Tengo el placer, tengo la suerte de escribir mi columna semanal en un medio tan importante para Salamanca como es Salamanca rtv al día. Juan Carlos López Pinto un día me embarcó en este proyecto de colaboración y , hoy, me siento agradecido de que apostara por mi, una apuesta arriesgada pero interesante porque semana a semana puedo ir desgranando temas que yo considero vitales en el pensamiento y en el quehacer artístico. Como todos mis artículos, este sólo expresa mi opinión. No por evidente debo dejar de decirlo. Pues bien, hoy he pensado que no existe mejor tema que hablar de música.
No pretendo hacer una crítica musical. Sólo escribir sobre música desde lo que yo conozco y desde lo que yo vivo. La música es la banda sonora de mi vida, de la vida de muchas personas. La entiendo como parte de nuestros sentimientos. La sinfonía de la ciudad no sería lo mismo sin ella. La valoración estética de la música siempre ha sido la cuestión técnica, su uso expresivo, la construcción de la obra, la calidad de su ejecución en directo? Aspectos que buscan ser parte de un método cuyo objeto final sería la formulación de un juicio estético absoluto.
Generalmente, la técnica se circunscribe a unos parámetros más o menos habituales y no excesivamente complejos. De esta forma, la valoración encuentra siempre más espacio para al componente subjetivo. Hay muchos criterios al abordar comentarios sobre un concierto, un relativismo estético me hace pensar que el análisis se debe hacer desde las obras en sí mismas y desde los contextos en los que se desenvuelve la música, sus artistas y los conciertos.
A pesar de la obviedad, soy consciente de que en una reseña se emite un juicio público, el artista crea siempre formas, el que sobre ello escribe sólo es cronista del mundo que observa.
Todo esto viene a propósito del último concierto de la temporada de la Joven Orquesta Sinfónica "Ciudad de Salamanca" y lo quiero comentar desde el análisis del contexto en que se desenvolvió. Dos partes muy diferentes en un magnífico concierto. Una donde se puso a prueba el quehacer de jóvenes compositores en una fase final del premio de composición "Ciudad de Salamanca": Francisco José Andreo, Sara Castaño y Carlos de la Fuente fueron finalistas y sus obras fueron ejecutadas con la maestría de las grandes obras y sonaron a grandes obras, un bello ejercicio para la Orquesta y su director. Las obras contemporáneas siempre representan un reto y fue superado con nota. Enhorabuena a los compositores y, especialmente, para la ganadora: Sara Castaño.
La segunda parte siguió un criterio clásico con obras de Sibelius, "Vals triste" y el Concierto para violín y orquesta en mi menor. Op 64 de Mendelssohn. El concierto de Mendelssohn fue un concierto para soñar, una maravillosa ejecución de los músicos bajo una dirección magistral de su director Álvaro Lozano y una solista de excepción: Sara Cubas Hondal, Escuchar esta interpretación era viajar por el mundo pitagórico de la música de las esferas, armonía? belleza? cadencia de notas y la dulzura de un ángel que encendió la tarde y al público de la Sala. Gran ejecución del Concierto. Enhorabuena y ojalá podamos seguir soñando con esta Orquesta y sus jóvenes intérpretes.
La música
es un universo armonioso
Sus ritmos son tiempos iguales, repetidos.
El latir del corazón.
El día y la noche
La ida y el regreso
Los ciclos de las estrellas y el maíz.
La mimosa que se despliega durante el día
y en la noche se repliega.
Ritmos de la luna y las mareas.
Ritmo en los planetas, los átomos, el mar, las manzanas
Melodía, acorde, arpegios.
La música es la melodía del universo.
unidad
tras la aparente multiplicidad
Mi vida, que rebota en la luz y en la materia,
que viene de la luz y la sombra.
Son las cuerdas que vibran
al ritmo de la música de las esferas.
Camino,
por la fina cornisa de los pentagramas.
Me sumerjo,
en la lunar expresión de los sonidos.
Me pierdo en los recuerdos,
girando en el infinito laberinto del cosmos.
Me deja un camino, una estrella
en la insondable sima de sus notas.
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