¿Cuántas veces habremos dicho no por miedo? No por si después me equivoco, no por si me sale mal, no por si no es lo que esperaba, no porque no sé lo que puede pasar, no porque es demasidado arriesgado... Un no tras otro. La negativa pasa a ser conformismo, y el conformismo, indiferencia. Solo cuando alguien consigue algo delante de nuestras narices o el éxito pasa rozando nuestras sienes sin aterrizar, entonces es cuando nos arrepentimos. Cuando nos damos cuenta de que el no es un muro en nuestra cabeza que hace rebotar cada astilla de la puerta que cerramos de un portazo. Hay que preguntarse ¿Y por qué no? para comprobar que hay muchos más 'porque sí' A veces olvidamos de lo que trata vivir, o en realidad no lo sabemos y por eso creemos que hay un orden a seguir en nuestras decisiones. Una especie de saco de consecuencias que nos va a golpear si nos atrevemos a hacer lo que queremos cuando queremos y porque queremos. No es más dichoso quien reprime sus sentimientos y emociones constantemente, incluso podría asegurar que todo lo contrario. Sin embargo, se empeñan en darnos pautas con la típica frase 'para que no te hagan daño' o 'para evitar sufrir'. Para empezar, si algo es dañino, lo será igual te protejas o no. Eso si, solo tú serás el responsable de impedir que ese daño te haga la persona en la que no deseas convertirte. Pero eso no significa que tengamos que ir dando bandazos por la vida a todo el que nos intenta abrir un poquito el corazón, o nos haga ver esa luz al final del túnel. Rechazamos aunque nos muramos por sentir de nuevo o saber lo que hay detrás, aunque solo lo hacemos por prevenir antes que curar.
En ocasiones estamos demasiado ciegos valorando lo que en el fondo no nos aporta todo lo que nos merecemos. Dicen que aceptamos el amor que creemos merecer, pero más bien aceptamos el amor de quien creemos que nos merece, y no es lo mismo. Luego pasa lo que pasa, nos olvidamos de lo que es la ilusión y las ganas de verdad, y nos conformamos con cariño a cuentagotas. Y después de eso ya pueden venir mil dispuestos a llenarnos el vaso, aunque luego sea mentira, y si fuera verdad tampoco lo aceptaríamos. Cerramos con llave y que nadie vuelva a saber que se cuece ahí dentro. Porque es así, o pisas o te pisan, nos lo enseñaron desde pequeños. La cabeza bien alta y el corazón donde no se vea. Y bueno, así solo llevamos medio cuerpo fuera como quien dice, el que todos ven, el que 'parece' y no es, nunca mejor dicho. No hay más que eso, ser uno más y pasar desapercibido, porque quien llama la atención por cómo es de verdad sale herido. Lo que viene después es arrastar ese lodo a nuestra rutina, dejar de ser personas y ser fantasmas que solo están vivos en sueños y en su imaginación. Nos hacen a medida estándar para que vivamos con miedo y finjamos indiferencia. Nos hacen olvidar la empatía y lo que es peor, nuestra propia condición de seres que sienten dolor, alegría, amor o pena.
Cargamos con una especie de fachada que tendemos a construir a nuestro alrededor como si así estuviésemos más protegidos de una sociedad que nos mira por cada poro que respiramos. Y puede dar la sensación de que uno tiene que ser así y no de otra manera, que lo especial hay que guardarlo donde no se pueda ver. Como piedras andantes, con nuestro propio peso bajo las espaldas, un peso lleno de sentimientos, heridas, frustraciones y deseos ocultos que nadie más conoce. Y ya puede haber ahí escondido el mismísimo paraíso o el mismísimo infierno ardiendo, que nadie, absolutamente nadie, lo podrá ver bajo nuestro caparazón. De ahí sale el no, el no a todo, a abrirse, a exponerse un poquito a la luz de los demás, a hablar, a expresar lo que sentimos, o por lo menos, intentarlo. Porque es de débiles decir sí cuando es lo que te apetece, es de débiles no reprimirse, de débiles e irracionales... ¿En serio? También será de débiles enfrentarte a tus propios defectos y no camuflarlos ante el mundo, será de débiles defender tus principios y no los que otros imponen, será de débiles decir lo que piensas si no es lo que esperan de ti los demás, será de débiles ir con la verdad de frente, aunque duela. ¿Acaso somos más felices escondiéndonos en nuestra propia gruta solo por miedo a lo que digan? ¿Acaso no nos levantamos de vez en cuando con la necesidad de ser nosotros mismos durante todo el día? Acaso...hay que decir sí, a nosotros, a lo que sentimos, aceptar nuestros fracasos y nuestros miedos, dejar de pasar de largo, dejar de señalar lo diferente cuando en realidad no tenemos el valor de distinguirnos entre el resto, dejar de aparentar, y ser de una vez.
Porque de un 'sí' puedes arrepentirte, pero no hay nada peor que arrepentirse de lo que no te has atrevido a hacer o demostrar. No es más valiente quien gana una batalla, si no quien se expone sabiendo que puede perder.
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