazarillo de Tormes ha sabido emplear para contarla. Un grupo de actores aficionados ha sabido elevar a la categoría de profesionalidad esta obra teatral que con esta centésima representación y las que todavía están a las puertas, no tiene nada que demostrar ya, que no sea el orgullo de sentir la satisfacción de un deber cumplido. Las notas del órgano del maestro Salinas que acompañan las canciones renacentistas exquisitamente elegidas para acompañar este magnífico guión sonaron entre los muros de un convento secular que ha sabido abrir las puertas de la Navidad con un evento lleno de magia y luz porque una jardinera muy especial, más que a lomos de una mula, ha sabido encontrar el caballo ganador.

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