Una de las estrategias de innovación educativa más apasionantes procede de la aplicación de todas las novedades digitales en la vida de las aulas. Hasta ahora, la innovación tenía un carácter instrumental porque consistía en utilizar las nuevas tecnologías en todas las prácticas educativas. De las Matemáticas a la Historia pasando por la Literatura o los Idiomas, cada día contamos más recursos para el aprendizaje condicionados por la existencia de tabletas, ordenadores o pizarras digitales. Estos recursos educativos no sólo están transformando la forma de enseñar sino que están generando una figura de profesor que podemos llamar el humanista digital.
En los claustros de profesores de la nueva escuela, el humanista digital es un personaje innovador, que no tiene miedo al cambio y
está convencido de las bondades de la cultura digital. Está tan seducido por las nuevas tecnologías que utiliza un lenguaje nuevo con el que sorprende a sus compañeros. No sólo se ha convertido en un técnico en el desarrollo de aplicaciones para unas tabletas que maneja como nadie, sabe qué programas están disponibles y qué programas están protegidos. Descifra algoritmos encriptados, maneja pantallas, conexiones, teclados, códigos, cables, híper-vínculos y las redes de tal forma
que tiene una autoridad indiscutible frente al resto de compañeros.
Aunque haya convertido en un personaje fácilmente identificable para promover una escuela innovadora, no todos los compañeros del claustro están convencidos de que este tipo de profesores son verdaderos humanistas. Todavía hay profesores que sospechan de todo lo digital y prefieren hablar de otros tipos de humanistas claramente diferenciados del digital. Por ejemplo, hay una generación de profesores que defienden un humanismo estético, un humanismo utópico o humanismo naturalista. Tiene sentido hablar de un humanismo basado en el conocimiento de los clásicos de la Literatura o el Arte, incluso hablar de un humanismo basado en las propuestas de transformación social y política que surgieron con el Renacimiento y la Ilustración. Hasta puede tener sentido remitirse al naturalismo positivista de Comte o Darwin para reivindicar un humanismo naturalista, pero ¿quiénes serían las referencias del humanismo digital?
En algunos claustros también convive otro perfil de humanistas menos tradicionales y más postmodernos que tampoco quieren ser desplazados o sustituidos en su protagonismo por el humanista digital. Pensemos en las nuevas figuras de profesores humanistas que promueven el humanismo irónico, el humanismo olímpico o el humanismo enciclopédico. Desde hace algunos años hay profesores que dejan todo en manos de la ironía socrática y liberal, docentes dispuestos a no enseñar verdades de ningún tipo sino a enseñar el arte de sospechar o desconfiar de los grandes relatos pedagógicos. Junto a estos humanistas irónicos, el humanista olímpico ha encontrado en la cultura del cuerpo un ideal de vida que transmitir a los alumnos. Junto a ellos, el humanista enciclopédico representa los restos de una visión holística y totalizante de los saberes, dispuesto a mantener vivas las máximas de vida práctica que nos transmitieron Marco Aurelio, Séneca, Cicerón, Luis Vives o Erasmo.
En los cursos de innovación educativa, en los claustros de profesores y en las tertulias docentes, siempre es difícil precisar el perfil del humanista digital. No faltan quienes lo consideran una metamorfosis del humanismo tradicional en la nueva era digital porque siempre analizan sus funciones desde las áreas de conocimiento que dominan. Tampoco faltan quienes lo consideran un friki educativo seducido por todo lo nuevo y sin capacidad para discernir entre los fines y los medios de la práctica educativa.
En todo caso, la potencia con la que la cultura digital está irrumpiendo en nuestras aulas no dejará indiferente a ningún educador. Todos tendremos que posicionarnos de nuevo ante un horizonte educativo que nos está desbordando y todos tendremos que reconstruir el tipo de humanismo que estamos transmitiendo. Algunos ya se han situado a la vanguardia de los procesos educativos y antes de que nos colonicen silenciosamente los bárbaros del río revuelto del post-humanismo han decidido renovar la vida de las aulas con la figura del humanista digital.
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