Puede ser que esto que viene sea sacar las cosas, al menos algo de su quicio. Pero cuando ayer mismo atravesé el patio de un colegio, se me vino a la mente ese patio de medio millón de kilómetros cuadrados que es España, con muchos de nuestros políticos en corros cambiando sus cromos, haciendo acuerdos de pandillas y queriendo ganar lo que sea a toda costa en el intercambio.
Puede ser que sea inevitable a la vista del reparto de votos. El domingo pasado anunciaba yo de madrugada que, a la vista de los resultados, los ganadores de votos iban a ser los perdedores de poder y los menos votados iban a ser los más decisivos en el reparto. Así se explica el revuelo en este patio gigantesco de ayuntamientos y autonomías.
Y este juego me parece democrático y lógico si las alianzas se hacen por el bien de los ciudadanos; hasta me resultaría altamente ejemplar si un partido cede a cambio de nada. Pero en general la práctica es justamente la contraria, de forma que en estos días, como si fuera un panorama normal y homologado, se esparcen por el patio político los odios y las presiones, los amagos y las amenazas, el hambre de poder y la sed de cargos públicos, el olvido de las ideas y de la gente y el ansia de cualquier puesto, banco, banqueta, bancada, sillón, silla, sillín o silletín?, que todo vale para sentarse y asentarse.
Por este vaivén de manipulaciones la Asamblea griega, a base de "óstraka", aquellas tejuelas con el voto inscrito, acabó votando el ostracismo, o sea el destierro, de Alcibíades por diez años. Era el siglo V antes de Cristo y era el Alcibíades, negociador de lo que fuera y se terciara, que, sin que tenga nada que ver, escandalizó a la sociedad ateniense al ser el primero en pasear por el ágora con un perro atado. A este perro alude el dicho "el perro de Alcibíades" que se aplica en política a toda cortina de humo que se suelta para distraer a la gente del problema principal. Todavía hoy sigue sucediendo.
Y al volver al artículo (¿habrá un día en que pueda escribir un articulillo como éste de un golpe y por derecho?), vengo con una información que acabo de escuchar con el corazón encogido: está a punto de ser cerrado por Kenia (razones políticas y económicas) el campamento de refugiados de Dadaab, el mayor de África con medio millón de personas al borde de nada; Fatuma (parece rigurosa y real la noticia) con sus catorce años de muerte y sed a cuestas aguanta cada día más de 10 horas con un bidón en sus manos a la orilla de una carretera de tierra esperando que algún camión que pase junto al campamento pare y le dé unos litros de agua. Y así todos los días? Ahora a vagar y morir por los duros campos de Kenia sin el mínimo refugio del campamento. Que muera pronto y en paz.
Y ahora me digo, entre esto y aquello, que estamos locos.
Ah, volviendo a aquello comunico a mis amigos y conocidos que he comprado, a bajo precio, una especie de etiqueta, bien visible y reciclable, que pone SOCIALDEMÓCRATA, así en mayúsculas para que todo el mundo lo sepa. Me dijo el vendedor que entre mayo y junio espera hacer su agosto. ¡Y esto pasa cuando estaba anunciado desde hace años el crepúsculo de las ideologías!
Y sigo pensando que estamos bastante locos?
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