Camino de perfección

Camino de perfección es el segundo escrito de la Doctora de la Iglesia y doctora honoris causa por la Universidad de Salamanca, adelantándose ésta en el año 1922 a la proclamación de aquélla (el doctorado de la Iglesia lo proclamó el Beato Papa Pablo VI el 27 de septiembre de 1970), siendo la primera mujer doctora de la Iglesia.

Ayer cerraba nuestro obispo en Alba de Tormes el año santo teresiano con una solemne misa al aire libre en la plaza del peregrino, delante de la nueva basílica en construcción, y con una concurridísima procesión con la imagen y el brazo de la santa en largo recorrido al atardecer.

El que termine una etapa como la del año teresiano del quinto centenario del nacimiento de Santa Teresa, no significa que todo se termine. Al contrario, el año teresiano ha supuesto un nuevo impulso para la continuidad en la profundización de las enseñanzas y el ejemplo de nuestra gran Santa. Ella misma nos dice -- decía de su época pero es válido para la nuestra -- que "es tiempo de caminar".

Ya al libro que ella prepara para ilustración de sus monjas, con la pretensión de que avancen en la vida espiritual aprendiendo de su propia experiencia de oración, lo llama ella camino, Camino de perfección. No admite que se pueda estar parado o adormilado en la vida espiritual y personal, y defiende que hay que seguir con esfuerzo y perseverancia un camino, que normalmente es el camino o la práctica de la oración, que produce a su vez la experiencia de la unión con Dios, máxima aspiración de la vida espiritual, según ella.

Una buena enseñanza también para nuestro tiempo, en el que corremos el peligro de adocenarnos y apoltronarnos, contentándonos con tener trabajo, gozar de un buen puesto, a ser posible bien retribuido, y nos preocupa menos el propio progreso personal y desarrollo interior de la persona, menos aún con la vista puesta en los caminos del progreso de la gracia.

Conocernos a nosotros mismos, y buscar en nuestro interior la presencia y el conocimiento del Dios y del hombre Jesucristo, que en ella tenía tan profundo significado, nos es ajeno a la mayoría de las personas en la actualidad, cuando el hablar de Dios y de la vida interior no está precisamente de moda.

Y, sin embargo, está bien claro que andamos bastante necesitados de una búsqueda interior que nos lleve al conocimiento y goce de lo que verdaderamente merece la pena y permanece, mientras las apariencias tan profesadas en nuestro mundo de hoy, y las vanalidades y posesiones o gozos efímeros son los que dominan en nuestra vida, dejándonos al final vacíos e insatisfechos por no calar en lo que verdaderamente permanece y merece la pena.

Bien podríamos ponernos en marcha y disponernos a recorrer lo caminos de profunda humanidad que recorrió y enseñaba Santa Teresa. Disponemos de sus libros, de sus enseñanzas, y de los modelos abiertos de sus propias hijas, las monjas del Carmelo, recluidas en el silencio de sus conventos, pero llenas de riqueza human y espiritual, y hasta de una sorprendente alegría y felicidad.

Que la Santa Madre nos estimule y cautive, como lo ha hecho con multitud de personas de todas las procedencias a lo largo de todo este año teresiano, y sigamos sus huellas en adelante, de modo que no resulten las del año santo teresiano unas celebraciones efímeras y pasajeras, que no han dejado más que un recuerdo elemental y pasajero de las múltiples celebraciones, teatros, musicales, exposiciones como la de las Edades del Hombre, entre otras, y muchos otros signos externos más, que están a punto de terminarse.

Que la Santa nos haga entrar en la dinámica de los "amigos fuertes de Dios" que son necesarios para "tiempos recios". Santa Madre Teresa: ruega a Dios por nosotros.