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Intervención de Lauren Risueño en el homenaje que le brindaron los Mirobrigenses Ausentes
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DISCURSO

Intervención de Lauren Risueño en el homenaje que le brindaron los Mirobrigenses Ausentes

Actualizado 16/08/2015
David Rodríguez

Me he sentido contento de haber intentado vivir como un buen vecino enamorado de mi ciudad

[Img #389206]> A continuación reproducimos de forma íntegra el discurso pronunciado por Lauren Risueño durante el homenaje que le brindó en la noche del sábado la Peña de Mirobrigenses Ausentes, dentro de la serie de homenajes que realiza anualmente la Peña a personalidades o entidades "relevantes" que hayan destacado en la promoción y mejora de Ciudad Rodrigo.

Queridos amigos de la Peña de Mirobrigenses Ausentes; familiares, señoras, señores, amigos todos. Buenas noches.

Es difícil manifestar con palabras la emoción que siento al recibir este homenaje que yo no hubiera pensado nunca, pero que hoy disfruto en compañía de todos vosotros.

Siempre he sido consciente de no haber hecho nada importante en el transcurrir de mi vida, pero siempre también, me he sentido contento de haber intentado vivir como un buen vecino enamorado de mi ciudad.

Algunas veces me he preguntado qué tiene Ciudad Rodrigo para poder quererla tanto. Tal vez aquel cariño que sentí por parte de mis padres, mis familiares, mis amigos cuando era niño. Tal vez los recuerdos de aquellos innumerables rincones donde yo jugué: las murallas, los fosos, las plazuelas, los frontones? Tal vez la hermosa memoria de mi madre, cuando me enseñaba el bello arte del canto. O las conversaciones largas con mis tías Adelaida y Amalia? O el carácter de sus gentes? O aquellos paseos con Don Jesús Sánchez Terán, o aquel otro farinato ejemplar de nombre Agustín Moriche, con los que aprendí a pasear despacio y enamorarme lentamente de esta ciudad. ¡Por algo sería que mi padre me pidió que nunca me fuera de aquí!

Sin duda he sido un hombre con suerte. Tengo amigos de una talla excepcional a los que quiero y querré siempre. He podido encontrar en Ciudad Rodrigo mi trabajo y mi modo de vida. Aquí conocí a mi mujer y aquí nacieron mis hijos. Todo esto y algunas cosas más que quizás ahora no recuerdo, han hecho de mí un devoto farinato enamorado. Y por ello he "cantado" a Ciudad Rodrigo, que es lo que menos mal sé hacer. He estado presente en las conmemoraciones que se han celebrado de su larga historia. He procesionado con sus santos. Y la he llevado en mis labios allá donde fuera, con inmensa alegría y mayor orgullo.

Es este un momento en el que se agolpan los recuerdos, las horas del ayer ya vencido, y esos sueños que, a esta edad mía, se tienen de querer adivinar el futuro aun sabiendo que no podemos hacerlo. Solo puedo deciros que, mientras Dios quiera, yo seguiré aquí. Sintiendo los latidos de este presente, tantas veces incierto, del que espero solo venturas para esta ciudad. Quiero creer que mis sentimientos por Ciudad Rodrigo siguen y seguirán ?y ya que estamos en año de celebración teresiana- inflamándome por dentro. Es lo que tienen los grandes amores, que no se ven pero se sienten.

Vivimos tiempos difíciles en todos los aspectos: apatía, costumbres que van despareciendo, problemas en la convivencia? y poca ilusión por las cosas que tanto ayudan a vivir.

Pero hemos de ser optimistas y creer que, a pesar de todo, prevalecerán los mejores valores de nuestra patria, los mejores también de los mirobrigenses. Todos y cada uno de nosotros, con nuestras aptitudes, seguiremos construyendo España, y aún más, Ciudad Rodrigo. Ese será nuestro más noble compromiso y sueño.

Y a vosotros, mirobrigenses ausentes, que debéis amar esta ciudad desde la lejanía, solo quiero desearos larga vida para que no decaigáis en tan buenas intenciones. Esta distinción será el anhelo de muchos otros como yo, un magnífico estímulo para tantos y tantos vecinos. Sí, estoy emocionado. ¿Qué más podría pedirle un mirobrigense a su ciudad y sus gentes?

De corazón, gracias.

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