El pasado "puente" de Los Santos, un grupo de poetas, hombres y mujeres, se acercaron a La Alberca, donde, en el teatro, en el atardecer del último día de octubre, en una atmósfera de lluvia, de misterio y de encanto, desarrollaron un acto, ante un público atento, en el que la poesía se vinculaba con el otoño y con el paso del tiempo, habiéndose titulado el acto precisamente "Sinfonía de otoño".
Una escenificación de helechos, de castañas y de erizos, además de otros varios elementos trataba de servir de contexto para que la poesía llegara al corazón de quienes acudieron a aquel recital tan peculiar y hermoso.
El poeta Benito González actuó de maestro de ceremonias y, junto a la lectura de sus propios poemas, condujo con sobriedad el desarrollo del acto. Las poetas Maribel Domínguez Real, Leonor Martín Merchán y Roxana Sánchez Seijas, vestidas de musas, le dieron al acto, cierto halo encantado, tanto en sus divagaciones por el escenario, como en la lectura de sus propias creaciones poéticas. El también poeta Francisco Antonio Martín Iglesias, tras de las bambalinas, hacía que la música fluyera acompañando a la poesía, para que esa sinfonía otoñal transcurriera en el atardecer lluvioso y misterioso de La Alberca. Quien estas líneas escribe también contribuyó con su palabra a que la sinfonía poética transcurriera con esa magia necesaria para que la poesía tenga lugar.
Lugares de la poesía. Ya en algún otro artículo, en este mismo medio, nos hemos ocupado sobre ellos, hemos reflexionado sobre los escenarios en los que la poesía se manifiesta, en una sociedad tan apresurada y distraída como la nuestra.
Es bueno que los creadores y las creadoras se reúnan, lean poemas, lean a los poetas e irradien lo poético, de mil modos, en la sociedad. Porque la poesía ?como en su momento dijera Octavio Paz? es una de las pervivencias que quedan en el ser humano de los antiguos lenguajes sagrados. Y, el ser humano, al tiempo que es un ser religioso, social y sociable, también es un ser poético.
Y ese ser poético, vivo en nuestra especie, y que se manifiesta de mil modos, por ejemplo a través del canto, hace que la palabra poética sea una de las herramientas más altamente humanizadoras que poseemos, frente a tantas barbaries que nos tocan vivir (tenemos en la mente ahora las atrocidades, condenables y execrables, que acaba de sufrir la ciudad de París, uno de los emblemas más altos de la civilización europea).
Y, al tiempo, la palabra poética es hermana también de la dignidad humana. Y proclama siempre que la vida es el más alto don que poseemos todos y que es un don sagrado y que nadie nos lo puede arrebatar por terrorismo alguno.
La poesía siempre seguirá siendo esa huella verbal, mágica y misteriosa, que habla de la sacralidad humana en el mundo, que proclama también la sacralidad del cosmos y de todo lo creado. Por ello ?frente a tantas barbaries y tantas devastaciones como sufrimos?, la existencia de seres humanos que se reúnen, como el grupo "Musas", para proclamar, a través de la palabra, la belleza y la dignidad de la vida, es algo más necesario que nunca.
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