La cura de una enfermedad depende, en primer lugar, de un diagnóstico acertado, en segundo lugar de un tratamiento adecuado y, en tercer lugar, de que el cuerpo del paciente sea capaz de regenerar lo dañado, por eso se dice que no hay enfermedades sino enfermos.
El diagnóstico acertado lo dejamos en manos de los médicos, su sueldo público y su saber hacer; el cuerpo es el que tenemos con sus fallos de diseño incluidos; pero el tratamiento adecuado lo confiamos a las empresas farmacéuticas, las cuales, como empresas que son, tienen un objetivo muy claro: ganar dinero. Bien es cierto que las farmacéuticas dedican una parte de sus beneficios a la investigación, y que gracias a esa investigación los tratamientos son cada vez más eficientes. La pregunta es: ¿Son todo los eficientes que podrían ser?
Aquí es donde las teorías de la conspiración y las suspicacias se desatan de forma exponencial, y no sin gran parte de razón. Por nuestra mente inquieta revolotean pensamientos del tipo:
Si el agua oxigenada es el mejor antiséptico que se conoce por qué se empeñan en vendernos otros más caros.
Los medicamentos más comunes y baratos curan realmente o simplemente atenúan los síntomas para convertirnos en enfermos crónicos, y por lo tanto en clientes a perpetuidad.
Si un tratamiento ha pasado todos los controles habidos y por haber, y ha demostrado su eficacia en un país de la unión europea, por qué no se aplica directamente a los pacientes en vez de tener que pasar por nuevos y larguísimos controles clínicos en cada país, mientras se acaba la paciencia y la vida de quienes esperan.
Las farmacéuticas dedican mucho dinero a visitar médicos y convencerles de la bondad de sus productos, y de paso les "premian" con viajes, regalos de lujo y otras fruslerías; podían dedicar ese dinero a investigar o a rebajar el precio de los productos.
Y dándoles vueltas al tema pensamos en estas y otras cosas, y se nos llevan los demonios, y juramos no volver al médico y curarnos en plan natural, y al final, cuando la cosa se complica, vamos al médico y a la farmacia y a donde haga falta.
"Dioses de todos los olimpos habidos y por haber, si tengo que enfermar que sea de una dolencia económicamente rentable para las empresas farmacéuticas. Amén"
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