"Lo peor del reglamentarismo, es que no toma en cuenta al toro"
Respondía un presidente de la plaza de toros de Madrid (jubilado), en una entrevista hace unos años que desgraciadamente la fiesta está deambulando por caminos no claros; su reflexión la argumentaba diciendo: Lo que hay que defender son los valores de la fiesta. Al paso que vamos, el tercio de varas desaparece. Se está haciendo mal, y al mismo tiempo se está picando a los toros bárbaramente. Habría que llegar a la inhabilitación para salvar al toro, y como esto siga así, acaba siendo la fiesta de la invalidez.
Continuaba diciendo que dentro del espectáculo taurino hay dos posiciones, una es la fiesta de los toros y otra la de los toreros, gracias a algunos aficionados hay plazas que apuestan por el toro, otras en cambio están por el torero, y esta conlleva a la invalidez del toro. El resultado es una fiesta degenerada y devaluada. Al toro hay que poderle y después hacerle faena. Ahora se esta toreando al revés y lo que se hace no vale nada.
En cuanto a trofeos se expresaba así: Hay mayorías y mayorías, cuando se pega un bajonazo, la petición debe ser casi absoluta y estar precedida de una faena buenísima. El reglamento cuando dice ("y el presidente atenderá la mayoría"), se refiere al torero que esta toreando un toro integro; el que esta toreando un invalido es muy difícil darle una oreja.
No va a caer este comentarista en la ingenuidad de decir que en esta plaza salmantina al igual que en otras de su misma categoría han de tener el mismo nivel de la plaza madrileña, así como medirse por el mismo rasero, puesto que ni toro, ni publico son del mismo rigor y exigencia. Sin embargo, si deberían muchos presidentes de provincias tomar alguna nota de los argumentos que defienden sus colegas de las plazas más relevantes. Mi relato apoyado en las tesis del viejo presidente, es tan solo - muy posiblemente - el vano intento, de que los presidentes de plazas de toros. Aúnen y establezcan criterios sólidos, eficaces y homogéneos, con el fin de salvaguardar, cuanto de histórico, de verdad y romanticismo le queda aún al toro y a este espectáculo único. Reglamenten de nuevo cuanto este mal, pero cumplan sin exageraciones con el. Y a buen seguro que la fiesta recobrara su nivel, su verdad, gracia y luminosidad. (Que buena falta le hace).
En el espectáculo taurino, cada cual lo ve de forma diferente, de acuerdo con el protagonismo que cada uno tenga. Si comenzamos preguntando al empresario, por el precio de entradas, por los servicios de la plaza, la limpieza, precio de almohadillas y un sinfín de etcétera, - ya sabemos su respuesta - todo será favorable a sus intereses, e igualmente sabemos las respuestas del ganadero en cuanto a la calidad de sus toros, y, las del torero, tanto si triunfa como si fracasa; no digamos la del apoderado, el presidente, publico y toda la corte periodística. Al único protagonista, esencial, básico e insustituible, al toro, por el momento no le podemos preguntar; (aunque todo se andará).
Digo esto: porqué en cuanto al reglamento taurino, este pasa también por ser esa controversia interpretadora de los mensajes incumplidos al uso de según a quien vayan destinadas las ordenanzas, para depurar y exigir responsabilidades en la materia. Me parece muy legítimo, que los presidentes no quieran sinsabores, ni con los unos, ni con los otros, y que lograr dar satisfacción a todos no es tarea fácil. Pero al mismo tiempo se debe convenir, que cualquier error y menoscabo al público, que paga, y muy cara su entrada, puede ser el detonante para la alteración de este, pues se trata como bien saben de un espectáculo sumamente participativo. Por ello, dentro de su arbitraje y responsabilidad libremente contraídos, y antes de asomarse al balcón, debe dejar bien sentado a sus protagonistas, cuales son sus inquebrantables poderes ¡Y esa es la madre del cordero! - Aunque la verdad ? uno no acierta a comprender, como tantas tardes los presidentes se erigen en protagonistas del espectáculo, (no ya por el hecho de los trofeos, que bien es cierto que los criterios establecidos para concederse están bien claros en el presente reglamento) sino ante todas las irregularidades, atropellos y abusos que se cometen, a saberse: rueda de peones, peticiones de trofeos, cariocas, avisos toros inválidos y otro sinfín de detalles, que el publico protesta, pero que nadie les hace caso. Por esto mismo, no es de extrañar que, muchos aficionados, ante la falta de exigencia rigor y seriedad, que se les debe considerar, vaya desalojando una buena parte de la plaza. Deben los presidentes de las plazas de toros reflexionar, no ya como autoridad, sino como aficionado, y ponerse en su piel de "pagano" al igual que lo hacen en cualquier otra faceta de consumidor, y que a buen seguro, velara por sus intereses, con el fin de que estos no se vean devaluados, y adulterados. Sin salir de los límites taurinos, después de la corrida se hace balance. Y: Se piensa, se razona y se decide, si iremos la próxima.-
Fermin Gonzalez-comentarista.-
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