"Tiene [La Alberca], sin embargo, un peligro, que no sabemos si se ataja de modo conveniente y es que puede terminar engullido y degradado por el turismo, si no se pone coto a desmanes de varias calañas"
Descendamos a hablar sobre nuestro pueblo, pero no caigamos, para hacerlo, en los códigos del pelo de la dehesa. La Alberca es uno de los pueblos más hermosos de España; así aparece en todas las listas habidas y por haber. Tiene, sin embargo, un peligro, que no sabemos si se ataja de modo conveniente y es que puede terminar engullido y degradado por el turismo, si no se pone coto a desmanes de varias calañas.
Este año 2015, se celebran tres conmemoraciones que atañen a La Alberca. La más sonada y publicitada ?a la que solo de pasada aludiremos, pese a su importancia indudable? es la del 75 aniversario de la declaración del pueblo como Monumento Histórico-Artístico Nacional (así se decía entonces), hecho que ocurrió en 1940. La Alberca es el primer núcleo rural español en merecer tal distinción. Ocurre en el primer momento del franquismo (pese a que se debe a su prestigio entre determinadas élites españolas y europeas, atentas a lo etnográfico) y la figura que más pugnó por ello fue el pintor valenciano, enamorado de La Alberca, Ismael Blat, protegido y apadrinado por el Marqués de Lozoya.
La segunda conmemoración ?desde nuestro punto de vista, importantísima? es que se cumplen 500 años o medio milenio (¡medio milenio!) de "Las Ordenanzas de La Alberca y sus términos Las Hurdes y Las Batuecas", un texto importante dentro de lo que es el municipalismo español. De hecho, fueron estudiadas y publicadas por la hispanista francesa Gabrielle Berrogain, en la temprana fecha de 1930, en el prestigioso "Anuario de Historia del Derecho Español", editado en Madrid por la Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas, del Centro de Estudios Históricos.
La Alberca dependió de la antigua comunidad de Granadilla hasta principios del siglo XIX, y formaba parte de las propiedades del duque de Alba. Estas antiguas ordenanzas nos permiten vislumbrar cómo era la vida de La Alberca en los inicios de los tiempos modernos, esto es, a finales del siglo XV y en los inicios del XVI, en aspectos como la religiosidad, la vida civil, determinadas costumbres, así como en los principales recursos de sustento de sus vecinos y de su socampana de Las Hurdes.
Es un interesantísimo texto por sus valores normativos, etnográficos, religiosos y antropológicos para conocer tanto La Alberca como Las Hurdes. Y es una lástima que esta conmemoración esté pasando prácticamente desapercibida, pese a su importancia, eclipsada por la primera a la que comenzábamos aludiendo.
Y la tercera conmemoración ?de la que prácticamente nadie se ha enterado, de ahí nuestro interés en indicarla aquí? es que, en este 2015 en que estamos, se cumplen ochenta años de la edificación e inauguración de las escuelas públicas de La Alberca, donde hemos cursado nuestras primeras letras la mayor parte de los albercanos y albercanas vivos.
Se trata de un edificio escolar inaugurado en 1935 y construido según principios pedagógicos modernos de aquel momento histórico; por ejemplo, sus aulas dan al sur, tienen grandes ventanales, están muy iluminadas y llega la luz desde la izquierda?, según parámetros de una modernidad pedagógica, en parte aún vigente. La obra importó 130.000 pesetas de la época (que hoy nos parecen una nonada). El contratista fue Esteban Sánchez y el arquitecto de la edificación el señor Secall.
Dejamos ahí esa triple conmemoración que este 2015 atañe a La Alberca. Cada una, en un plano distinto (histórico, artístico y etnográfico, la primera; la segunda, jurídico-normativo desde una perspectiva histórica; y educativo, la tercera), configura el ser de un pueblo, como es La Alberca, de cuya singularidad son conscientes, en general, sus vecinos, pese a las amenazas que siempre penden sobre el pueblo de un turismo insostenible que lo devore.
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