El lobo acaba con la vida de un becerro en Fuenteliante

Con este, que tenía lugar la madrugada del pasado domingo, son ya cuatro los ataques de lobo que ha sufrido la explotación de vacuno de Juan María García, ganadero afincado en la localidad de Bañobárez. Los tres primeros tenían lugar en una parcela situada en la zona de Los Propios, en esa localidad, pero este último se producía en una parcela de la finca Centenales, en el término municipal de Fuenteliante.

En esta ocasión la víctima era un becerro de unos 10 días de edad, que se suma a la muerte de tres becerras más en otros tantos ataques, y que de haberse mantenido con vida, en unos meses alcanzaría en el mercado un precio en torno a los 600 euros, por lo que los daños sufridos por estos ataques rondarían los 3.000 euros. Hasta ahora, y a pesar de que los primeros ataques se produjeron a mediados de septiembre y que fueron certificados por causa del lobo, el ganadero no ha percibido un solo euro.

La indignación de los ganaderos aumenta y los ánimos se caldean conforme se suceden ataques un día sí y otro también sin que la Junta de Castilla y León haya puesto remedio al problema. Hay que recordar que los primeros sucesos se registraron en el mes de marzo, y desde entonces los ataques lejos de reducirse han aumentado, incluso se han trasladado a otras zonas de la comarca de Vitigudino como Valsalabroso y Fuentes de Masueco.

Hasta ahora la zona más castigada es El Abadengo, en la mayoría de los municipios se han registrado ataques aunque los ganaderos más damnificados han sido los de Bañobárez, Olmedo de Camaces, Ahigal de los Aceiteros, Sobradillo y Lumbrales. Precisamente, en este último, este lunes se registraba otro suceso con una oveja muerta pero que su propietario no ha querido denunciar.

Y así todos los días, solo se denuncian una parte de los ataques porque en muchas ocasiones el trastorno del papeleo supera el daño ocasionado, como este último ataque en Lumbrales. También suele darse el caso que el afectado no tiene dada de alta la explotación al tratarse de unas cuantas cabezas para el consumo familiar, como son habituales pequeños rebaños de diez o doce ovejas para la cría de corderos.

El caso es que cada vez se escucha más en los corrillos el hartazgo de los ganaderos y las propuestas para actuar por su cuenta, lo cual puede acarrear graves sanciones económicas y administrativas, pero es que los afectados comienzan a ver que no tienen otra salida, errónea en cualquier caso. Por ello urge que la Junta de Castilla y León ponga todos los medios a su alcance para evitar con la masacre de ganado y que ante la ineficacia de la ley algunos intenten saltársela, pues comienzan a proclamar que cuando las leyes no defienden los intereses de los ciudadanos, lo que deben hacer los políticos es cambiarlas.