Alfredo Pérez Alencart prologa el libro "La única puerta era la tuya" (Verbum, 2015) que la argentino-española -doctora por Salamanca y profesora en Italia- presentará el próximo octubre, durante el XVIIII Encuentro de Poetas Iberoamericanos
PÓRTICO
1.
Prevalece el deseo, la entrega innata del cuerpo, los restos agujereados del amor, de una comunión carnal o de una dicha postergada. También, y mucho, la añoranza de un suelo de Ultramar o la reconquista de los parajes que dejaron sus ancestros por la vieja Europa, la familia matriz que quedó en la otra Orilla, así como todos aquellos instantes intangibles que la memoria atesora para, cuando principia la tarde del tránsito existencial, ir liberándolos según necesidades?
Así voy pulsando los latidos de la argentina-española-italiana Marisa Martínez Pérsico, una escritora que porta en su sangre las leyes naturales de la errancia y, por ello mismo, saca su otra bandera cuando percibe alguna mirada huraña: "Vengo de aquí/ donde las sangres urden su tejido/ sin la dócil precaución/ de los dedales./ Como una vagamunda impertinente/ que bajó del azar/ como de un barco".
Pero ella sabe que nada más dejar el entorno ya es inevitable sentirse forastera. Por eso, en 'Desarraigo', mestiza dos de sus temas esenciales --pertenencia a ciertos territorios junto a entrega en cuerpo y alma--: "Y declarar:/ aquí me rindo, tendida a tu derecha/ de todos los rincones del planeta elijo tu hombro/ sin más norte que el sur de mis recuerdos/ a pesar de esos pájaros de leche/ y el huso horario/ que me arrojan de fauces al futuro/ como se echa una piedra en un estanque sin fondo". Conmovedor poema. Y los demás que contienen esa botonadura de la extranjería, ese estar "sin saber hasta cuándo ni cómo/ en una fila a punto de embarcar?".
2.
Estamos ante un libro que merece la mejor de las atenciones, máxime en estos tiempos de abundante versificación pero escasa Poesía. La única puerta era la tuya resulta un arca donde Marisa Martínez Pérsico ha hecho subir, entiendo, a lo más decantado de su escritura poética, aquello que fue anotando mientras gozaba o sufría en sus travesías por el cuerpo y el espacio. Cada ofrenda de las tres secciones principales ('Único encuentro', con un texto vertebrado en cuatro partes; 'Desabrigos y recordatorios', con 18, y 'Vagamunda', con 15) resultan poemas de alto voltaje lírico, con una dicción propia que se aleja de lo manido y resobado, libérrimos en cuanto a la forma pero sin olvidar el fondo clásico de donde viene todo escriba. Ella nos ofrece su yo y las goteras de su cielo, es cierto, pero lo hace con una grande pupila que permite una proyección plural, asimilable por la inmensa mayoría. Estamos, pues, ante un libro que no perderá su encerada lozanía así sucedan los lustros.
3.
Lo que marca se hereda en el tiempo: siempre se memora la puerta que se abrió por vez primera y ya nada descarna tal pasión, aunque duela saber que la otra parte ha renovado su compañía. Por ello hasta puede admitirse: "Quizá sea tu refugio a la inclemencia/ de la puerta que otrora clausuramos". Por ello los sedimentos iniciales siempre estarán reviviendo tras aquella puerta que ya no existe: "A pesar de la herida, te llamarás amor".
Y vuelta a empezar el círculo, ovillado al incesante resplandor de lo querido: padre, madre, hermana, ciudades, países, amores, desamores? Poesía, la de Marisa, que tirita o se amortigua, pero a la vez acribilla y empuja al desacomodo, porque no necesita ser condescendiente ni consigo misma: muestra los vestigios de adentro, no las escamas que algunos prefieren ver.
Tras el Eros también se ofician los recuerdos de otro tiempo, cuando feliz valsaba: "?Y mientras te acaricio con la palma de la boca/ y te mastico con los dientes de las manos/ como un ala de cigarra/ me surcan las imágenes/ de un ave, de un bebé/ de un alba fría de invierno en Costanera/ la risa luminosa de la infancia/ cuando el mundo estaba entero y era bueno./ Por un azar que no busco comprender/ tu vientre me devuelve a esa otra orilla/ en ti se acoplan todos mis pedazos/ nada duele, por fin/ y esta vez la verdad tiene tu nombre".
4.
Marisa Martínez Pérsico no necesita presentaciones. Me refiero a su poesía, con una impronta que la hará reconocible. Muy contemporánea a la hora de plasmar los pilares de su tiempo vivo, remontando así montañas de versos que poco o nada dicen; muy clásica a la hora de honrar al linaje poético precedente: una muestra de su aprecio por la maestría de antaño está en 'Soliloquio de una luciérnaga encerrada en un frasco de vidrio antes de suicidarse', poema integrado en 'Tres epílogos intertextuales', sección cuarta del libro.
Hemos de leer lo que escriba mañana.
La empresa Diario de Salamanca S.L, No nos hacemos responsables de ninguna de las informaciones, opiniones y conceptos que se emitan o publiquen, por los columnistas que en su sección de opinión realizan su intervención, así como de la imagen que los mismos envían.
Serán única y exclusivamente responsable el columnista que haga uso de nuestros servicios y enlaces.
La publicación por SALAMANCARTVALDIA de los artículos de opinión no implica la existencia de relación alguna entre nuestra empresa y columnista, como tampoco la aceptación y aprobación por nuestra parte de los contenidos, siendo su el interviniente el único responsable de los mismos.
En este sentido, si tiene conocimiento efectivo de la ilicitud de las opiniones o imágenes utilizadas por alguno de ellos, agradeceremos que nos lo comunique inmediatamente para que procedamos a deshabilitar el enlace de acceso a la misma.