Vista la situación desde la piel de toro, dos son los asuntos que ocupan las primeras páginas de los periódicos y los informativos de radio y televisión: el desafío nacionalista en Cataluña y las calamidades que desesperan a tantos miles de ciudadanos que huyen de sus países buscando la consideración de refugiados para conseguir, antes de nada, salvar sus vidas.
La casualidad ha querido que haya dos personajes, de nombre muy parecido, que, de alguna manera, protagonizan cada uno de estos casos: Barack Obama y Osama Abdul Mohsen.
En la reciente visita de Estado que han realizado los reyes de España a EE. UU. , el presidente de este país ha efectuado una declaración mostrando su deseo de que España, como pías aliado, sea una nación fuerte y unida. ¡Para qué queremos más! Les ha faltado tiempo a los de siempre para levantar su voz denunciando toda clase de contubernios para "obligar" al presidente de la nación más poderosa del mundo a manifestar lo que se le ha dictado desde el gobierno español, precisamente para agraviar al sufrido pueblo catalán. Como no podía ser de otra forma, también ha contrariado a quienes gozan de una medida democrática que se encuentra a años luz de la que se vive en USA.
Uno de los problemas de los dirigentes nacionalistas catalanes es su elevado nivel de cinismo para proclamar a sus seguidores situaciones y principios, a sabiendas de que no son ciertos. Conforme se acerca la fecha de las elecciones autonómicas ?que no plebiscitarias-, arrecian sus afirmaciones de que, en una hipotética independencia, Cataluña no saldría de ninguna de las instituciones a las que pertenece España, que mejorarían todos los servicios sociales, que la Unión Europea nunca abandonaría a 7 millones de ciudadanos que también son europeos ?aunque lo que nunca mencionarán es qué porvenir esperaría a los millones de catalanes que desean seguir siendo españoles-, y otras muchas sandeces que carecen de seriedad.
De nada sirve que otros muchos "Obamas" ?léase MerKel, Cameron, Hollande, Juncker- a quienes se pregunta su opinión al respecto, declaren con toda claridad que Cataluña, en tal situación, quedaría aislada y, lo que es más grave, con pocas posibilidades de volver a pertenecer a los organismos que renuncia separándose de España. Resulta pueril pretender que la gente se crea que el presidente del país mejor informado del mundo necesita que la diplomacia de otro gobierno le insinúe aquello que debe comentar al hacer sus declaraciones -ese mismo presidente no tuvo ningún inconveniente para negarse a recibir a un dirigente que sí había realizado una serie de gestiones para conseguirlo- No. En este caso la rabieta no cuela. La pretendida independencia es ilegal, inviable y una barbaridad., a pesar de que aún queden empresarios que, a la hora de redactar un comunicado, no quieran "mojarse" diciendo que no son partidarios de la independencia pero sí de facilitar una "consulta legal" -que no contempla la Constitución, si sólo se hace en Cataluña-. Señores empresarios, en este asunto hay que definirse, no valen medias tintas ni pretender abogar por una "tercera vía", que acabaría siendo una vía muerta. Pero claro, la pela es la pela.
El otro personaje de actualidad es el ciudadano sirio Osama A. Mohsen, vejado por una asilvestrada periodista húngara, dando lugar a unas desagradables imágenes que han impactado en medio mundo, y que han servido para que personas caritativas, en este caso españolas, se apiaden de él, le proporcionen un hogar para su familia y un empleo que sirva para sostenerla. Esta vez la historia ha tenido un final feliz y hay que felicitar a quienes lo han hecho posible. Ahora hace falta que el caso de Osama sea el primero de una larga y responsable acogida para tantos "Osamas" que siguen sin solucionar su crítica situación, que ven cómo se acerca el invierno y que, como vemos en los telediarios, todavía están sufriendo muchas "zancadillas" en forma de alambradas, cañones de agua y hasta gases lacrimógenos.
Se sigue poniendo de manifiesto la necesidad de una dirección en la política de acogida y distribución de refugiados, de tomar las medidas oportunas con aquello países que están más dispuestos a demandar fondos de la Unión Europea que a mostrarse solidarios con quien esté en peor situación. Europa se juega mucho de su prestigio; ya va siendo hora de trabajar en serio porque nunca van a faltar ciudadanos que dejen en mal lugar la inacción, la desidia, el egoísmo y la dureza de corazón de algunos políticos.
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