Nuestras Reservas de la Biosfera

La UNESCO, en su benemérito afán de preservar y proteger el patrimonio de todas las civilizaciones y culturas, tanto el humano (sea material o inmaterial), como el natural, ha creado la figura para este último de reservas mundiales de la biosfera.

La provincia de Salamanca cuenta ya con dos espacios declarados Reserva Mundial de la Biosfera. Se trata de dos espacios naturales y humanos privilegiados y con valores naturales, paisajísticos, así como antropológicos y etnográficos de una gran importancia: se trata de las Sierras de Francia y de Béjar, por una parte, el primer núcleo salmantino que mereciera tal distinción; y, por la otra, de Las Arribes del Duero (tanto su núcleo salmantino, como zamorano y portugués), ese espacio transfronterizo que acaba de ser declarado Reserva Mundial de la Biosfera.

Pero ¿se le ha dado entre nosotros la importancia que merecería tal distinción? Cuando las Sierras de Francia y de Béjar, conjuntamente, fueron declaradas por la UNESCO Reserva Mundial de la Biosfera, las autoridades autonómicas y provinciales hicieron oídos sordos a tal distinción. Eran los tiempos de las especulaciones y negocios, también a costa de la naturaleza y del paisaje, y no convenía que la población tuviera claro que uno de los enclaves más privilegiados paisajística y antropológicamente de nuestra provincia había recibido tal distinción.

De hecho, se llegaron a plantear proyectos insostenibles y megalómanos ?sin duda, como fuente de negocios, pese a que el territorio quedara penosamente afectado? como el de subir el agua a distintos pueblos de la Sierra y a La Alberca (que está a unos 1050 metros sobre el nivel del mar) desde el río Alagón (que en Sotoserrano, desde donde se realizaría, está a poco más de 500 metros); o el de realizar un campo de golf con su urbanización correspondiente a las afueras de Béjar; y otro campo de golf en Lera ¡a los pies de la mismísima Peña de Francia!

Tales barbaridades, que, en buena parte, las frenó la propia población, fueron las que se plantearon (además de otras varias) en tales espacios de nuestras Sierras, declarados Reserva de la Biosfera. Por ello, claro está, casi hasta han boicoteado y silenciado esa distinción de la UNESCO, porque no convenía. El negocio es el negocio. Y si el territorio queda saqueado y destruido, qué más da.

Afortunadamente, ya se va conociendo más cómo las Sierras de Francia y de Béjar son Reserva de la Biosfera. Y cuentan, en el castillo de San Martín del Castañar, con el centro de interpretación de tal Reserva, que los visitantes pueden ver, para conocer mejor los recursos naturales que atesoran ambas sierras para haber sido así distinguidas.

Tal distinción de la UNESCO fue promovida gracias a los celos de ASAM (Asociación Salmantina de Agricultura de Montaña), con sede en San Esteban de la Sierra, tras de la cual están gentes que tanto están haciendo por nuestro sur salmantino, como Ángel de Prado, Josefa, Antonio y tantos otros, que aportan ideas nuevas y proyectos para fijar la población en el territorio serrano.

Ahora, ese espacio transfronterizo de Las Arribes del Duero, perteneciente en parte nuestra provincia salmantina, se incorpora a ese núcleo territorial privilegiado y distinguido por la UNESCO de Reserva Mundial de la Biosfera.

Sería bueno que hoy, de una vez por todas, en este nuevo tiempo de regeneración que reclama nuestra ciudadanía, las autoridades no se desentendieran de estas dos áreas territoriales salmantinas privilegiadas que tenemos, cada una con sus peculiaridades, y que se hicieran buenas políticas para que fueran valoradas, conocidas y visitadas, favoreciendo que no se despoblaran ni envejecieran, pues como decían los riberanos reivindicativos, cuando dimos hace unos años el pregón de la fiesta del almendro en La Fregeneda: "Arribes quiere vida". También Salamanca quiere vida. Y gobernantes que no se desentiendan de las aspiraciones de nuestra ciudadanía, ni de los valores de nuestro territorio.

Fotografía: Salamancaecomocion (Diputación de Salamanca)