Domingo Benito es uno de los tres únicos concejales del Salón de Plenos que repiten de la anterior legislatura
Estimado público, queridos amigos, amigas, compañeros y compañeras concejales, Señor Alcalde. Me gustaría comenzar mi primera intervención en este salón de Plenos felicitando a todos los concejales y concejalas que el pasado 24 de mayo fueron elegidos como representantes de la soberanía popular en Ciudad Rodrigo y agradeciendo su presencia a todas las personas que hoy han decidido acudir a este acto.
Hace cuatro años tomé posesión por primera vez como concejal de este Ayuntamiento. Lo hice en una sesión aparentemente similar a ésta pero que nada tenía que ver con lo que hoy está ocurriendo. Aparentemente sí, pero lo aparente no es lo importante, lo importante es lo que subyace, lo que de verdad significan las cosas que ocurren.
Hace cuatro años tomé posesión por primera vez como concejal de este Ayuntamiento y en aquella sesión estábamos casi de estreno. Mucho tiempo atrás, nuestra fuerza política quedó fuera de este Ayuntamiento. Muchos años después, frente a este pleno que en nada se parece a un pelotón de fusilamiento, el portavoz Domingo Benito, que en nada se parece a un coronel, ha de recordar aquellos tiempos remotos en los que la llama de algunas personas permitieron deshacer aquel hielo.
Izquierda Unida era algo parecido a Macondo, una pequeña aldea de casas de barro y cañabrava con nombres y apellidos que permanecieron creyendo en unas ideas, a pesar de todas las dificultades. Aquel viaje en el desierto lo tuvieron que pasar gentes como Encarna, Aguedo, Domingo, Alfonso, Felix, Sole o Gabi, y hoy, muchos años después, mis primeras palabras en este salón de pleno deben ser de profundo, sincero y cariñoso agradecimiento a esas personas.
Hace cuatro años tomé posesión por primera vez como concejal de este Ayuntamiento. No lo hice solo, Muchos me acompañaban, en especial alguna compañera. Hombres y mujeres que soñaron alguna vez con hacer de Ciudad Rodrigo un lugar mejor. Personas de mirada limpia que nada buscaban y que dedicaban largas horas de su tiempo a debates, más o menos fructíferos, sobre cómo mejorar nuestro municipio. Sin todos ellos, sin mis compañeros y sin embargo amigos, no podría estar tampoco aquí hoy.
Hace cuatro años, cuando tomé posesión por primera vez como concejal de este Excelentísimo Ayuntamiento, lo hice sabiendo que tenía cerca a una persona maravillosa. La misma persona que tanto ha sufrido por las horas heridas, por los tiempos marchitos y que asume con resignación que me empeñe en aventurarme a viajes a lo desconocido, en vez de optar por lo seguro. Desde luego, sin ella, sin ti, no hubiera tenido fuerzas para continuar a pesar de las dificultades.
Y hace cuatro años, cuando tomé por primera vez posesión como concejal de este Ayuntamiento, hice un discurso que suponía el repaso de cuál sería la acción de nuestro grupo desde la oposición. Un discurso en el que apelábamos a quienes entonces iban a tener la responsabilidad de gobernar, un discurso pidiéndoles que ejercitasen de forma correcta su mayoría absoluta y que gestionasen el poder con pluralidad, indicando que nuestra oposición sería muy crítica, pero a la vez muy constructiva. Que no nos íbamos a dedicar a estar en contra, sino que veníamos a aportar, a sumar y a mostrar alternativas.
Por eso hoy, cuatro años después, cuando los mirobrigenses nos han dado la oportunidad de pasar de la oposición al gobierno, no me olvido de aquella intervención. No puedo olvidarme, porque si me olvidase estaría traicionando a quienes me precedieron, a quienes me han acompañado, a quienes posteriormente se han sumado, a quien nunca se ha separado de mi lado y a las ideas por las que llevamos años luchando.
Hoy comienza un tiempo nuevo para Ciudad Rodrigo. Para mí y para mi grupo es especialmente un reto de grandes proporciones. Es nuestra particular expedición a lo desconocido. Somos conscientes de que tenemos muchos ojos mirando, muchas esperanzas depositadas en nosotros y muchas personas pendientes de lo que hagamos. No podemos prometer hacer milagros, porque no es esa nuestra especialidad. Podemos prometer, sencillamente, que nos vamos a dejar la piel en hacer todo lo posible para que Ciudad Rodrigo sea un lugar mejor.
