Un deporte necesario

En el rugby, deporte que se encuentra ahora mismo celebrando la octava edición de su Copa del Mundo, a pesar de que el objetivo es transportar un oval hacia la línea de anotación (ensayo en la jerga) contraria, este solo puede ser pasado hacia atrás, al menos con la mano. Además, el artículo 24 del reglamento de este deporte, coloca en fuera de juego a todo jugador que, con capacidad de influencia, se encuentre situado por delante de la pelota. Más aún, el rugby exige que cada equipo alinee en el campo a quince jugadores, muchos de ellos fornidos atletas especialistas en el arte del placaje. ¿Cómo conseguir entonces el objetivo?

Trabajando en equipo. No hay otra. En el rugby ningún contendiente puede aferrarse al singular talento de uno solo de sus miembros, pues no le servirá de nada. Para transportar el oval hace falta que todos intervengan transmitiéndolo (pasándolo), corriendo, limpiando los rucks (situaciones en las que varios jugadores se encuentran en torno a un jugador placado, tratando los unos de recuperar el balón y los otros de facilitar que la pelota pueda ser liberada) o los mauls (agrupaciones en las que el portador del oval se encuentra en pie),? Pero no se equivoquen, dentro de esta democracia existen roles especializados.

En el rugby hay delanteros y tres cuartos y, contra lo que pudierais estar pensando, los delanteros son, en principio, los encargados de las tareas menos vistosas. Hay medios, centros y alas. Hay jugadores encargados de sacar de banda (touche), de ganar esos saques, de empujar en las melés, de patear a palos para obtener tres puntos como consecuencia de un golpe de castigo contra el equipo rival,? Cada equipo de rugby es, por lo tanto, una suerte de orquesta de cámara en la que en muy contadas ocasiones suena un solo de violín y en la que, a cambio, siempre es importante que todos los instrumentos se encuentren afinados.

Pero lo que más me gusta del rugby, más allá de su componente táctico o estratégico, o de su carácter democrático, son los valores que inspira. El respeto hacia el árbitro, con quien solo habla el capitán, y hacia el adversario, con quien se disputa a muerte cada balón para después terminar cantando abrazados en lo que se conoce como "tercer tiempo". El respeto y la honestidad con la que se afronta cada acción del juego. El respeto, la honestidad y la nobleza con la que los jugadores agradecen con su conducta, intachable, todo lo que el rugby les ha dado. Y es que el rugby, por todo lo que representa, es un deporte necesario.