Cuando los dioses se aburren...
Los dioses del planeta se aburrían. Llevaban una eternidad conviviendo y aún les esperaba otra. Se conocían tanto y tan bien, que lo único más grande que su inmortalidad era su apatía.
Un día se le ocurrió una idea a uno de los dioses menores, creo que fue a Héctor, y pidió permiso al padre de los dioses, un individuo que le decían Hermes, para llevar adelante la idea.
-¿Crear unos seres que se llamen hombres? -preguntó extrañado Hermes-, ¿no seríamos demasiados? Aquí ya ni cabemos?
-No padre mío -respondió Héctor-, los crearemos de tal manera que jamás serán dioses.
-Explícate -ordenó Hermes.
Como se había corrido la voz que un dios menor estaba proponiendo a Hermes un nuevo entretenimiento, todos los dioses de Iq acudieron a ver si les motivaba el juego.
Héctor, ajeno a la expectación, empezó a desgranar sus planes para intentar conseguir la autorización.
-Lo he meditado mucho -comenzó diciendo-. Lo primero que te pido, ¡oh Padre! es que estas criaturas sean mortales y sepan que tienen que morir.
-¿Y si alguno de los nuestros siente celos de esa vida caduca que estimula el instante? ?Hermes no las tenía todas consigo.
-Se consolará pensando que la gloria de esos seres es efímera ?Héctor tenía respuesta.
-Concedido -dijo Hermes-, aunque les haremos dudar de su mortalidad para estimularlos.
-Mi segunda petición ?prosiguió Héctor-, es que sean islas que floten juntas en el mar de la Soledad.
Le interrumpió un murmullo de reproche desde las filas de los oyentes.
-No es ninguna contradicción -se justificó Héctor mirando a la galería-, estarán todos juntos, incluso amontonados, pero cada uno se sentirá solo, porque solo se tendrá que enfrentar a la muerte.
-¿Y no podrán desecar el mar de la Soledad y juntarse?- preguntó un dios espectador.
-Imposible -replicó Héctor-, no les daremos la posibilidad de hacerlo. Una parte de su organismo producirá lágrimas, que servirán para aumentar el mar de la Soledad.
-Ya entiendo ?asintió Hermes-, nosotros dirigiremos sus vidas, haciendo crecer el mar de la Soledad, o por el contrario acercándolos.
-Yo había pensado en el dios Amor para juntarlos -explicó Héctor-, y para separarlos pondremos muchos más; Ambición, Lujo, Gloria, Pereza, Avaricia, etc.
-Puede ser interesante - reflexionó Hermes-, ver como unos seres finitos chapotean en el mar de la Soledad intentando trascender.
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