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Guijuelo, entre los pucheros de Teresa
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RECONOCIMIENTO UNÁNIME DEL PÚBLICO

Guijuelo, entre los pucheros de Teresa

Actualizado 24/10/2015
Redacción

La iglesia de la Asunción acoge la representación de la obra 'Teresa, la jardinera de luz', del grupo Lazarillo de Tormes (GALERÍA DE FOTOS)

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Esta localidad salmantina tan famosa en todo el mundo por su producción industrial de jamones con denominación de origen, parece haber perdido desde que esto viene siendo así, una identidad más auténtica, más profunda, de la que este aspecto parece otorgarle. Es indudable la importancia que todo esto ha supuesto para la economía de este pueblo, y que abarca sectores tan importantes para su desarrollo como la industria, el comercio y el sector servicios que engloba turismo, gastronomía, etcétera.

Está enclavado en medio de la antigua ruta de la plata, que llevaba de Mérida a Astorga, y que en la actualidad se amplía desde Sevilla a Gijón. Ruta que era una calzada de peregrinos que enlazaba con el camino de Santiago. También desde Andalucía, y en concreto Huelva, y Extremadura, llega el magnífico ganado porcino, materia prima de primera calidad para sus ya famosos jamones, que encontraban en sus secaderos el lugar más idóneo para alcanzar su excelente calidad.

Cuando, peregrinos también, por ya innumerables caminos de nuestra geografía, el grupo de teatro Lazarillo de Tormes de la ONCE, llega a Guijuelo, para poner en escena su ya famosa obra 'Teresa, la jardinera de la luz', una nueva dimensión, tal vez ignorada o desconocida, se abre ante los habitantes de este pueblo. De tanto mirar al futuro, y con la rapidez que los tiempos modernos imponen a la vida, quizá se habían olvidado de mirar atrás o simplemente alrededor.

Teresa de Jesús fue a lo largo de toda su vida una gran peregrina; ella misma se autodenominaba "romera", preciosa palabra con la que también se hace referencia a los peregrinos. Y si hubiera pisado esta antigua calzada que pasa por Guijuelo, no le hubiera pasado desapercibido que está ubicado entre tres colinas en forma de herradura, como las que llevaban las mulas que siempre la acompañaban por esos caminos.

En una de esas herraduras naturales, está situado el famoso torreón, que este pueblo se obstina en mantener en pie como recordatorio de un tiempo pretérito que habla de una identidad antigua forjada por muchos cruces de caminos y de gentes, por una historia propia, que los tiempos actuales parecen haber olvidado. Este torreón se sitúa al oeste de su iglesia, y no es más que una fortificación que protege el ábside de la misma. Esta iglesia, actual parroquia de la Asunción, tuvo otras dos construcciones que la precedieron, y que databan de los siglos XVI y XVII. "La nueva" como así se la conoce, es de mediados del siglo pasado, y no deja de resultar curioso que lleve el mismo nombre que el convento de Alba de Tormes en el que muere Teresa, La Asunción.

El torreón protege a su iglesia en lo alto de la colina desde que se la puede ver a lo lejos, como anunciadora de su misión. De la misma manera que la figura de nuestra admirable monja fue el bastión fuerte que en su época supo defender su fe y sus firmes creencias frente a las convulsiones que parecían atacar a la institución a la que pertenecía y de la que se sentía muy orgullosa: su Iglesia católica.

Teresa flota de forma mágica a lo largo de toda la representación de 'Teresa, la jardinera de la luz', porque el grupo de sus hermanas carmelitas nos la descubren en toda su dimensión cuando la defienden sin cortapisas ante un enviado de la Inquisición que quiere echar por tierra lo que ella significa dentro de la Iglesia de su tiempo a la que siempre defendió como un torreón inexpugnable, pero a la que no tuvo miedo de enfrentarse con valor cuando sabía de sus injusticias y discriminaciones sobre todo con las mujeres.

La sociedad mandaba y la religión era un apartado más de ésta. Pero Teresa de Jesús dejó claro para la historia de los hombres de todos los tiempos su proyecto de vida a través de su profunda Reforma de la Orden del Carmelo, sus escritos que plasmaron sus obras, y con la belleza de unos poemas de amor a Dios que hablan de esta relación de forma inigualable. Todo esto cobra una gran fuerza en los diálogos de la representación cargados de humor, ironía y un dramatismo en algunas escenas que no dejan indiferente al espectador, y menos aún a este público de Guijuelo que parece transportarse en el tiempo, y ve como un inquisidor se arrodilla ante la verdad luminosa de esta mujer, al igual que ellos apartan por unos momentos mágicos el yugo de la vida diaria que les empuja a otros menesteres, en los que de alguna manera descubren a ese Dios que también anda entre los pucheros. Distribuir alimentos de calidad, a pesar de ser una tarea rutinaria, cobra otro especial sentido.

Guijuelo, que a lo largo del tiempo ha ido creciendo, avanzando de manera imparable hacia un progreso del que da cuenta su fama a nivel mundial, se ha congregado en su parroquia para llenarla y disfrutar de algo tan grande también como la vida de Teresa de Jesús. Una vez más ha brillado en la obra que la lleva por nuestra geografía y que con la aplaudida representación número 83 llevada a cabo en esta conocida localidad demuestra una vez más el reconocimiento unánime de todos los públicos que de ella están disfrutando.

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