"Qué bonita la vida, que da todo de golpe y luego te lo quita, te hace sentir culpable, a veces cuenta contigo y a veces ni te mira?".
Simples versos que continúan haciendo un repaso por el trato que recibimos a diario, por los sucesos que nos van aconteciendo, en todo aquello que nos afecta y nos ocupa y la actitud que demostramos ante las adversidades, ante los contratiempos, ante los errores que cometemos, ante las decisiones que tomamos y ante como las personas nos enfrentamos a los fracasos y a los acontecimientos que en muchas ocasiones nos desbordan o nos invaden sin saber afrontarlos con cordura, sensatez y la madurez suficiente como para asimilar los golpes.
Cuantas veces escuchamos los problemas de los demás y desde la presunta o presumida empatía intentamos acompañar los duelos, las pérdidas, los fracasos de los que nos buscan para su resguardo, para compartir el consuelo, para descargar el peso de las difíciles situaciones en las que la vida, por propias decisiones o por descuidos y despistes, nos coloca sin quererlo, sin esperarlo, sin asumirlo. Qué fácil es cuando son los demás.
Y que difícil, para algunos se hace remontar el vuelo desde el suelo cuando somos nosotros los que caemos. Que duro parece y se hace afrontar un nuevo día cuando todo está o nos parece perdido.
Que ansia y angustia invade a aquella persona que siente el vacio de lo que definitivamente sentimos que no volverá, de lo que se nos ha escapado, de lo que no hemos cuidado o protegido o valorado y en qué momento tomamos conciencia de que ya no hay marcha atrás.
Cuánto dura el dolor, la tristeza, la reflexión, el duelo y el sufrimiento necesario para comenzar a mirar hacia delante, recomponer el ánimo, la sonrisa y rebuscar en nuestro interior la esperanza para encontrar la salida, aunque sea a rastras.
De qué forma asumimos las derrotas y los errores para, asumiendo la lección aprendida, valorar en una segunda ocasión lo que realmente tenemos y nos merecemos.
Porque muchos son los acontecimientos que tenemos que afrontar sin esperarlos, porque muchas son las ocasiones en las que perdemos lo que no hemos abrigado, porque muchos son los momentos en los que nos encontramos vencidos.
Y aún así, dicen que la mente es sabia, dicen que el corazón es duro, dicen que la voluntad aflora y las fuerzas se recomponen para cambiar el futuro inmediato. Mientras el cuerpo, la mente, el ánimo y las ilusiones se despiertan y ordenan con nuevos proyectos, nuevas relaciones, nuevas expectativas que dan sentido a nuestra vida, a nuestro día a día.
Para levantar la cabeza firmemente, para recuperar el aliento y seguir caminando, para mirar a nuestro alrededor y valorar lo que aún nos queda. Con ánimo y fortaleza para construir mucho más, para encauzar un nuevo rumbo que nos devuelva la confianza, la seguridad y volver a sentirnos buena gente, volver a sentirnos responsables, volver a confiar en nosotros mismos, volver a ser constantes en nuestro trabajo y compromiso por y para los demás.
"Qué bonita la vida, que te mece con arte, que te trata de usted para luego arroparte, te hace sentir valiente y otras tantas don nadie?"