En ese camino somos conscientes de que habrá muchos obstáculos, vamos a cometer errores, muchos, y que de vez en cuando acertaremos. Nuestro deseo es que, al final del camino, podamos mirar atrás, mantener la cabeza alta y poder decir: mereció la pena.
Hace cuatro años cité a mi querido Paulo Freire. Dije en este salón de plenos, en una solemne investidura que "no es posible dar clases de democracia y a la vez impedir que el pueblo participe del ejercicio del poder". Nos integramos en este gobierno sin intención de darle clases de democracia a nadie, pero sí para permitir que el pueblo participe del ejercicio del poder.
Y pedimos igualmente a la oposición que no solamente asuma la legalidad de este equipo de gobierno, sino su legitimidad. Y que desde mañana se ponga a trabajar mano a mano con este equipo de gobierno en mejorar Ciudad Rodrigo. Inexpertos somos todos, y nos vamos a necesitar. Estoy convencido de que hay muchas ideas e iniciativas de la oposición que son muy positivas. Tengan aquí la mano tendida para trabajarlas, discutirlas, negociarlas, transaccionarlas? para hacer de esta legislatura la del impulso y el encuentro.
En lo que estemos de acuerdo nos encontraremos, en lo que no lo estemos, respetaremos profundamente su opinión y tomaremos nota. Tienen ustedes la labor de fiscalizarnos, de controlarnos? no queremos cometer errores de equipos anteriores y por eso sepan que desde el primer día van a tener todas las facilidades para ejerce con dignidad, recursos y garantías la labor para la que la ciudadanía les ha facultado. Como gobierno, estamos a su disposición. Esperamos que como oposición, estén ustedes también a disposición del gobierno.
Yo quiero comenzar esta legislatura con poesía. Con la poesía de un amigo, con la poesía de un luchador, con la poesía de alguien que vive para escribir y escribe para vivir soñando con un mundo mucho mejor.
De Luis García Montero aprendí que la política no son discursos, ideas, y que hay ocasiones en los que los sueños y la realidad se pueden abrazar. Va por ti, Luis. El poema se titula "democracia".
Democracia.
Venga a mí tu palabra
en los labios abiertos que me buscan
para morder la rosa de los amaneceres.
Venga a mí,
en los ojos del joven que levanta la mano
y pide la palabra,
y confía sin más en las palabras.
Por los años prohibidos,
por las mentiras tristes que manchaban el aire
como pájaros sucios,
por los que se levantan con frío en las rodillas
y por el exiliado que regresa,
por su recuerdo herido al bajar del avión,
venga a mí tu palabra.
A mí,
que quise hacerme hoy
en primera persona del futuro perfecto
con un libro de amor en el bolsillo.
Por los libros de Freud y de Marx,
por las guitarras de los cantautores,
por los que salen a la calle
y no se sienten vigilados,
por el calor del cuerpo que aprendí a respetar
mientras lo desarmaba con mi cuerpo,
por los ojos brillantes
de los antiguos humillados,
por las banderas libres en las plazas
igual que peces de colores,
por un país altivo,
mayor de edad, pero con veinte años,
por los viajes a Londres y a París,
por los poemas de Cernuda,
venga a mí tu palabra.
Tu palabra más limpia, más alegre,
porque es el tiempo alegre de las palabras limpias.
Los buitres han perdido su carroña de miedo.
Parece que no tienen donde ir
y vuelan a esconderse,
a esconderse,
muy lejos de nosotros,
en la tumba más fría del pasado.
Estimados vecinos, estimadas vecinas
Si nos hemos integrado en este equipo de gobierno, sabiendo que iba a ser duro, que no iba a ser fácil y que desde luego el camino no era de rosas, fue precisamente porque nuestra intención es que al terminar, ningún buitre tenga que esconderse ni volar y que podamos seguir caminando con la cabeza bien alta, sabiendo que no lo hicimos todo, pero sabiendo, que hicimos lo que debíamos.