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'Teresa, la jardinera de la luz' envuelve el Campo Charro
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REPRESENTACIÓN

'Teresa, la jardinera de la luz' envuelve el Campo Charro

Actualizado 31/10/2015

MATILLA DE LOS CAÑOS | Como todas las localidades que tan entusiastamente han recibido este montaje, ésta también está impregnada de una gran carga de historia

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Todo lo que rodea a Matilla de los Caños, este pueblo del Campo Charro salmantino, hace que el encuentro con la obra de teatro Teresa, la jardinera de la luz, estuviera cargado de una sensibilidad especial. Como todas las localidades, ciudades o pueblos, que tan entusiastamente han recibido este montaje, ésta también está impregnada de una gran carga de historia. Y sin lugar a dudas, es de justicia aludir al esfuerzo por querer recordar los regalos que dicha historia ha hecho a sus habitantes.

Algo que llama poderosamente la atención de la representación Teresa, la jardinera de la luz,y que habla de la calidad de este trabajo, es sin duda la belleza de las escenas, de sus cuadros dramáticos. Exentos de una dinámica real, son capaces de hacer sentir que todo avanza y se mueve a través de la plasticidad escénica y la fuerza de un texto, donde ingredientes como el sentido del humor y la ironía no faltan, a pesar de las características de la obra. Son seres humanos de carne y hueso, mujeres y monjas, defendiendo a otra mujer, que a pesar de que la Historia la convirtió en santa, ante los espectadores todavía aparece como una implacable luchadora de nuestro mismo barro.

¡Y cuánto nos ha sabido transmitir de todo esto Venancio Blanco! Hijo natural de este pueblo, ha sabido esculpir la religiosidad, de forma que sin perder las características que moldean al ser humano, puedan expresar un mundo interior que nos hace entender su singularidad. Figuras de santos, como las magníficas de santa Águeda o san Isidro ubicadas en la iglesia parroquial de Santiago de Matilla, sin olvidarnos de la reciente de santa Teresa, o el impresionante Cristo yacente de las Edades del Hombre de Salamanca, hablan por sí solas. Al observar estas esculturas, se despliega ante nosotros un diálogo particular con ellas como si de su historia nos estuvieran hablando.

De igual forma en Teresa, la jardinera de la luz, nuestra monja carmelita del XVI, aparece rotunda y firme en la actitud implacable y sincera de unas hermanas que con sus distintas personalidades esbozan una vida que se nos aparece como una revelación sutil pero inexorable. La mujer, la escritora, la fundadora y sobre todo la luchadora por las mujeres de su época es ante todo un ciclón imparable movida por su apasionado amor por Dios, con el que todo lo puede. Y sin embargo toda la puesta en escena está cargada de sincera emoción y delicada elegancia, de tal forma que los espectadores, acaban por sintonizar con cualquiera de los personajes, a pesar de la animadversión que se siente de entrada por la figura del inquisidor.

El teatro como la escultura son dos tipos de lenguaje eternos en el tiempo y únicos en el momento de ser contemplados. En esta tarde de teatro en el pueblo de un gran escultor como Venancio Blanco, la religiosidad adquiere una dimensión de profundidad íntima ante la contemplación de lo que el ser humano es capaz de hacer. Los actores del grupo de teatro Lazarillo de Tormes de la ONCE, pueden sentirse orgullosos de su buen hacer con esta obra, escrita y dirigida por Denis Rafter, y que a tan distintos tipos de público hace llegar un mensaje cercano a todos sobre una mujer que ha permanecido a lo largo del tiempo precisamente por saber acercar lo divino al mundo. De eso sólo son capaces los grandes artistas.

El arreglo de las viejas escuelas de este pueblo para poder adecuarlas a las actividades de sus actuales habitantes, pone de manifiesto la sabiduría de sus gentes a la hora de conciliar memoria y nuevos tiempos. Se conserva todo lo que el niño Venancio Blanco allí utilizó en su época escolar. Al mismo tiempo que sus esculturas forman parte de la iglesia de Santiago donde se conservan también las vivencias de sus convecinos de todos los tiempos que por allí se han sucedido. Presente y pasado siempre conjugados para hacer futuro. Quizá por ello todos los asistentes a la obra permanecieron en un absoluto silencio concentrado a la espera de saber más de alguien que también vivió y sintió en estos mismos términos de permanencia vital. Lo anecdótico y a la vez sorprendente fue que en un momento dado, al producirse un apagón en medio de la representación por un fallo técnico, nadie se movió de los bancos, nadie levantó la voz o murmuró. Sencillamente esperaron con calma a que la luz se hiciera de nuevo porque esta obra teatral parece anticipar ese mensaje allá por donde va. Luz que Teresa irradiaba con la seguridad de saberse portadora de una fuerza creativa, de renovación y lucha que la trascendía. El admirado hijo y escultor de Matilla de los Caños parecía saberlo al inmortalizarla en esculturas tan bellas como las que se han podido admirar en Alba de Tormes a lo largo de todo este año. "Teresa, la jardinera de la luz" es una vez más, otra forma bella y por qué no, valiosa, de recordarla.

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