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Una página en la historia
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PUERTA GRANDE PARA LÓPEZ CHAVES Y PERERA

Una página en la historia

Actualizado 08/06/2015

López Chaves triunfó en su plaza el año del Centenario; la despaciosidad de Perera cuajó un "vellosino" y Cayetano pincha una faena de nota al natural (GALERÍA DE FOTOS)

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La historia no es mecánica porque los hombres, dicen, son libres para transformarla. Dicen también, que la historia cualquiera puede hacerla, cuajarla, vivirla y sentirla, pero solo el gran hombre puede escribirla. Hablemos en plural hoy que se conmemoraban los cien años de la plaza de toros de Ledesma, hoy que el tradicional coso ha firmado una página más en sus inmemorables recuerdos, ahora que las agujas no paran de girar y a estas alturas de la jornada los mozos cuelgan sus monos de batalla festiva, se apagan los encendidos y se siente el desasosiego por unas calles que cierran el telón del Corpus, pero que abren un nuevo sentimiento teñido de tintes taurinos, el de ver triunfar a su torero en la efeméride que todos ya han festejado. Quiso seguir Domingo López Chaves impregnando páginas en la historia del toreo, de su torero en su tierra, y lo hizo ante el abre plaza de Vellosino con el que selló templadísimas series por la diestra mientras su gente se volcaba al son de las embestidas de 'Colombia', con el que supo acoplarse ejecutando una faena templada a media altura, siempre gustándose con el nobilísimo animal. Mató de media estocada y paseó las dos orejas de esas que saben a gloria. En su segundo, Chaves pinchó una faena en la que el salmantino se acoplaba al ritmo que el de Vellosino pedía, un toro de excelente condición con clase y humillación aunque justo de fuerza y se firmó una ovación a la entrega de un ledesmino que destelló con detalles por ambos pitones y que insiste en que en el toreo debe quedar un hueco donde seguir firmando.

Por si es verdad eso de que la historia es además la ciencia de lo que nunca sucede dos veces, Miguel Ángel Perera quiso entregar el alma para que los que sentimos esto que llaman toreo nos sigan sobrando argumentos al apagarse la luz de este ocho de junio. Se vio en Ledesma hoy al Perera de los tiempos, de la quietud y del temple innato. Se vio al Perera que es figura, sin azar, porque este sí selló argumentos de los de verdad. Ante su primero, el extremeño calentó los tendidos con sus verónicas templadas para dar paso al protagonismo de una fémina de nombre Esperanza Aguirre, que no quiso quedarse fuera de la historia de esta centenaria plaza y a la que Perera le brindó el toro, segundo de la tarde de Vellosino con el que inició su trasteo de muleta muy pausado, mimando al animal en el que volvió a acusar la fuerza, muy justita, pero para eso estaba él, para curar, para exprimir las buenas condiciones, que las había, y de eso Miguel Ángel sabe un rato. Toreo de cercanías, que cuajó y se hizo con su primera oreja, que en el olvido quedó cuando los aficionados pudieron disfrutar de ese de verdad que mostró en su segundo oponente su mejor versión, porque tenía un toro de boyante embestida, que lo quería por abajo, y se entregaba. Lo recibió con largas cambiadas, y clavó sus rodillas al suelo para dar paso ya a una larga faena, de intensidad, de las que hace a los buenos aficionados poniendo en marcha su poderío y valor y formó el lío con ligazón y templé. Pareció por momentos que todo iba a quedar en nada porque falló con los aceros pero el público quiso premiarlo, por una razón, y es que cuando el toreo es bueno, cuaja, y emociona.

Emocionó queriendo pero sin poder Cayetano Rivera que volvía a la plaza de Ledesma con raza y queriendo con entrega hacer historia, y la hizo sin cuajar porque en su primera actuación se topó con un Vellosino que se iba, que se empeñó en no querer y hasta resultó prendido el torero, sin ir más allá. Su segundo, el cierre plaza, ya sí quería, y Rivera no desaprovechó la embestida de 'Cigarrero' porque no quería quedarse atrás. Se entregó iniciando su trasteo sentado en el estribo, surgió el toreo al natural en su mejor versión, se asentó y caló con remates de gusto, muy torero, pero el borrón vino con los aceros que le arrebataron el triunfo en esa plaza que sigue ya su curso sabiendo que es la historia un incesante volver a empezar. Larga vida a las tradiciones, larga vida al coso de Ledesma.

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