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Deriva reaccionaria
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Profesor de Derecho Penal de la Usal

Deriva reaccionaria

Actualizado 13/06/2015

Los resultados electorales del pasado 24 de mayo siguen dando que hablar, no sólo entre la clase política, sino entre los ciudadanos de a pie, los tertulianos de programas televisivos y radiofónicos y en los comentarios de las redes sociales. Y no me gusta nada la deriva reaccionaria en la que está cayendo, fundamentalmente, el Gobierno de Rajoy, que , como podemos comprobar, utiliza incluso el altavoz del Consejo de Ministros para divulgar asuntos partidistas. Eso no debería consentirse en un sistema democrático donde se reconoce y garantiza la división de poderes (al menos así lo establece nuestra Carta Magna).

Y es que, tanto Rajoy como Sáenz de Santamaría, han aprovechado sus comparecencias posteriores, en el primer caso, a la Reunión de Alto Nivel hispano-marroquí en la Moncloa y, en el segundo, a la última sesión del Consejo de Ministros para proclamar que es un "error muy grave y muy malo para España y el conjunto de los Españoles los pactos entre pentapartitos y la exclusión del PP por parte del PSOE", acusando a este partido de "sectario y radical". Y hacen estas declaraciones representando a España (son el Gobierno legítimo), con el escudo y la bandera constitucional detrás, no con el logo de su partido político, sino con las enseñas oficiales que nos representan a todos. Esto es poco menos que decir que "viene el lobo", que la izquierda es la antesala de todos los males que van a venir a España y el preludio de la Apocalipsis. Es el mismo discurso que utilizaba la Inquisición para prevenirnos del demonio apostando por el Malleus Maleficarum (Martillo de las Brujas, "para golpear a las brujas y sus herejías con poderosa maza", como se apostilla en el título), que los inquisidores alemanes Sprenger y Enrique Institoris (conocido también como Krämer "mercader") elaboraron a finales del S XV. Con este código se pretendía acabar con el infiel, el disidente, el hereje, el que no comulga con las ideas del poder y de la doctrina oficial de la Iglesia.

Debemos reconocer que el Poder, con mayúsculas, históricamente lo han venido ostentando (por casta y por tradición) los mismos, los herederos de las monarquías absolutas y de la aristocracia; algo que da un giro Copernicano con las democracias modernas donde el poder nace del pueblo soberano que elige mediante sufragio universal a sus representantes políticos. Es lógico que los que históricamente han ostentado el poder se sientan desahuciados cuando el pueblo no les otorga la confianza y apelan al mensaje del miedo y de la catástrofe.

Lo grave es que, como argumento, apelan a la democracia, diciendo que si han sido la fuerza política más votada son los que deben gobernar. Pero a ese argumento le falta la segunda parte: si los ciudadanos, mayoritariamente, han dado el apoyo a otras fuerzas políticas que unidas superan al PP, éste ya no será la opción de gobierno. Es una cuestión aritmética, que no admite dudas. La Matemática sigue siendo una ciencia exacta. Cuestión diferente es que esas fuerzas políticas que se unen no tengan originariamente un proyecto común y, a pesar de eso, se conjuntan y gobiernan. Siendo así, fracasarán, y los ciudadanos tomarán buena nota para no volver a darles la confianza que les otorgaron. Pero, al menos, démosles la oportunidad de cambiar las cosas, de que no se siga gobernando como hasta ahora, que se limpie España de corrupción, que se trabaje por el interés general, que las políticas sociales y las que abanderan el Estado del bienestar sean un objetivo irrenunciable, que la soberbia, la arrogancia y la prepotencia dejen de ser las características de nuestros gobernantes y se cambien por sencillez y cercanía a los ciudadanos y por la transparencia y la honestidad en la gestión.

Sosiéguense señores del Gobierno, esa deriva reaccionaria no es buena para España ( a la que tanto dicen querer) ni tampoco para ustedes y, en cambio, generan hastío, rechazo y crispación entre la ciudadanía.

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