"Lo único que no ha cambiado en la torería moderna, es el arte de arrastrar los toros, las mulillas siguen siendo las de hoy, como en los tiempos de Lagartijo"
Parece ser, que lo de sacar el pañuelo de lienzo, que en otras épocas era de recibo agitar al término de las faenas a premiar, viene sucediendo: que, es una praáctica que esta desapareciendo de los ruedos, al igual que otras muchas cosas.
Sorprende, -¡bueno, sorprende muy poco!-, que en muchas plazas se concedan los trofeos con un número muy limitado de pañuelos aún estando de acuerdo el respetable con su concesión. Sin embargo, como digo, el flamear de pañuelos era reducido, y se hace acompañar de un griterío, y un vocerío ensordecedor por parte del público asistente: -A que se debe esto -...
Pues a que estamos en la generación del "Klinex", (llamado así a viva voz) moquerito de papel 20 x 20 desechable, valido para narices, lagrimas, sudores, labios y otros menesteres corporales... Y que resulta asombroso, como con papelito de celulosa unos, y otros a "grito pelao" se puedan pedir las orejas de un toro bravo. ¡Tan acatarrada, llorosa y sudorosa esta la fiesta !, o bien no se hacen, o no se llevan pañuelos de triples dimensiones que el dobladito papelin, que no puede agitarse emocionado, y que a duras penas puede verse en el tendido, con lo cual no se cuantifica claramente la petición de trofeos, perjudicando alguna faena que quedo sin el merecido apéndice!. Pues, esto es lo que ocurre tan solo en las plazas de contrastada seriedad y rigor y en aquellas, donde aún se le tiene en cuenta al aficionado. Porque resulta; que en muchas otras, sobre todo provincianas, las empresas, sabedoras de la falta de moqueros de tela, no se andan con remilgos y han dispuesto que las almohadillas sean de color blanco, para que estas se agiten con frenesí, pueril y desorbitado en demanda de los trofeos, y ya se sabe, que para estos, a más cantidad de trofeos, mejor ha sido la tarde de toros. La cuestión ya ha sido denunciada por este columnista "chalao perdido" en multitud de ocasiones. Y habrá que seguir haciéndolo ("por si acaso")?
Reivindico desde estas líneas, el buen pañuelo blanco, grande hermoso, que se hace ver con claridad, y cuando el coletudo de turno haga vibrar a la concurrencia, se manifieste agitando vigoroso, el pañuelo de siempre. El torero también al final de la lucha buscará en la barrera la blanca toalla. Que, por el momento... No es de papel... Pero no tardará, ya lo verán?
Fermín González comentarista salamancartvaldia
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