En los Salesianos de María Auxiliadora, a los que vivíamos en el patio los fines de semana gracias al deporte, siempre nos llamó la atención ese día de mayo en el que familias enteras se hacían una foto e interrumpían nuestros partidos? "Eran los antiguos alumnos, nos decían", pero no le dábamos más importancia porque en esos momentos sólo nos preocupaba el presente y, como mucho, pensar en el siguiente gol o la canasta imposible.
Recientemente fuimos nosotros, los que salimos del colegio en 1990, los protagonistas de esas sensaciones, de esos reencuentros y buenos recuerdos, de esas emociones y también de esas fotos? estuvimos, gracias a la Asociación de Antiguos Alumnos de Don Bosco-María Auxiliadora que se preocupó de localizarnos, al lado de los que hace medio siglo también ocuparon las mismas aulas, señores de los pies a la cabeza gracias a la formación recibida, como ellos mismos reconocieron, elegantemente vestidos para recibir la insignia de la asociación de antiguos alumnos y acompañados muchos de ellos por sus esposas.
Nos ganaban en número, tal vez porque la amistad en la década de los 60 tenía un significado distinto, ni mejor ni peor que ahora, pero las posibilidades de movilidad laboral eran menores y también las distracciones y el ocio contribuían a afianzar esos vínculos.
Los de las bodas de plata éramos los novatos y al menos aprendimos una cosa: dentro de 25 años, por muy jóvenes que nos sigamos sintiendo, ni los vaqueros ni la vestimenta informal serán ya para nosotros y tendremos que ir con traje y corbata... Pero aparte de ese detalle, las arrugas, las canas, las frentes despejadas, los cuerpos menos esbeltos y los años nos han sentado bien a todos, y la vida, a pesar de la crisis, nos ha cuidado en lo esencial, el buen humor y la amistad, y cada uno revivimos todo como si casi nada hubiera cambiado en estos 25 años.
Nos abrazamos, nos pusimos al día de nuestras vidas, de nuestras familias y también compartimos las jornadas del fin de semana con algunas de las chicas que sólo estuvieron con nosotros un año, el de COU, pero que también forman parte de la historia del colegio, sobre todo porque después de aguantarnos un curso desbocados en nuestro despertar a estar con alumnas en clase, se merecen todos los elogios...
Algunos nos conocíamos desde los 5 años y con otros la distancia había sido precisamente ese cuarto de siglo transcurrido desde que salimos del colegio, pero el reencuentro fue igual de divertido que como nos recordábamos en los años escolares, y hasta nos atrevimos a entonar a capella durante la foto de familia el "¡Salve, Don Bosco santo, joven de corazón?!"
Todo tuvo su significado al coincidir la celebración con el año del Bicentenario del Nacimiento de Don Bosco. Por eso fue también muy emotivo recordar a los que ya no están con nosotros; en nuestro caso, a nuestro compañero Mariano, fallecido junto a su hermano Julio en un accidente de montaña en Segovia en 1991 y que nos seguirá acompañando en nuestra memoria hasta las bodas de oro igual que lo ha hecho hasta ahora.
Ojalá que dentro de 25 años seamos más los que podamos volver a rejuvenecer gracias a la etapa colegial. Si llegamos, hicimos la promesa de aceptar el reto de jugar un partido de fútbol sala o de baloncesto contra los que cumplan las bodas de plata? porque el otro día los mayores rechazaron la propuesta? seguramente, pensamos, porque iban con traje y corbata...
En 2040 volveremos a encontrarnos, si Dios quiere, y seguiremos, como decía Don Bosco y la canción, "forever young", porque parafraseando el tango, "25 años no es nada".
Gracias, compañeros y amigos, por ese maravilloso reencuentro.
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