Agosto es el gran domingo del año. Es el momento gozoso del tiempo de cada uno; el tiempo de descanso, de ruptura con la rutina laboral y cotidiana; el tiempo de abandono del lugar habitual de residencia y del encuentro con familiares y amigos a los que no se ve habitualmente. Es un tiempo de plenitud solar y humana. Cada uno carga las pilas a su modo, para la travesía del siguiente ciclo.
Y el es gran domingo, porque es el tiempo vacacional. Más allá de las playas o de los viajes, la mayoría de los españoles de a pie suele realizar tal descanso yéndose al pueblo de donde ellos mismos proceden o donde está el origen familiar. Es un modo de fortalecer la raíz y el mundo mental de cada uno, pues el de los orígenes es el sustrato del que la gran mayoría se nutre, para recuperar las fuerzas y energías necesarias para seguir viviendo.
Desde la llegada de la democracia a nuestro país, los gobiernos municipales, según sus recursos, han ido realizando programaciones estivales de todo tipo, principalmente culturales y recreativas, para atender a esa demanda ciudadana, cada vez mayor, de tales tipos de actividades, ya que quienes viven en las ciudades han ido adquiriendo unos hábitos en los que el uso compartido y programado del tiempo libre (a través de charlas, exposiciones, actos, competiciones deportivas, marchas, clubs de lectura, uso de las bibliotecas públicas, etc.) tiene una gran importancia y de los que ya no pueden prescindir.
Sí, agosto es el gran domingo del año para todos. La mensura del tiempo ha sido siempre, en todas las culturas, una actividad humana incesante. Nos gusta, como especie de conciencia y social que somos, pautar el tiempo, medirlo, ordenarlo en ciclos, en estaciones, años, meses?
Si tuviéramos que hacer corresponder los meses del año con una semana, habría una correlación perfecta y significativa: septiembre y octubre serían el lunes; el martes, noviembre y diciembre; enero y febrero, el miércoles; marzo y abril, el jueves; el viernes, mayo y junio; quedando julio y agosto como el gran fin de semana: julio el gran sábado y agosto el gran domingo.
Es un entretenimiento, pero todas las culturas y civilizaciones tienen sus propias y peculiares mensuras del tiempo. Porque al ser humano le horroriza el tiempo difuso, indefinido, no sometido a pautas ni medidas. Es la tendencia de nuestra especie a convertir el caos en orden. Y, en esa regulación, nos vamos haciendo todos más civilizados; porque una de las amenazas peores para el ser humano es la de la barbarie, amenaza que tratamos de erradicar, también, a través de estas mensuras del tiempo. Porque el ser humano ?permítasenos el neologismo? es el gran cronomensor del universo. Medimos el tiempo para hacer más soportable la vida.
Disfrutemos de este gran domingo que acabamos de iniciar. Y siempre dentro de la consigna más civilizada: vivamos y dejemos vivir a los demás.
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