Luque y Del Álamo salen en hombros en Alba en un festejo al que el público le quitó seriedad y se volvió facilón al ver los 'disfraces' que lucían los toreros (GALERÍA DE FOTOS)
Tres meses y medio quedan por delante para que vuelva a ponerse delante el folio de una nueva temporada allá por San Valerio en la villa serrana de Valero. El tiempo que transcurre entre la clausura del año taurino en la Ducal de Alba de Tormes, algo ya habitual y que siempre a la salida te hace hacer un minibalance de otro año que ha quedado escrito en el libro de la existencia.
Alba es el cierre alrededor de su corrida y casi siempre con festejos de categoría que dejan un buen sabor para todo el invierno. Festejos que han tenido rotundidad con faenas para el recuerdo. No fue así en esta ocasión en la que hubo demasiados excesos por la generosidad del palco, a quien faltó más criterio. Criterio desde el principio cuando hubo algún toro sospechoso, pero sobre todo a la hora de regalar varias orejas. Pero ya se sabe que la moda impuesta del triunfalismo se extiende como una plaga. Y más en esta ocasión donde el público le quitó seriedad y se volvió facilón al ver los 'disfraces' que lucían los toreros. Sí, disfraces literalmente y encima todos iguales, cuando el toreo requiere una seriedad y no la rimbombancia de ahora en pinzonianas, teresianas?, que no hacen más convertirlo en un baile de disfraces sobre el ruedo. Y con la grandeza que tiene una tarde de toros y toda su liturgia sobre tanto experimento. Porque lo cierto es que la Fiesta, por más que un sector de la prensa cante tantas glorias, o está para jugar con ella en experimentos.
Entre la terna actuante no acabó de tener su mejor tarde el sevillano Manuel Escribano, que firmó lo mejor ante su primero, de mucha calidad, pero al que faltó redondear la faena. Mucho menos en sus segundo, manso y rajado, en el que además no estuvo a la altura de resolver con eficacia. Al revés fue el caso de Luque, quien protagonizó una notable actuación en su lote, con dos faenas distintas, pero densas y el nexo común de que en ambos toros interpretó perfectamente el toreo a la verónica -en el primero genuflexando la rodilla contraria con cierto aire 'gallista'-. Muy corto su primero buscó las cercanías lo que le valió triunfar ante un público alentado por los ¡olés! de su padre, que es su particular Diamante Rubio. Por su parte en su segundo se gustó y llegó al público sin necesidad de que lo empujaran, sino con su buen hacer para convertirse en el triunfador de la 'teresiana'.
Juan del Álamo, que toreaba ante sus paisanos charros y rodeados de todos ellos tuvo momentos de brillo en los que dejó patente el mejor aroma de su toreo. Mucho mejor en su primero, en el segundo se la jugó para buscar una puerta grande que por nada quería que se le escapase y que acabó logrando tras convencer a todos. Por ella lo sacaron junto a Luque cuando ya era noche cerrad, bajo una incesante lluvia que hizo desperdigar a la gente con tanta rapidez como hacen los presos cuando encuentran la puerta de la libertad.
FICHA DE LA CORRIDA
Corrida Teresiana. Toros de Toros de Orive, desiguales de juego y presencia. Los mejores primero y quinto, que fueron aplaudidos en el arrastre.
Manuel Escribano: oreja y palmas.
Daniel Luque: oreja y dos orejas.
Juan del Álamo: oreja y oreja tras aviso.
Entrada: Casi lleno.